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Los seres humanos nacimos para ser sociales. Nuestro organismo, de hecho, cuenta con mecanismos que facilitan el intercambio con otras personas, sea o no verbal. Compartimos conversaciones con nuestros iguales, experiencias, momentos, incluso emociones y sentimientos. La resonancia límbica es un ejemplo de este último tipo de intercambio y, en este artículo la abordaremos.
Si quieres conocer más acerca del cerebro humano y sus implicancias, quédate leyendo. Introduciremos la resonancia límbica, explicando cómo los sistemas cerebrales de distintos humanos pueden coordinarse para compartir estados emocionales.
¿A qué se conoce como “resonancia límbica”?
Los seres humanos compartimos nuestra existencia en sociedad y, en efecto, hemos llegado a ser lo que somos gracias al establecimiento de relaciones con otros iguales a nosotros. La resonancia límbica es un concepto que ha nacido en base a la posibilidad de establecer relaciones con otras personas, y los resultados de estas interacciones.
La empatía, en gran medida, resume aquello que implica este término. Esta refiere a involucrarse afectivamente en los sentimientos de otra persona. Compartir e intentar ponerse en el lugar del otro para comprender lo que sienten, lo que les sucede. La resonancia límbica se manifiesta en esta línea.
Este concepto hace referencia a la realidad de que las personas con las que nos relacionamos afectan la química de nuestro sistema nervioso. Y, ¿por qué sucede esto? Lo que acontece es que, con aquellas personas que tienen con nosotros una relación significativa y hacia las que mantenemos afecto, nuestros sistemas se sincronizan. A este proceso se lo conoce bajo el nombre de regulación límbica.
Unas líneas más arriba mencionamos la empatía, un concepto estrechamente relacionado con la resonancia límbica. Y es que, la posibilidad de resonar emocionalmente con los demás, se da gracias a la empatía y la capacidad de los seres humanos para ponernos en el lugar de las otras personas, intentando sentir aquello que sienten.
La resonancia límbica implica la activación de una región del sistema nervioso, el sistema límbico, que se activa a través de la comunicación con otros, sea o no verbal, y de la posibilidad de compartir experiencias. Resonar emocionalmente con otra persona, lo que la resonancia límbica permite, implica vincular nuestras emociones con las de las personas con las que interactuamos, coordinarlas, para establecer un vínculo sentimental con ellos.
Es posible concluir que la resonancia límbica implica la posibilidad de compartir estados emocionales profundos con otras personas gracias a la regulación química del sistema límbico, un componente del sistema nervioso central.
El sistema límbico y las emociones
El sistema límbico es una porción de nuestro sistema nervioso central. Por si no lo sabías, el sistema nervioso se divide en central y periférico: el periférico, está conformado por nervios y ganglios; el central, está formado por el cerebro, cerebelo, tronco encefálico y médula espinal.
El sistema límbico consta de estructuras interconectadas ubicadas en la profundidad del cerebro. Este es el encargado del procesamiento emocional, desde una posición instintiva y, también, de regular las emociones. Por ello muchos investigadores lo identifican bajo el nombre de “cerebro emocional”.
En efecto, esta porción cerebral desempeña un rol destacable en cuanto a la posibilidad de respuesta a estímulos que generan emociones. Así, por ejemplo, si una situación nos genera ira, se encargará de mantenernos en ese estado de forma sostenida. Regula el ingreso y procesamiento de aquellos estímulos que generan la emoción, para luego mantenernos en ese estado.
Los estados emocionales, podríamos decir, tienen su base neurológica en esta red de neuronas. Cabe aclarar, que este sistema no solo se vincula con las emociones, también tiene importantes participaciones en procesos de aprendizaje y memoria.
El sistema límbico, que procesa y regula estímulos emocionales, es quien hace posible la resonancia límbica: la coordinación emocional entre dos o más personas.
Efectos de la resonancia límbica
La resonancia límbica implica la puesta en sintonía emocional con otras personas que son afectivamente significativas para nosotros. La coordinación química de los sistemas límbicos de dos personas, o en un grupo, es lo que permite ponerse en el lugar del otro.
En fin, podríamos decir que coordinar químicamente nuestros cerebros con los de otros, nos vuelve “mejores” en nuestras relaciones con los demás, ya que es lo que hace posible que podamos sentir lo que sienten otras personas, que podamos sintonizarnos con ellos, en definitiva, ser empáticos.
La empatía, posible gracias a esta coordinación límbica, es esencial para el establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales. Esto debido a que permite adaptar nuestras palabras y comportamientos a la situación en la que nos hallamos, según cómo las demás personas involucradas se comporten, interpretando su prosodia, tono de voz y movimientos.
A través de estas señales, logramos elaborar representaciones mentales acerca de los estados emocionales de los otros, y con ello, elegimos cómo actuar según el contexto y situación. La empatía, el sistema límbico y, puntualmente, la resonancia límbica, nos permiten actuar correctamente en sociedad.
La resonancia límbica, como has visto, es la coordinación de nuestros estados emocionales con otras personas. Mediante ella, nos ponemos en sintonía con aquellos que son significativos para nosotros, y nos permite actuar en consecuencia.
¿Sabías que aquellas personas que nos importan alteran la química de nuestro cerebro? A partir de ahora ya lo tienes claro. La resonancia límbica es solo uno de los tantos fenómenos que evidencian lo increíble que es el cerebro humano y sus capacidades.
Referencias bibliográficas
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- Olalla, J. (2008). El mundo emotivo y el mundo del lenguaje. Cuadernos de Coaching, 1.