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La envidia, una emoción moral compleja

Envidia
Isbelia E. Farías

Quienes sienten envidia pueden experimentar molestia cuando a un compañero lo ascienden en el trabajo o le aumentan el salario.

Otros signos de esta emoción compleja aparecen cuando se presenta un malestar emocional porque a un colega le han dado un premio, le han asignado un proyecto, los hijos de los parientes obtienen buenas calificaciones o una amiga siempre viste elegante, entre otras.

Las personas envidiosas, ante las situaciones mencionadas, sienten inquietud e incluso pueden llegar hasta a perder el sueño al ver los éxitos de los demás. Pero, ¿qué se esconde tras esta emoción de índole moral?

En este post hablamos de:

Qué es la envidia y cómo se manifiesta

Hay quienes consideran que la envidia no se trata de desear aquello que los otros poseen, sino que más bien se centra en un deseo porque el otro, quien es envidiado, carezca de lo que tiene, de que su éxito no sea verdadero o que no tenga tanta riqueza como se estima.

En este sentido, la envidia estaría fundamentada en lo que se imagina sobre el otro, más que en la persona que la padece. Es decir, se vivencia de forma subjetiva, desde la intimidad.

Esto significa que la envidia, por lo general, no se expresa, no se manifiesta, ya que de hacerlo se estaría emitiendo una confesión de inferioridad. Quien es envidiado muchas veces no percibe la envidia de los demás, pero quien envidia no suele tener buenos momentos con lo que posee.

La envidia es muy común en los entornos laborales y puede ser mucho más grave de lo pensado cuando, por ejemplo, alguien con una jerarquía inferior y más joven, supera a su jefe. Esto es frecuente en las relaciones sociales en las que existen jerarquías, pues el éxito del subordinado suele provocar dolor en el superior.

De acuerdo con la doctora María José González Calderón, en su estudio sobre la envidia en la población infantil, las relaciones entre la envidia y otras emociones están condicionadas por la edad y el sexo de los sujetos.

Además, la autora enfatiza que la envidia se relaciona con la ira. El deseo por lo ajeno suele vincularse con un desajuste emocional y se caracteriza por la frustración que llega a padecer el sujeto.

Ello se debe a que la envidia es comprendida como una percepción de déficit o imposibilidad para alcanzar los estándares establecidos, unido a la conciencia de que los atributos disfrutados por otra persona generan vergüenza e injusticia.

La envidia, en estos términos, se conceptualiza como una imposibilidad para lograr aquello que se anhela, así como una percepción de las propias carencias junto a sentimientos de inferioridad, lo cual daría lugar a la tristeza, una baja autoestima, hostilidad, resentimiento, ira y posible agresión hacia quienes poseen ciertas ventajas que se desean.

Aunado a ello, la envidia se suele asociar de forma directa con la ira, ya que esta implica un deseo frustrado de fortuna, que los otros tienen y que se considera que la persona envidiosa podría merecer.

Así, quienes sienten envidia, en el fondo, tienen la percepción de injusticia y desigualdad. Mientras la envidia se incrementa, también lo hace la agresividad y la ira, así como un bajo control emocional.

¿Nacemos envidiosos?

La envidia se aprende, con respecto a lo que se observa en el entorno más próximo. Esta emoción surge con más frecuencia en los ambientes en los que priman las comparaciones y las quejas.

Las personas envidiosas tienen más dificultad para valorar lo que poseen y se comparan constantemente con los otros. Sentirse alegre y satisfecho implica el poder valorar lo que se tiene y compartir la alegría cuando los demás obtienen logros.

Es una emoción moral compleja que se alimenta de la creencia de que los demás tienen cosas que no se tienen, o no se merecen. Aunque no se relaciona de forma directa con el resentimiento, la envidia sí entraña una sensación de maltrato o de injusticia.

No obstante, puede llegar a considerarse como una emoción natural que alerta cuando se está en desventaja con respecto a los demás, pero puede llevar a que la persona experimente pensamientos destructivos.

De este modo el envidioso queda atrapado en un círculo en el que se anhela que la otra persona pierda lo que posee, o se vea perjudicada.

Cómo superar la envidia

Quienes experimenten envidia pueden recurrir a estas sugerencias para superarla:

  • Atender la autoestima: y quererse a sí mismo, para no sentir como una amenaza los éxitos ajenos.
  • Cambiar la manera de ver las cosas: tener presente que la vida no se trata de una competición, por lo que la única persona a quien se debe superar es a sí mismo, no a los demás.
  • Aprender a ser generoso: y prestar ayuda a los demás para que alcances sus metas.
  • Modificar los pensamientos: pues, cuando alguien tiene un logro, esto no significa que los demás sean menos capaces.
  • No negar la emoción: si se siente envidia, esta se debe aceptar para aprender cómo poder vivir y superarla.

La envidia también puede actuar como un refuerzo para que los demás trabajen en sus metas personales. Lo más importante es evitar que llegue la frustración, la ira y el deseo de que el otro pierda lo que tiene, ya que así, quien siente envidia, se estaría alejando más de sí mismo para enfocarse en los demás y esto retrasa los logros personales.

Bibliografía

  • Calderón, M. J. G., Ortiz, M. A. C., & del Barrio Gándara, M. V. (2011). Estudio sobre la red nomológica de la envidia en población infanto-juvenil. Visto en http://revistalatinoamericanadepsicologia.konradlorenz.edu.co/
  • Crusius, J., & Mussweiler, T. (2014). La envidia. Mente y cerebro, (65), 16.
  • Martínez, L. M. R. (2005). Celos y envidia: emociones humanas. UNAM.
  • Ormeño Karzulovic, J. (2018). Envidia, resentimiento e igualdad.

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