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Psicología en catástrofes naturales

Psicología en catástrofes naturales
Psicopedia

La alteración psicosocial que se produce como consecuencia de una catástrofe es uno de los aspectos que requiere una mayor atención durante estas situaciones.

Con la erupción del volcán de la isla de La Palma hemos podido comprobar la importancia que tiene la intervención de los psicólogos en procesos traumáticos como este. Este tipo de atención es clave a corto, medio y largo plazo, siendo imprescindible la presencia de personal especializado en emergencias y desastres.

El factor del volcán, que es algo totalmente incontrolable y que genera un sentimiento de incertidumbre, provoca que la población palmera deba ser atendida por profesionales actualizados en psicología vinculada a la atención de emergencias y catástrofes.

Psicología en Emergencias y Desastres

En 2004, a manos de Losada Fernández se conceptualizan las catástrofes como hechos inesperados, urgentes y causantes de un impacto social que genera duelos tanto individuales como colectivos, e implican un peligro. Por otra parte, es importante tener en cuenta que las catástrofes afectan a la integridad psicológica de las víctimas, pero también de los profesionales que les atienden.

La situación en La Palma representa una catástrofe natural, provocada por una erupción volcánica, que ha dejado a miles de familias sin hogar y sin trabajo. Este hecho, que aún no ha llegado a su fin, provoca insomnio, ansiedad e incluso depresión, provocado por la incertidumbre de los acontecimientos.

Las víctimas siguen viviendo los seísmos y explosiones que genera el volcán. Por ello, este impacto emocional puede durar años, motivo por el que la asistencia psicológica temprana es tan importante en este tipo de catástrofes.

En la actualidad, el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) se encuentra trabajando en la isla de La Palma, asistiendo psicológicamente a todas las personas que están siendo o han sido evacuadas, y, sobre todo, a grupos de riesgo como son niños, grupos dependientes y personas mayores.

Enfrentarse a un acontecimiento peligroso como es un desastre natural, que sucede de manera inesperada e incontrolada y que puede conllevar riesgo de muerte o de pérdidas materiales, tiene consecuencias psicológicas en las personas afectadas.

En ese sentido, la Psicología en Emergencias y Desastres es la rama encargada del estudio de las reacciones frente a situaciones de catástrofe en sus diferentes etapas.

En el caso concreto de La Palma, los profesionales se encuentran ofreciendo asistencia en el proceso del “durante”, pero estas secuelas pueden perdurar en el tiempo, por lo que es fundamental la implementación de estrategias para lograr la recuperación de los afectados de estos municipios en una etapa posterior al cese de la actividad volcánica.

Además, deben prevenir y reducir las respuestas disfuncionales generadas por el desastre para posibilitar la rehabilitación y reconstrucción de sus vidas.

Perfil del profesional en Psicología

Los profesionales que se dedican a este ámbito asistencial deben contar con unas habilidades y competencias específicas, que le permitirán enfrentarse a situaciones de emergencia. Entre estas aptitudes se encuentran:

  • Equilibrio emocional
  • Capacidad de autocontrol
  • Resistencia a la fatiga tanto física como psicológica
  • Empatía
  • Capacidad de adaptación
  • Trabajar en equipo
  • Capacidad de colaborar con otros profesionales
  • Toma de decisiones bajo presión
  • Soportar la frustración
  • Disciplina
  • Capacidad de planificación
  • Responsabilidad
  • Resiliencia
  • Inteligencia emocional
  • Empatía
  • Autenticidad
  • Actitud positiva frente al superviviente
  • Capacidad de encajar errores.

Las funciones más destacadas de este profesional son cuatro:

  • Prevención
  • Planificación
  • Intervención
  • Rehabilitación

Sobre el aspecto de prevención, el profesional debe realizar la coordinación de todo un equipo psicosocial donde se encargará de la distribución de tareas, detectando las carencias de material y estableciendo parámetros de seguimiento.

Por otra parte, la labor de asesoramiento a la hora de transmitir malas noticias, como listados de personas fallecidas o la enumeración de pérdidas materiales, requiere de una estrategia de disminución del impacto psicológico negativo, tanto a familiares como a medios de comunicación.

A la hora de intervenir en el desastre in situ, se debe hacer un trabajo de observación de manera individualizada, analizando los comportamientos con el objetivo de detectar qué tipo de intervención es la más adecuada en un primer momento.

Entre las diferentes estrategias se encuentran las entrevistas a familiares, un primer contacto psicológico con las víctimas o la evaluación para la distinción de los grupos de riesgo.

De igual forma, el profesional de la Psicología debe evaluar qué personas son susceptibles de requerir una atención de su salud mental a largo plazo, así como comenzar con la gestión de procesos de duelo y crisis familiares.

En cuanto a la rehabilitación, este proceso va a depender del tiempo y de la persona. No obstante, se pueden plantear objetivos a corto, medio y largo plazo para la recuperación del afectado.

A corto plazo, el objetivo principal es mitigar el sufrimiento y ofrecer herramientas para tratar de acelerar la recuperación.

A medio plazo, los profesionales se centran en la prevención de secuelas psicológicas, así como la evaluación del Trastorno de Estrés Postraumático (TEP). No obstante, la asistencia a largo plazo queda fuera del control del equipo especializado, siendo trasladado a los centros asistenciales.

Es fundamental que los profesionales especializados continúen con el proceso de rehabilitación de las personas afectadas por una emergencia a largo plazo, siempre que su situación lo requiera.

Sin embargo, el sistema actual no contempla esta posibilidad, provocando una ralentización en el proceso de recuperación, llegando a experimentar una involución en algunos casos. Por ello, es importante una reforma en el sistema de salud actual, logrando una mayor presencia de psicólogos especializados en los centros de atención primaria.

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