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Indefensión aprendida: el inmenso poder de las creencias

indefensión aprendida
Psicopedia

Nos gusta creer que somos capaces de hacer lo que sea necesario para cambiar una situación que consideramos negativa para nosotros.

La investigación sobre lo que se conoce como indefensión aprendida ha demostrado sin embargo que cuando las personas sienten que no tienen control sobre lo que sucede, tienden a rendirse y a conformarse con su destino.

¿Qué es la indefensión aprendida?

Desde un punto de vista puramente conductista, la indefensión aprendida se presenta cuando un animal es sometido de forma repetida a un estímulo aversivo del que no puede escapar.

Eventualmente, el animal dejará de intentar evitar el estímulo y se comportará como si estuviera totalmente incapacitado para cambiar la situación. 

En el futuro, incluso cuando se presenten oportunidades para escapar, este desamparo aprendido evitará cualquier acción.

Si bien el concepto está fuertemente vinculado a la psicología y al comportamiento animal, también puede aplicarse a muchas situaciones de la cotidianidad humana.

El descubrimiento de la indefensión aprendida

El concepto de indefensión aprendida fue descubierto accidentalmente por los psicólogos  Martin Seligman  y Steven F. Maier. 

Inicialmente, habían observado un comportamiento indefenso en los perros que estaban condicionados clásicamente para esperar una descarga eléctrica después de escuchar un tono.

Más tarde, los perros fueron colocados en una caja de transporte que contenía dos cámaras separadas por una barrera especialmente baja. El suelo estaba electrificado por un lado, y no por el otro.

Los perros previamente sometidos al  condicionamiento clásico  no hicieron ningún intento de escapar, a pesar de que evitar el choque simplemente implicaba saltar sobre una pequeña barrera.

Posteriormente se han ideado experimentos similares en contextos diferentes y con los mismos o parecidos resultados.

Indefensión aprendida en las personas

El impacto de la indefensión aprendida se ha demostrado en diferentes especies animales, pero sus efectos también se pueden ver con claridad en las personas.

Veamos un ejemplo bastante común: un niño que fracasa habitualmente en los exámenes y tareas de matemáticas comenzará a sentir rápidamente que nada de lo que haga tendrá ningún efecto en su rendimiento en matemáticas. 

Cuando más tarde se enfrente a cualquier tipo de tarea relacionada con las matemáticas, puede experimentar sensaciones de impotencia y frustración, previas a la propia ejecución de la tarea.

La indefensión aprendida también se ha asociado con varios trastornos y estados psicológicos diferentes: La depresión, la ansiedad, las  fobias , la timidez y la soledad pueden verse alimentados con facilidad por la indefensión aprendida.

Por ejemplo, una mujer que se siente tímida en situaciones sociales puede llegar a sentir que no hay nada que pueda hacer para superar sus síntomas

Esta sensación de que sus síntomas están fuera de su control directo puede hacer que deje de involucrarse en situaciones sociales, lo que hace que su timidez sea aún más pronunciada (típico efecto de la evitación conductual).

Los investigadores han descubierto, sin embargo, que esta sensación de desamparo aprendido no siempre se generaliza del mismo modo en todos los entornos y situaciones.

El estudiante del ejemplo anterior, que experimenta indefensión con respecto a las tareas matemáticas, no experimentará necesariamente esa misma impotencia cuando se enfrente a realizar cálculos en el mundo real.

En otros casos sin embargo, las personas pueden experimentar una indefensión aprendida que se generaliza en una amplia variedad de situaciones.

El papel de la atribución o los estilos explicativos

Es lógico preguntarse entonces, ¿por qué algunas personas desarrollan una indefensión aprendida y otras no? ¿Por qué es específico para algunas situaciones y más global en otras?

Muchos investigadores creen que la teoría de la atribución o los estilos explicativos juegan un papel importante en la determinación de cómo las personas se ven afectadas por la indefensión aprendida. 

Esta visión sugiere que el estilo característico de un individuo para explicar los eventos ayuda a determinar si desarrollarán o no esa sensación de impotencia y desamparo.

Un estilo explicativo pesimista se asocia con una mayor probabilidad de experimentar la indefensión aprendida. Las personas con este estilo explicativo tienden a ver los eventos negativos como ineludibles e inevitables y tienden por tanto a eludir la responsabilidad personal de tales eventos negativos.

La indefensión aprendida en los niños

El desamparo aprendido a menudo se origina en la infancia, y determinados estilos educativos pueden contribuir a estos sentimientos de indefensión.

Cuando los niños necesitan ayuda y no la reciben puede quedar en ellos la sensación de que nada de lo que hagan cambiará su situación. Las experiencias repetidas que refuerzan estos sentimientos de impotencia y desesperanza pueden hacer que crezca hasta la edad adulta.

Las principales señales de indefensión aprendida en los niños incluyen la baja autoestima, la pasividad, la poca motivación, la falta de esfuerzo, la frustración y la renuncia.

Por otra parte, este estilo de afrontamiento también puede provocar ansiedad, depresión o ambos. Cuando los niños sienten que no han tenido control sobre los eventos pasados ​​de sus vidas, interiorizan la expectativa de que los eventos futuros serán igualmente incontrolables.

Debido a que creen que nada de lo que hagan cambiará el resultado de un evento, los niños a menudo se quedan pensando que ni siquiera deberían molestarse en intentarlo.

Indefensión aprendida y salud mental

Se cree que la indefensión contribuye a los sentimientos de ansiedad y puede influir en el inicio, la gravedad y la persistencia de enfermedades como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG).

Cuando se experimenta ansiedad crónica, es fácil dejar de encontrar alivio ante la idea de que las sensaciones vinculadas a la ansiedad parecen inevitables e intratables.

Debido a esto, las personas que experimentan problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, pueden rechazar medicamentos o terapias que de otro modo podrían ayudar a aliviar sus síntomas.

A medida que las personas envejecen, la indefensión aprendida puede convertirse en un círculo vicioso, ya que no buscan opciones que puedan ayudar a salir de la situación, lo que contribuye a aumentar los sentimientos de impotencia y ansiedad.

Cómo superar la indefensión aprendida

¿Es posible superar la indefensión aprendida? La investigación sugiere que la indefensión aprendida puede disminuirse con éxito, especialmente si la intervención ocurre durante el inicio temprano.

La psicoterapia puede ser también efectiva para reducir los síntomas de la indefensión en aquellos casos en los que se interviene más tarde. Diversos estudios, como el que se se describe a continuación lo vienen demostrando:

A algunos participantes se les pide que intenten completar una tarea sin solución. Posteriormente se somete a terapia tan solo a la mitad de ellos.

Los estudios coinciden en que aquellos que reciben una intervención terapéutica después de fallar en la tarea tienen más probabilidades de volver a intentarlo y completar con éxito una tarea posterior de seguimiento. 

Aquellos que no reciben una intervención tienen sin embargo más probabilidades de experimentar la indefensión aprendida y en consecuencia rendirse.

La terapia cognitivo-conductual  es la forma de psicoterapia considerada más beneficiosa para superar el estilo de pensamiento y los patrones de comportamiento que contribuyen a la indefensión aprendida.

El objetivo de la TCC es ayudar a los pacientes a identificar patrones de pensamiento negativos que contribuyen a los sentimientos de impotencia aprendida y luego reemplazar estos pensamientos con pensamientos más optimistas y racionales. 

Este proceso a menudo implica analizar cuidadosamente lo que está pensando, desafiar activamente estas ideas y disputar los patrones de pensamiento negativos que anteceden a la conducta.

Una reflexión sobre la indefensión y las creencias que nos limitan

Cuando los elefantes son recién capturados en la naturaleza para ser entrenados, sus entrenadores tomarán una cadena fuerte y atarán sus patas a una viga de acero hincada en el suelo.

El elefante tirará y peleará por un tiempo. Luego dejará de hacerlo porque aprenderá que por más que tire no podrá alejarse. Con el tiempo, el palo se hace cada vez más pequeño porque el elefante ya no tira tan fuerte. 

La cadena se convierte en una cuerda, la viga de acero se convierte en una estaca de madera, y muy pronto el elefante dejará de luchar por completo.

Con un elefante completamente entrenado, un entrenador simplemente atará una cuerda a su pata y la lanzará al suelo, y el elefante no se moverá. Tan fuerte es la creencia de que está indefenso.

No hay que reflexionar demasiado para llegar a la conclusión de que nuestras vidas están lastradas de manera similar por tales limitaciones autoimpuestas

Tal vez hemos intentado algo y hemos fallado. Tal vez hemos fallado varias veces. Tal vez ni siquiera lo intentamos, porque teníamos mucho miedo de fallar. 

De cualquier manera, cada uno de nosotros construimos creencias sobre la idea de que simplemente no podemos hacer algunas cosas, y estas creencias obstaculizan nuestras acciones. 

Nos impiden maximizar nuestro potencial. Frustran nuestros esfuerzos para para alcanzar objetivos, y la mayoría de ellas, son simplemente autoimpuestas.

El poder de la creencia es fuerte. El efecto placebo es un testimonio de eso. Nuestras creencias dan forma a nuestras acciones, y nuestras acciones generan resultados y afectan a nuestras vidas. 

La conclusión es clara. Si quieres cambiar tu vida, si quieres ser más, hacer más, dar un paso más alto y elevar el nivel, entonces no trates de cambiar tus acciones, esfuérzate por cambiar tus creencias. El resto sucederá naturalmente. 

Porque a medida que tus nuevas creencias impactan en tus acciones, tus acciones generan resultados que refuerzan tus creencias. Es un círculo vicioso donde el éxito genera éxito.

Mira con atención las cosas en las que fallas con frecuencia. Analiza detenidamente todo aquello que has dejado de hacer o alcanzar. Y luego pregúntate qué creencias te impidieron alcanzar tus metas y ¡cámbialas!.

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