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El efecto nocebo o el poder de las expectativas

Efecto nocebo
Daniel Lobato López
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Como ávido lector de esta web, habrás podido comprobar que a los psicólogos nos encanta estudiar el comportamiento humano. Tal es así, que no son pocos los estudios e investigaciones que se han realizado con idea de avanzar en el conocimiento y extraer conclusiones que puedan ser útiles para el conjunto de la sociedad.

Hoy vamos a hablar acerca de un tipo de experiencia que tiene mucho que ver con las expectativas que nos creamos, las cuales en numerosas ocasiones han demostrado ser realmente importantes en relación con los posteriores resultados.

¿En qué consiste el efecto nocebo?

Quizá esta palabra te resulte un poco extraña, incluso es posible que no la hayas oído nunca. En su lugar, es más probable que hayas oído hablar acerca de su hermano gemelo: el conocido efecto placebo.

En él, una persona que espera obtener un determinado resultado favorable tras una determinada acción terapéutica (por ejemplo tomar una pastilla), la cual es en sí misma inerte, acaba manifestando la tan esperada mejoría.

En el caso del efecto nocebo ocurre justo lo contrario. Si a una persona, por ejemplo, se le aplica una crema basada en una solución inocua pero se le informa con cierta seriedad y credibilidad de que es muy probable que a los pocos minutos comience a experimentar picor o alguna otra sensación negativa, la persona en cuestión muy probablemente acabará notándolo.

Si además, este pequeño teatro se adorna con palabras clave como “estudio científico”, “efectos secundarios” o “investigación”, las probabilidades son aun mayores.

Efecto nocebo y expectativas

El efecto nocebo ha sido menos utilizado en el campo de la medicina que el placebo. A pesar de ello, no son pocos los estudios en los que se ha confirmado su existencia.

Como decíamos anteriormente, el ser humano está diseñado para ver lo que espera ver, y sentir lo que espera sentir. Es decir, el valor de las expectativas es enorme, y esto es algo en lo que estarían influyendo tanto nuestras creencias como nuestro aprendizaje.

Si nos remitimos a los más sencillos experimentos de condicionamiento clásico, los famosos perros de Pavlov ya salivaban al oír la campana que sonaba como preludio a la aparición de la comida.

En el caso que nos ocupa, si una persona realmente espera percibir una serie de efectos o síntomas tras la aplicación de alguna medida terapéutica, los acabará experimentando en mayor o menor medida.

Aquí, además de las expectativas, estaría jugando un papel fundamental un término muy interesante a nivel psicosocial, que es la creencia en las figuras de autoridad.

Si a lo largo de nuestra vida hemos interiorizado la idea de que los médicos son personas inteligentes y respetadas, esta creencia tendrá un impacto relevante en factores como la adherencia al tratamiento o incluso en nuestra mejoría.

Parece razonable pensar que, por tanto, ocurrirá lo mismo en el terreno opuesto; es decir, en aquel en el que alguna figura respetada nos avise de que podemos experimentar efectos adversos tras alguna intervención.

Cuánto mas caro, mayor impacto

La nota curiosa de este tipo de experiencias tiene que ver con el nivel de credibilidad del producto o medida terapéutica en cuestión. Según los resultados de este interesante estudio, se demostró que cuánto más caro y famoso era un producto o marca, mayores síntomas esperados producía.

Una vez más, los factores psicológicos se ponen en juego, y la idea preconcebida que tenemos de las cosas parece ser decisiva a la hora de generar determinadas respuestas.

En cuanto a las áreas cerebrales implicadas en este proceso, parecen ser las mismas tanto para el efecto placebo como el nocebo. Hablamos del córtex cingulado anterior y de la sustancia gris periacueductal. Parece ser que ambos efectos estarían mediadas por ellas, aunque con patrones de activación diferentes.

La ética y la salud

Podríamos iniciar un amplio debate acerca del fundamento ético de este tipo de intervenciones. Analizado con frialdad, realmente se está engañando a la persona, tanto en el caso del efecto placebo como en el nocebo.

En el caso del último y con vistas a obtener información y conocimiento, una persona estaría experimentando algún tipo de malestar o sufrimiento con el “experimento”. Dejaremos aquí a la elección del propio lector su opinión al respecto.

Como nota de actualidad, mencionaremos los frecuentes casos de personas que han recibido la dosis de la novedosa vacuna de AstraZeneca frente al covid-19 y que, a los pocos minutos de su administración, empezaron a experimentar síntomas que se asemejaban a los de un trombo.

Un ejemplo más del poder de la mente.

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