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El miedo a la intimidad

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Teresa Gallego
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Intimidad, significa ponernos en contacto con los sentimientos de otra persona, acercarnos al otro. Pero esta cercanía requiere un equilibrio, necesita a su vez cierta distancia, el mantenimiento de la propia individualidad, el “ser yo” además de “nosotros”.

Muchas personas no son capaces de hacer esta diferenciación y la pareja se fusiona, sufriendo porque no pueden tolerar la separación, la privacidad, generando una dependencia emocional, que desgasta la pareja y que puede generar problemas como ansiedad, depresión, desvalorización, miedos, celos, etc.

En la intimidad se admite a la otra persona como independiente y se comparten aspectos propios y comunes, se trata de formar un equipo en el que cada uno tiene su mundo y a la vez, un universo común.

Estos límites son fundamentales: mantener el espacio personal, los ratos para uno mismo, el cuarto o espacio propio para leer o descansar;  los intereses individuales, como actividades, deportes o amigos diferentes; conocer los deseos de uno mismo, qué quiere hacer, las expectativas respecto a si mismo y a la pareja, etc.

A su vez conocer al otro, implica poder enriquecer la relación, como por ejemplo, haciendo una pequeña sorpresa que le haga entender a la pareja que conocemos sus aficiones, aunque nos las compartamos, ya que eso muestra interés y aumenta la autoestima; o aprovechar la independencia para disfrutar de las ocasiones en las que las actividades se hacen en común: organizando un viaje, una excursión, una cena.

El miedo a la intimidad y a la comunicación de sentimientos

Sin embargo, lograr la intimidad como un paso más allá de la individualidad, es decir el compartir, puede también generar miedos, porque pensamos que perdemos el control de nuestra independencia o porque pensamos que al abrirnos, nos van a hacer daño:

  • miedo a exponerse, a descubrirse, a que conozcan tus puntos débiles
  • miedo al abandono, al sentirse rechazado,.
  • miedo a la pérdida de control, a la responsabilidad
  • miedo a los impulsos y a la valoración por parte del otro, a las críticas
  • miedo a ser absorbido, a perder nuestra independencia

Cuando además de temores en relación con la intimidad, mantenemos también poca comunicación, la pareja queda a expensas de los sobreentendidos: “él ya tendría que saber lo que me gusta” “si ya sabe que la quiero”; de la esperanza a que algo cambie y a las dudas constantes.

Comunicarse es fundamental, pero no es sencillo, y menos cuando  debemos de comunicar sentimientos: nos sentimos vulnerables, nos parece ilógico tener que exponerlo, nos da miedo la respuesta, los cambios… debemos primero entender qué sentimos y porqué lo sentimos para poder expresarlo y escuchar a las emociones no es una tarea tan habitual.

¿Cómo enfrentar el miedo a la intimidad?

R. Sherman, (1991) nos muestra un sencillo ejercicio llevado a cabo en terapia, para quienes tienen miedo de expresar sus dudas y sentimientos, preguntar a la pareja: ¿Cómo sabría que la otra persona está enamorada de usted? ¿Qué tiene que hacer para demostrárselo? ¿Qué conductas en el día a día se lo muestra?.

De esta forma el lenguaje claro facilita el entendimiento entre los miembros y pueden contrastar y hablar sobre sus diferentes respuestas, además de compartir sus experiencias emocionales. A veces cuestiones sencillas relacionadas con las expectativas y los deseos, abren puertas a la comunicación y facilita el reajuste de la pareja.

En muchas ocasiones, es necesario mejorar la expresión de sentimientos y centrar los mensajes en  mensajes yo: “cómo me siento cuando haces algo” en lugar de  mensajes tu: “lo que has hecho y cómo me has hecho sentir”.

Escuchar de forma activa, cuántas veces hemos oído “es que no me escuchas”, que requiere atender a lo que el otro le está contando, asentir con movimientos, repetir lo que el otro dice para saber si le está entendiendo y por último si ya no hay más que contar, sugerir apoyo o solución, pero nunca solucionar como primera opción.

Así mismo debemos de ser conscientes de que no expresamos los sentimientos negativos para castigar, si no para poder cambiar y mejorar y que todo intento de solución es positivo y debemos de perder el miedo a las emociones porque son una guía que nos dice qué camino escoger, tenemos que escucharlas y compartirlas para poder mantener una satisfactoria relación de pareja.


Recursos:
Siete reglas de oro para vivir en pareja
Fuentes:
Morfa, J.D (2003) Prevención de los conflictos de pareja. Bilbao: Desclee de Browner Imagen cortesía de Toni Blay vía Flickr.com


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