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Cuando se está en peligro, es natural sentir miedo. Este miedo provoca muchos cambios en el cuerpo, que en fracciones de segundo se prepara para defenderse contra el peligro o evitarlo.
Esa respuesta de “lucha o huida” es una reacción sana que aparece con la intención de proteger a la persona de cualquier daño o riesgo percibido. Pero en el trastorno de estrés postraumático (TEPT), esta reacción se cambia o se daña. Las personas que tienen trastorno de estrés postraumático se sentirán estresadas o asustadas incluso cuando ya el peligro no está presente.
El trastorno de estrés postraumático se desarrolla después de una experiencia aterradora que involucra daño físico o la amenaza de daño físico. La persona que desarrolla el TEPT puede haber sido directamente afectada. En otras ocasiones el daño puede haber ocurrido a un ser querido, o la persona puede haber sido testigo de un evento traumático que le sucedió a sus seres queridos o incluso a personas desconocidas.
El estrés postraumático recibió por primera vez una atención clínica relevante en relación con los veteranos de guerra, pero puede ser el resultado de una serie de incidentes traumáticos, tales como asaltos, violación, tortura, secuestro o cautiverio, abuso infantil, accidentes automovilísticos o aéreos, bombardeos, o desastres naturales como inundaciones o terremotos.
En la última década se ha producido un rápido progreso en la investigación sobre las bases psicológicas y biológicas del trastorno de estrés postraumático, que ha llevado a los científicos a centrarse en la prevención como un objetivo realista e importante.
Algunas de estas investigaciones están explorando nuevos medicamentos, pensados para atacar las causas subyacentes del trastorno, en un esfuerzo por llegar a prevenirlo.
Otras investigaciones están tratando de mejorar los factores cognitivos, de personalidad y de protección social y de reducir al mínimo los factores de riesgo para evitar el trastorno después de una experiencia traumática, mientras por otra parte se está tratando de identificar qué factores determinan si una persona con trastorno de estrés postraumático responderá bien a un tipo de intervención u otra, con el objetivo de desarrollar tratamientos más personalizados, eficaces y eficientes.
Por el momento, y tomando como base la evidencia científica contrastada en numerosos estudios, puede concluirse que las terapias cognitivo-conductuales (TCC) basadas en la exposición parecen ser las terapias de elección para el tratamiento del TEP aplicadas en formato individual.
Estos programas de tratamiento suelen incluir los siguientes componentes terapéuticos: psicoeducación, respiración, relajación y algún tipo de reexposición a la experiencia traumática pasada, ya sea en imaginación, en vivo, contar la experiencia directamente al terapeuta, de forma escrita, verbal o grabada en un audio.
El documento que ofrecemos para su descarga, firmado por Soledad Quero y Cristina Botella (Universidad Jaume I) nos muestra una revisión de los tratamientos psicológicos considerados eficaces a la luz de la evidencia científica, haciendo alguna consideraciones especiales para víctimas de abuso sexual en la infancia y dedicando un apartado especial a los avances realizados en el uso de la Realidad Virtual como tratamiento novedoso.
Se trata de un trabajo de gran interés teórico y práctico al que te recomiendo dedicar un poco de atención.
►Recursos:
Tratamiento psicológico del estres postraumatico
►Fuentes:
FOCAD Imagen cortesía de Skysthelimit vía morguefile.com
Dados los noconsigo descargar el PDF.
Gracias