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Gerascofobia, el miedo atroz a envejecer

Gerascofobia - Miedo a envejecer
Daniel Lobato López
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El paso del tiempo es quizá de las pocas cosas que hoy en día no podemos combatir. Las hojas del calendario van pasando, y no todos somos capaces de asumirlo de la mejor manera.

Existen personas a las que literalmente les aterra envejecer, llegando a experimentar verdadero pánico ante la percepción de los primeros signos que evidencian que se están haciendo mayores… ¿Por qué sucede esto? ¿Están realmente fundados esos miedos? Vamos a analizarlo con detalle.

¿En qué consiste la gerascofobia?

Como ya sabréis, a los psicólogos nos gusta ponerle nombres a todo. La palabra gerascofobia, la cual significa literalmente miedo a envejecer, nos habla bien a las claras de un temor presente en muchas personas.

Es importante mencionar que no estamos hablando de una simple inquietud ante la realidad de hacernos mayores, sino de una verdadera sensación de angustia ante esta realidad.

La persona con esta fobia puede llegar sentirse verdaderamente deprimida ante la aparición de su primera cana, el descubrimiento de nuevas arrugas en su piel o algún fallo en su memoria.

Sin embargo, hemos de saber que los miedos de un gerascofóbico van mucho más allá de la apariencia física, centrándose también en otros aspectos que suele conllevar hacerse mayor. Hablamos de hechos como la pérdida de movilidad e independencia, la soledad, la enfermedad, etc.

En cualquier caso, la persona que la padece puede llegar a tener verdaderos pensamientos obsesivos acerca de este tema, afectando de manera seria a su calidad de vida. Tal es así, que una simple conversación acerca del tema o la constatación de algún cambio que indique la proximidad de la vejez les aterra.

¿Por qué tanto miedo a envejecer?

Como suele ser habitual, no existe una sola causa que convierta a una persona en gerascofóbica. Más bien es un cúmulo de circunstancias las que, combinadas, hacen que una ligera inquietud acabe convirtiéndose en un miedo de este calibre.

En primer lugar, hemos de tener en cuenta que es a partir de los treinta años cuando comienzan a experimentarse una serie de cambios relevantes en nuestro cuerpo. Aquí comienza el declive fisiológico, y algunas de nuestras facultades tanto físicas como intelectuales pueden experimentar algunos cambios.

Este hecho, unido a los valores de nuestra propia cultura y a los mensajes que nos envían los medios de comunicación acerca de la vejez, puede hacer que acabemos preocupándonos más de lo a priori razonable.

Si además de lo anterior, hemos tenido alguna experiencia especialmente desagradable con la vejez, quizá el haber visto muy de cerca la enfermedad en algún familiar, es más que probable que este miedo se desarrolle.

En cualquier caso, como ocurre en otros tantos problemas psicológicos, la gerascofobia se puede tratar. Veamos cómo.

¿Cómo combatir la gerascofobia?

Tal y como decíamos con anterioridad, envejecer es inevitable. Sin embargo, lo que sí podemos evitar es caer en las redes de una serie de creencias negativas acerca de la vejez, las cuales no siempre se ajustan a la realidad.

Si bien es cierto que hacernos mayores conlleva una serie de limitaciones y dificultades añadidas, no todo es negro. De hecho, existen muchos mitos e ideas erróneas acerca de las personas mayores que sería bueno considerar.

A grandes rasgos, suele pensarse que una persona mayor es alguien malhumorado, con formas anticuadas de pensar, poca creatividad, con terribles fallos de memoria y con niveles muy bajos de actividad. Es importante que el gerascofóbico entienda que esto no siempre es así, y que va a depender mucho de la persona en cuestión.

De hecho, un reciente estudio asegura que las personas mayores pueden ser, al menos, tan creativas como las más jóvenes, encontrando que hay dos ciclos de vida diferentes de la creatividad, uno que afecta a algunas personas al principio de su carrera y otro que ocurre con más frecuencia más adelante en la vida.

Por otra parte, no nos cansamos de ver a personas mayores practicando deporte, risueñas y con ganas de vivir, lo cual nos indica que la vejez está mucho más en el propio espíritu que en el cuerpo.

Estas apreciaciones pueden trabajarse con el gerascofóbico mediante terapias cognitivo-conductuales, a través de las cuales se establezca un clima de reflexión y de apertura. Asimismo, la desensibilización afectiva y la programación neurolinguïstica también han mostrado excelentes resultados a este respecto.

La gerascofobia: ¿un miedo irracional?

No me gustaría terminar este artículo sin dejar en el aire la posibilidad de que este miedo quizá no debería clasificarse en la categoría de “fobias”.

A mi particular modo de ver, el componente esencial de una fobia es el miedo irracional a algún elemento o situación, entendiéndose que las probabilidades de ocurrencia de algo terrible en relación a lo que se teme son extremadamente bajas.

En este caso, muchos de los elementos a los que las personas temen sí que se cumplirán (muchos enfermarán y tendrán limitaciones), por lo que quizá sería mas interesante un trabajo de aceptación de la realidad, en lugar de insistir en que en la vejez todos estaremos casi mejor que de jóvenes…

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