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Los sueños han sido siempre un enigma, un fenómeno curioso y desconocido que lo mismo nos fascina que nos mantiene en vilo por el temor o la incertidumbre. Le hemos buscado cientos de explicaciones, desde científicas a religiosas, y aún hoy, en plena efervescencia de las neurociencias seguimos sin conocer con certeza por qué y para qué soñamos.
En el ámbito de la psicología los sueños han tenido en el pasado una importancia vital, una relevancia que le fue otorgada por Sigmund Freud en su conocida obra “La interpretación de los sueños” en la que se teorizaba sobre una interpretación simbólica de los sueños en relación a los deseos inconscientes. Una explicación que se ha mantenido en cierto modo hasta nuestros días matizada por psicoanalistas posteriores como Jung o Ferenczi.
Hoy nos acercamos a los sueños de un modo más pragmático y objetivo (aunque también seguramente menos enriquecedor). La realidad es que soñamos alrededor de seis años durante toda una vida, y aunque intuimos que tienen una importante relación con la psicología humana, aun desconocemos su verdadero propósito o significado.
Según el punto de vista adoptado soñamos para cumplir un deseo, ya sea real o simbólico, para almacenar nuestros recuerdos de manera temporal, para deshacernos de energía sobrante, para consolidar lo aprendido durante el día, para defendernos de la realidad o simular amenazas.
Soñamos para resolver problemas, para procesar emociones dolorosas, para poner a prueba nuestras capacidades y discapacidades.
Es seguro que aún buscaremos e incluso probaremos científicamente otras muchas explicaciones de este fenómeno peculiar, lo que nos hará como casi siempre ocurre, estar cada vez más lejos de su comprensión. Por eso, y por el momento prefiero quedarme con el añejo Freud: “Para mi gran asombro descubrí un día que no era la concepción médica del sueño, sino la popular, medio arraigada aún en la superstición, la más cercana a la verdad”.
►Recursos:
La interpretación de los sueños (Biblioteca Freud)
►Fuentes:
Imagen cortesía de Federico Stebanin vía freedigitalphotos.net
Evidentemente, si interpretamos el sueño desde el punto de
vista mágico estaremos haciéndole un flaco favor a la racionalidad
impregnándola de superstición. Hay que investigar el mecanismo del sueño desde
lo racional. Si tenemos en cuenta que se trata de un fenómeno de la mente y
entendemos esta como un poso donde van a parar las vivencias subjetivas en el
cerebro de una individualidad, nos daremos cuenta de que se trata en esencia de
un fenómeno generado por el mecanismo de funcionamiento del cerebro, y entonces
veremos que hay una explicación lógica, con sentido, del fenómeno.
Vamos a intentar definir sucintamente la función de este
sistema, a la espera de mejor ocasión en la que podamos describirlo más extensamente.
Si consideramos al cerebro como la máquina del verdadero
movimiento continuo, veremos que nace con unas propiedades de funcionamiento
básicas dispuesto a ir incorporando experiencias vitales que nos van sirviendo
de referencia y con las que comparamos continuamente.
Una característica de esta “máquina” es que no suele rematar
los pensamientos que acaban quedandp “por ahí” en desorden. Mientras hay
cerebros que resumen, organizan y archivan bien la esencia de esas vivencias,
hay otros (puede que la inmensa mayoría) que lo dejan todo a medias y después
de un hartazgo vivencial necesitan de esa organización, obtención de la esencia
y posterior envío a “la mente”, entendiendo esta como la esencia de la
personalidad, un “lugar” en el cerebro en el que se archivan las vivencias
procesadas y que en definitiva determinan la individualidad.
Si consideramos que hemos sido “configurados” por un planeta
con una sola estrella que hace que en su superficie haya dos fases bien
diferenciadas: El día y la noche; y al haber sido seleccionados por este para
la supervivencia como animales diurnos, el mismo mecanismo vital ha escogido la
parte nocturna como el momento del proceso para realizar la fase del orden a
través de los distintos niveles del cerebro durante el sueño.
Podríamos considerar entonces que durante el sueño se
produce ese mecanismo en el cual se acaba de procesar la esencia de la vivencia
que contenía deseos, instintos, subjetividades… que lejos del control ejercido
durante la vigilia, procesa y resume la vivencia, evitando los empaches y malas
digestiones. Si lo vemos desde esa perspectiva, quizás tenga sentido.
Este es mi punto de vista, mi humilde opinión.
Excelente aporte Joan. Un interesante punto de vista que me reafirma en mi convicción de que a medida que intentamos explicar el fenómeno onírico nos alejamos un poco más de su comprensión.
Gracias por el modelo propuesto. Es el más claro acercamiento a la explicación para este fenómeno que he leído. Con este me quedo por el momento. Hasta hoy por la noche…