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¿Cómo debería ser una buena relación de pareja?

relacion de pareja
Ángela Gual

Buena pregunta… pero, ¿de verdad pensáis que alguien puede responderos con una certeza realista? Realista…

Si bien es verdad que la respuesta al impulso biológico es universal, el cómo amamos, ya es otra cosa mucho más personal y subjetiva, sin reglas fijas ni patrones consolidados.

“Toda realidad cambia según el punto de vista de quien observa, y ese punto de vista provoca reacciones concretas sobre lo que personalmente vemos de esa realidad.” S. Sirgatti, C. Stefenile.

Lo único verdadero es que hay tantas realidades como pares de ojos, tantas maneras de sentir, como pieles. Y lo que a mi me encanta, te provoca rechazo, y lo que te gusta me disgusta.

Por lo tanto y volviendo a la pregunta original, ¿Cómo debería ser una buena relación de pareja? ¿Que debemos esperar de ella? Y sobre todo, ¿Que pasa si lo que esperamos no ocurre?

Respecto a la primera pregunta, hay que decir que en función de cómo construimos nuestras convicciones, y por lo tanto, nuestros baremos en cuestiones de amor, es decir, sobre cual sea nuestra percepción personal de la vida amorosa, qué nos hayan enseñado sobre ella, qué hayamos visto a nuestro alrededor y por lo tanto, cual sea nuestra idea de qué es y cómo funciona, esperaremos ver un dibujo concreto del amor y de sus conductas deseadas.

¿Ese dibujo corresponde con la realidad? Y más importante aún, ¿todos vemos el mismo dibujo? Y por lo tanto ¿podemos compartir de forma unitaria opiniones, críticas y juicios sobre si debería tener más color, menos trazos o más matices?

Evidentemente, cuando tenemos una idea de cómo deberían ser las cosas y no suceden como esperamos, la frustración hace aparición tan rápido como el alcohol en una fiesta de quinceañeros.

No todos tenemos las mismas expectativas sobre los conceptos amorosos de la misma manera que no todos consideramos la misma hora, óptima para tomar el sol. Sin embargo tenemos alguna idea de a que hora se come o se cena, incluso la hora de la merienda.

Es por eso que con frecuencia coincidimos en opiniones y juicios, aunque sean a groso modo, pero cuidado, este espejismo puede hacernos dar por supuesto que nuestros dibujos son calcos simétricos y por lo tanto, que vemos la misma realidad en los mismos hechos.

Nada más lejos de la realidad, surgen divergencias que no podemos comprender.

¿Por qué no hablamos el mismo idioma?

Las creencias de cómo deberían ser las cosas tienen la mayor parte de la culpa, aunque reconozcámoslo, la falta de habilidades para manejar una situación divergente también tiene sus consecuencias.

¿Somos demasiado rígidos? ¿Nos asustan las diferencias? ¿Somos capaces de encajar diferentes maneras de sentir y entender las relaciones? O quizás ¿no podemos soportar que alguien cuestione o peor aún juzgue nuestra forma de amar?

Imagino que sería un grandísimo regalo el poder adquirir de nuestros padres o de la cultura que nos rodea, una manera de entender las cosas más abierta y relajada, más fluida. Parece que necesitamos de la “normalidad”, de las cosas iguales o muy parecidas, para sentirnos a salvo y protegidos de “pensamientos externos”, de las rarezas que puedan corroer nuestra “normalidad” y que por lo tanto nos hacen sentir inseguros y fuera de lugar.

Quizás relajándonos un poco y no pretendiendo ser el centro del Universo, conseguiríamos ser agua y adaptarnos a esos recovecos, a esas particularidades de cada persona, que al final las hace únicas y especiales. Maravillosas.

Quizás si tratáramos de ser más tolerantes y generosos, podríamos entrelazarnos más profunda y sinceramente, confiando en el otro y amándolo por lo que es y no por lo que quiero que sea.

Quizás de esta manera podríamos sentirnos llenos por nosotros mismos para encontrar a otras personas llenas y compartir la experiencia de compartir y no de nutrir carencias.

Son muchas las cosas que podemos mejorar para experimentar el amor de una forma más libre y placentera. Solo tenemos que poner la primera piedra.

Como decía el sabio Lao-Tze: “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”.

Recuerda que una cosa te lleva a otra, que a su vez conduce a otra. Si te concentras en hacer la más pequeña, luego la siguiente y así sucesivamente, te encontrarás haciendo grandes cosas habiendo hecho únicamente pequeñas cosas.


Recursos:
Siete reglas de oro para vivir en pareja
Fuentes:
Imagen cortesía de Unsplash vía Pixabay.com

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