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Lo que hay entre el monstruo y el ratón. La asertividad

Asertividad
Jose Salido Botas
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Como sabemos, las personas tenemos diferentes formas o estilos de comunicarnos, unos más adaptativos y otros más instrumentales, pero es inviable negar que unos son más funcionales que otros. Seguro que a lo largo de este artículo se os irán viniendo imágenes de personas que podrían categorizarse en cada una de estas tres concepciones que proponemos y alguno hasta se atreverá a sentirse identificado con uno de estos tres estilos, sobre todo si tiene connotaciones que considera o valora como positivas.

En uno de los dos extremos se encuentra la primera de ellas, que me permito asociar a la imagen del clásico concepto que tenemos de un monstruo. Estas personas suelen distinguirse por el despliegue de un estilo comunicacional agresivo o invasivo (suelen agredir verbal o físicamente si no obtienen lo que desean). Son personas que no tienen problemas en violar o violentar los derechos de los demás en aras de conseguir lo que se propongan.

Ese componente que nos recuerda a rasgos eminentemente de tipo narcisista, les mueve a querer destacar a cualquier precio. Esa pretenciosidad les hace creerse “especiales” y se comunican con el resto de forma arrogante o soberbia. Es típico que salgan de su boca “deberías” o amenazas veladas formuladas desde una intención meramente imperativa. Expresan su opinión sin tener en cuenta los sentimientos y sin respetar las opiniones de los demás.

En cuanto a la conducta no verbal de este tipo de sujetos destaca una mirada fija y desafiante, un tono de voz elevado, una postura amenazante que puede llegar a intimidar al receptor del mensaje. Además son reaccionarios ante halagos y críticas, de modo que mi consejo es mantener distancia con los “monstruos” para curarnos en problemas y en salud. La ventaja de Ser “monstruo” es que la gente no los suele pisar, la desventaja es que no quieren tenerlos cerca.

En otro de los extremos, podemos encontrarnos a los ratones. Estas personas acostumbran a utilizar un estilo de comunicación caracterizado por la sumisión y por la pasividad. Esta forma permisiva de socializarse promueve que los demás los pisen, puesto que tienen serias dificultades en la defensa de sus propios derechos. Suelen hacer lo que les dicen, sin manifestar lo que piensan o sienten al respecto.

Su comportamiento en muchas ocasiones denota dependencia tanto a nivel físico como a nivel emocional, ya que necesitan de otras personas para tomar decisiones, para sentirse protegidos o para iniciar nuevos proyectos. Como podéis imaginaros los ratones son carne de cañón para los monstruos, debido a que su indefensión y su baja autoestima son la combinación perfecta para que sus cualidades sean explotadas por éstos.

En cuanto a la conducta no verbal, podemos destacar una postura corporal cerrada y encogida caracterizada por la ausencia relativa o absoluta de contacto visual, un tono de voz bajo, cierta sudoración en las palmas de las manos y un comportamiento evitativo en cómputos generales.

La ventaja de ser una persona pasiva es que raramente se recibe un rechazo directo por parte de los demás, la desventaja es que los demás se aprovechan de uno y se acaba por acumular una pesada carga de resentimiento y de irritación, que puede llegar a descargarse de la forma más agresiva.

En el medio del continuo tenemos al estilo de comunicación más adaptativo y más funcional, se trata de la asertividad y lo hemos querido asociar a la figura de la persona, aunque si bien es cierto que con bastante optimismo. En este estilo debe darse un equilibrio entre la conciencia social, la autoestima y las propias limitaciones.

Esto es importante, ya que vivimos en sociedad y por ello tenemos que ser conscientes de que no estamos solos en el lugar que habitamos, que también otras personas pueden tener los mismos deseos y ambiciones que nosotros y esto puede interferir en nuestro camino, de nosotros depende cómo manejamos este tipo de situaciones.

Para este control es necesario el amor propio, el cariño y el respeto hacia uno mismo, puesto que difícilmente podremos defender nuestros derechos si no apreciamos lo que somos y lo que valemos. Además, debemos conocer y ser conscientes de nuestras potencialidades y de nuestras limitaciones; el hasta dónde podemos llegar y así ser realistas a la hora de establecer nuestras metas u objetivos. Este tipo de personas:

  • Tienen seguridad en sí mismos, son autoafirmativos y se aceptan incondicionalmente.
  • Saben comprender y manejar adecuadamente sus sentimientos y los de los demás.
  • Respetan a los demás y se respetan a sí mismos por encima de todo.
  • Ven y aceptan la realidad tal y como es.
  • Actúan y hablan en base a hechos concretos y objetivos.
  • Toman decisiones por voluntad propia.
  • Aceptan sus errores y sus aciertos siempre de forma constructiva.
  • Aceptan halagos y aprenden de las críticas.
  • Halagan y elogian pero también critican, siempre con respeto.
  • Están dispuestos a dirigir, pero también a ser dirigidos.
  • Piden lo que necesitan, dicen lo que piensan y expresan lo que sienten, con respeto.
  • Son cooperativas, buscan la fórmula del “tú ganas, yo gano”.
  • No manipulan ni se dejan manipular.
  • Hablan de sí mismos, sin vergüenza, ni “máscaras”.
  • Tienen la capacidad para estar en desacuerdo y expresarlo constructivamente.
  • Piden clarificación cuando no entienden algo.
  • Tienen la capacidad de negarse a aquello que no les gusta o no les apetece.

En cuanto a la conducta no verbal, podemos decir que son personas que practican la escucha activa, mantienen contacto ocular, se muestran corporalmente relajados, hablan de forma fluida, con un tono de voz sereno, respetan los turnos de palabra y el espacio interpersonal aunque a veces pueden recurrir al contacto físico.

Algunos autores definieron la asertividad como un rasgo de personalidad (entendiendo el rasgo como un atributo estable) y pensaron que algunas personas la poseían y otras no, exactamente igual que ocurre con la responsabilidad o la extraversión.

Yo, por contra, entiendo que la asertividad es una fracción importante de las habilidades sociales y que como tal podemos trabajarla, entrenarla y sobre todo potenciar al máximo el uso de respuestas asertivas en el mayor número de contextos sociales posibles, siempre en búsqueda de una integridad personal. Con esto, debemos tener en cuenta que el reflejo de esta autoafirmación adquiere especial relevancia y nos dota de una gran seguridad intrapersonal en el manejo de cualquier tipo de interacción social.

Ahora queda en vuestras manos entrenar vuestras habilidades asertivas y potenciar los recursos disponibles para ser “personas” o, si por el contrario estáis cómodos en el binomio de “monstruos” o “ratones” adelante con ello, yo, por mi parte, lo tengo claro.


Recursos:
Asertividad práctica. Como eliminar el miedo al rechazo y…
Fuentes:

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