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En este artículo trataremos de arrojar algo de luz sobre otro de los eneatipos de la personalidad que establece el eneagrama. En este caso nos centraremos en el eneatipo cuatro, el cual cuenta con una serie de particularidades que merecen su análisis.
Una vez más, y sin ánimo de ser redundantes, se hace necesario tomar con la debida cautela la siguiente información, toda vez que el eneagrama y su clasificación de la personalidad no cuenta con el suficiente aval científico.
¿Qué aspectos definen a un “número cuatro”?
En primer lugar, cabe mencionar que se trata de una persona que hace denodados esfuerzos por sentirse especial y diferente.
Al verse incomprendida por los demás, intenta por todos los medios llamar su atención porque, en realidad, cuenta con verdaderos problemas para verse a sí misma. Es por esto por lo que, como norma general, trata de adornar su personalidad con rasgos y aspectos extravagantes.
Para que lo entendamos con un ejemplo, un número cuatro no va a tomarse una cerveza al bar de la esquina. Más bien prefiere ir al lugar más “cool” de la ciudad, dónde se reúnen personas de lo más interesantes. Allí comparten bebidas y cócteles que están lejos de la vulgaridad, sino que más bien podrían considerarse especiales.
Otra de las características que definen a un número cuatro tiene que ver con sus connotaciones teatrales. En general, hablamos de personas muy dramáticas y melancólicas, las cuales tienen unos altibajos emocionales muy llamativos.
No es extraño que, dentro del mismo día, puedan llegar a sentirse extremadamente felices y más tarde acaben viéndose como los más desgraciados del mundo.
Si esto derivara en un trastorno, es lo que en psicología tomaría el nombre de trastorno bipolar o ciclotímico, según la frecuencia, duración e intensidad de los períodos de inestabilidad.
Es muy frecuente que un tipo cuatro se centre demasiado en sus propios sentimientos y vivencias, tratando de transmitirlas a los demás de una forma bastante egoísta.
En otras palabras, estas personas tendrían serios problemas para desviar su atención hacia el exterior, tratando por todos los medios de relacionar todos los temas que surjan con ellas mismo. Necesita que los demás le vean y se lo reconozcan.
El problema de todo esto es que, finalmente, siempre acaba sintiéndose inferior. El otro le acaba pareciendo mejor o más interesante, y los sentimientos de poca valía acaban por hacerse visibles.
Esto puede acabar provocando la aparición de fuertes sentimientos de envidia hacia los demás, generando sufrimiento.
¿Cómo se forja este modo de relacionarse?
Aunque existe una amplia gama de circunstancias que podrían hacer que una persona acabase comportándose del modo que comentamos, suelen ser las vivencias de la infancia las que más repercusión tienen.
Para que nos hagamos una idea, un tipo cuatro habría sido invisible para los demás una buena parte de su vida, por ejemplo para sus padres. Es por esto por lo que, inconscientemente, habría interiorizado que necesitaba comportarse de forma distinta o especial para sentirse atendido.
Es aquí donde precisamente surgen los comportamientos extravagantes y distintos, los cuales son en su gran mayoría forzados, puesto que la persona no sabe quién es en realidad.
Cómo crece un “tipo cuatro”
Cuando alguien considerado un tipo cuatro es capaz de conectar consigo mismo y superar su complejo de inferioridad, llega un punto en el que no necesita compararse con los demás ni siente envidia hacia ellos.
Todo esto es capaz de lograrlo en el punto en el que sea capaz de verse a sí mismo tal y como es, un ser singular que no necesita esforzarse en ser quien no es.
Uno de los hitos esenciales que debe alcanzar un “tipo cuatro” es, por tanto, aceptar sus virtudes y defectos. Debe reconciliarse con la vulgaridad y perderle el miedo, en el sentido de que se permita ser él mismo sin tener que alcanzar dones o cualidades fuera de lo corriente.
Los “tipo cuatro” son personas muy profundas y con mucho que aportar a los demás. Si logran el equilibrio, serán capaces de transmitir mucho. Es muy frecuente que estas personas tengan profesiones artísticas, y que sus creaciones puedan ser muy enriquecedoras para los demás.
Por todo esto, se hará necesario un trabajo personal en el que puedan aprender a relacionarse con los demás de un modo más constructivo. Para ello, algunos puntos que podrían servir de ayuda podrían ser los siguientes:
- Aprender a admirar a los demás: se hace importante empaparse de lo que los demás tienen que ofrecerle, sin rivalizar con ellos ni sintiéndose menos por aprender.
- Ser realistas: un número cuatro tiende a la fantasía y a la ensoñación. Su crecimiento pasa por “volver a la tierra” y aprender a verse como realmente es.
- Organizarse mejor: el orden puede ser de gran ayuda para transmitir a los demás todo lo que lleva dentro de una forma creativa y positiva.
Si hubiera que resumirlo en una sola frase probablemente sería esta: “Aprender a verse a sí mismo sanamente”.
Referencias:
Este artículo está inspirado en un extracto del libro “Encantado de conocerme”, publicado en enero de 2008 por Borja Vilaseca.