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No descubrimos nada nuevo si decimos que el ser humano siempre ha estado interesado en el conocimiento. Matizando esta realidad, bien podríamos añadir que una de las cosas que más ha suscitado su interés ha sido el autoconocimiento.
El Eneagrama surge como una respuesta a las profundas inquietudes del ser humano, aquellas que tienen que ver con saber en realidad de qué estamos hechos, quiénes somos en esencia y cuáles son nuestras actitudes y comportamientos.
Además de esta búsqueda interior, el eneagrama pone de manifiesto otra de las principales características que nos definen: nuestra necesidad de categorizar el mundo.
Por poner un ejemplo, diremos que a nuestro cerebro le resulta más sencillo comprender a un colibrí, un canario o un jilguero si los agrupa dentro del mismo conjunto: son pájaros.
Algo parecido ocurre en el caso de aquellos aspectos que tienen que ver con las enfermedades, o en el caso que nos ocupa, con los rasgos de personalidad o actitudes principales ante la vida.
Desvelando el Eneagrama
Para no complicar demasiado las cosas y para que todos lo entendamos, definiremos el Eneagrama como un producto surgido del interés que antes mencionábamos.
Es decir, se trataría de una herramienta que ya empezó a considerarse a principios del siglo XX, y que nos ayuda a englobar a las personas en distintos grupos según sus fortalezas, sus debilidades y los rasgos que las definen. En definitiva, según su esencia.
Visualmente se nos muestra como un gran círculo con nueve líneas interconectadas entre sí, las cuales simbolizan las relaciones que se establecen entre los nueve tipos que lo constituyen.
Como es de suponer, cada tipo se correspondería a un determinado conjunto de actitudes y patrones de comportamiento, pensamiento y sentimiento.
Es importante remarcar que el objetivo de esta clasificación está en el autoconocimiento, es decir, en el hecho de poder aprender más de uno mismo y poder establecer modificaciones si resulta conveniente.
Tal es así, que es posible que se den desplazamientos entre los distintos eneatipos (que así se llaman), según la persona haya hecho un análisis de su situación y haya puesto en marcha estrategias de cambio al respecto.
Sin más dilación, a continuación enumeraremos brevemente el contenido de cada uno de ellos, aprovechando la ocasión para añadir una pequeña orientación o pauta para manejarlo mejor:
Eneatipo 1: El reformador
Es aquella persona perfeccionista, exigente consigo misma y con dificultades para alcanzar sus expectativas.
Pauta: Establecer plazos en los proyectos y aceptar los elogios de otros como verdad.
Eneatipo 2: El ayudador
Su satisfacción proviene de brindar ayuda al otro. Son altruistas y generosos, pero se descuidan a sí mismos.
Pauta: Trabajar el autocuidado y la dedicación de tiempo.
Eneatipo 3: El triunfador
Exitoso y en apariencia seguro de sí mismo, aunque con rasgos narcisistas y gran preocupación por el exterior. Buscador del éxito personal nato.
Pauta: Dedicar más tiempo a tareas creativas, no tanto a las competitivas.
Eneatipo 4: El individualista
Sensible e introspectivo, necesitado de los demás para obtener atención. También autodestructivo y temperamental.
Pauta: Apreciar y valorar el trabajo propio, mejorando el mal humor.
Eneatipo 5: El investigador
Distante y con dificultad para expresar emociones. Cerebral y perceptivo.
Pauta: Aprender a trabajar en equipo y trabajar con plazos.
Eneatipo 6: El leal
Líder comprometido, vive el futuro con ansiedad y se adelanta a los problemas.
Pauta: Reconciliarse con la incertidumbre y asumir riesgos.
Eneatipo 7: El entusiasta
Ama la vida, pero a veces se dispersa. Se escuda en el sentido del humor para manejar su insatisfacción.
Pauta: Evitar tareas repetitivas y trabajar la concentración.
Eneatipo 8: El retador
Gran líder y seguro de sí mismo. Tendencia a la dominancia y muy orgulloso de sí mismo.
Pauta: Aprender a delegar tareas y a confiar en los demás.
Eneatipo 9: El pacificador
Busca pasar inadvertido, evita mostrar opiniones y tiende a ser complaciente.
Pauta: Aumentar la confianza en el propio criterio y expresarlo.
Críticas y comentarios
Muchos autores han considerado que el Eneagrama carece de verdadera evidencia científica. Tal es así, que se suele aceptar que viene más del pensamiento mágico y la perspectiva espiritual que de la ciencia.
Según el Dr. Jerome D. Lube, en el Eneagrama se dan “tres segmentos distintos pero unidos: instinto, intuición e intelecto. Estos se relacionarían con el cuerpo, el alma y la mente”. Es lo que se conoce como la tríada.
Existen varios métodos para acceder a conocer el eneatipo predominante en una persona, que es aquel que ofrece las propiedades en las que destacan más.
Los más utilizados son los denominados Test del Eneagrama. Aunque existen varios, el más típico consiste en una serie de 135 afirmaciones con respuestas del tipo “nunca”, “rara vez”, “a veces”…
Sin embargo, muchos autores confieren más credibilidad al resultado del autoanálisis en base a experiencias, es decir, aquellas que se extraerían en base al estudio propio de las actitudes y comportamientos predominantes.
En cuanto a la utilidad de esta herramienta, decir que puede ser de interesante aplicación en el ámbito de la psicoterapia, del coaching personal, o incluso en el desarrollo de las organizaciones.
En cualquier caso, hemos de tomar con cautela los supuestos en los que se basa, así como sus conclusiones, ya que, recordemos, no cuenta con una objetividad ni validez empírica.