- El trastorno bipolar en el periodo perinatal - 21 julio, 2019
- Comprendiendo la crisis de pánico desde una perspectiva psicoanalítica - 17 abril, 2019
- Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). El goce del control - 18 febrero, 2019
En el pasado se asumía que las mujeres de alrededor de los cincuenta años esperaban ingresar a la menopausia, padeciendo síntomas como sofocos e irritabilidad y desequilibrios hormonales que influyen y desestabilizan el bienestar emocional de la mujer.
En la actualidad se entiende que los desequilibrios hormonales que se solían asociar a la menopausia, pueden comenzar cuando la mujer todavía se encuentra en sus treinta años, desencadenando síntomas como la depresión, ansiedad e insomnio.
Según Sesma et al. (2013) hay poca información sobre cuál es la relación de los síntomas de la menopausia con las alteraciones hormonales que se dan en la transición a la misma.
Sin embargo, incluso en estudios en los que no se encontraba una relación entre los síntomas depresivos y la perimenopausia, se encontró una asociación entre la presencia de síntomas perimenopáusicos como los sofocos y los síntomas depresivos, sugiriendo que la alteración hormonal pudiera mediar ambos tipos de síntomas.
Algunos signos tempranos de desequilibrios hormonales, a veces referidos a la menopausia incluyen períodos irregulares que pueden estar acompañados de sangrado abundante, aumento de peso, ojos secos, dificultad para dormir y depresión. La causa del problema es un desequilibrio de las hormonas progesterona, testosterona y estrógeno.
La perimenopausia es una etapa de transición entre la fertilidad y la menopausia. Durante este tiempo las hormonas de una mujer fluctúan, causando cambios de humor y aumento de la reactivad emocional. El estrés, el sedentarismo y una dieta inadecuada aumentan las posibilidades de padecer depresión en esta etapa.
Meses o años después del inicio de la perimenopausia las mujeres entran en la menopausia, esto sucede cuando los niveles hormonales se alteran drásticamente. Es probable que la depresión hormonal aumente en las mujeres que se someten a una histerectomía, puesto que en este caso los niveles de estrógeno disminuyen rápidamente y no a un ritmo natural.
El estrógeno ayuda a dar un impulso a la serotonina, pero cuando esta cae considerablemente, las mujeres pueden sentirse muy deprimidas e incluso pueden tener pensamientos constantes de suicidio y muerte. El estrógeno también es responsable de elevar los niveles de endorfinas y de aumentar el neurotransmisor GABA, que tiene un efecto calmante.
A medida que la menopausia se manifiesta, las mujeres pueden experimentar una fluctuación en el cortisol, hormona del estrés. Por ejemplo, cuando los niveles de cortisol aumentan, puede haber un incremento en el peso y el insomnio.
Cuando el cortisol disminuye, es probable que haya cambios de humor, junto con una disminución de la libido y mayor dificultad para controlar el estrés.
La hormona progesterona tiene la función de equilibrar el estrógeno. Sin embargo, durante la menopausia esta hormona también fluctúa, generando como resultado mayor ansiedad y depresión.
Cuando los niveles de progesterona son normales, actúan como un antidepresivo natural. Una vez que comienzan a fluctuar, junto con el estrógeno y el cortisol, no es de extrañar que muchas mujeres se depriman.
Las mujeres que experimentan depresión debido a desequilibrios hormonales pueden experimentar otros síntomas relacionados, como anhedonia, insomnio, sensación de agobio, indecisión, fatiga, fluctuación del apetito, sentimientos de inutilidad y culpa.
Es importante considerar como menciona Legorreta, D. (2007) que mantener concentraciones estables de hormonas, en especial de estrógenos, ha demostrado no solo revertir las anormalidades en las conexiones neuronales, sino además mejorar los mecanismos de regeneración y protección del daño oxidativo, beneficios que se manifiestan clínicamente como una mejoría o normalización en las funciones cerebrales vinculadas con receptores de estrógenos.
La terapia hormonal puede tener algunos riesgos, los cuales dependen de la historia clínica previa de la mujer y la de su familia. Es por ello que el tratamiento de reemplazo hormonal debe ser monitoreado por el medico ginecólogo, quién evaluará el tratamiento mas indicado para cada caso.
En conjunto con la terapia hormonal, la terapia psicológica es imprescindible, puesto que el psicólogo es quién se ocupará de realizar una evaluación completa para localizar otros posibles factores que influyen en la problemática de la mujer, como pueden ser problemas familiares o de pareja, dificultades en la toma de decisiones, falta de confianza y visión negativa de uno mismo, los cuales son factores que predisponen a un malestar psicológico y que tal vez no es causa de la menopausia, sino de conflictos anteriores sin resolver.
Con la llegada de la menopausia, estos problemas se ven incrementados y habrá que acudir a una terapia psicológica más profunda para poder superarlos.
El objetivo de la psicoterapia es ayudar a la mujer a comprender y aceptar lo que está ocurriendo en su organismo, que tome consciencia sobre este proceso como una fase natural en la vida y no como una enfermedad.
La terapia psicológica también se encargará de la labor de construir un balance personal de la experiencia, reconfigurar emocionalmente las áreas en crisis así como favorecer la actualización de vínculos y roles.
Si bien se suelen realizar terapias desde el enfoque cognitivo conductual diseñadas especialmente para el control de los síntomas, sólo desde el enfoque psicoanalítico se pueden entender los mecanismos psicológicos que se manifiestan en esta etapa de la vida, procurando que la mujer desde su capacidad de asumir reflexivamente el proceso que enfrenta, pueda sostener un diálogo interno consigo misma que la autotranquilice respecto a las transformaciones que afronta.
Referencias bibliográficas
Sesma, E, Finkle, J, Gonzalez, M, & Gaviria, M. (2013). Depresión perimenopáusica: una revisión. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 33(120), 681-691
Legorreta, D. (2007). La atención de los síntomas psicológicos durante el climaterio femenino. Avances en Psicología Latinoamericana, 25 (1), 44-51