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Los celos son respuestas emocionales y subjetivas que experimentamos todos los seres humanos en diferentes situaciones. Suelen aparecer en aquellos momentos en que creemos que nuestra correspondencia emocional respecto a los demás puede estar en peligro. Si bien esta respuesta puede ser adaptativa en unos ciertos niveles, cuando se dan más de lo necesario dejan de ser positivos y pueden causarnos problemas personales y relacionales.
Los celos pueden ser experimentados por niños, adolescentes y adultos. Una de las primeras experiencias que puede llevar a un humano a sentir celos es la llegada de un hermano. Esta situación, de carácter normativo, exige una adecuada intervención para solucionar el problema cuanto antes y evitar que se vaya complicando con el paso del tiempo.
Entendiendo los celos infantiles
El niño necesita de los cuidados de los padres. Sin ellos no podría sobrevivir. Ha aprendido que es el centro de sus atenciones y sus emociones, y esta manera de funcionar se convierte en un patrón normalizado, porque siempre ha sido así. Sobre todo, si el niño del que hablamos todavía es hijo único.
Cuando el niño recibe la noticia de la llegada de un nuevo hermano, su forma de vida empieza a cambiar. Empieza a percibir que una parte de la atención que siempre había recibido se desvía hacia otro lado, lo cual supone una ruptura del patrón de vida establecido. Esto le genera frustración, a lo que el niño responde con conductas indeseables, que no son más que respuestas no adaptativas provocadas por los celos.
Conductas características de los celos
Los celos pueden caracterizarse por un sinfín de conductas; aquellas realizadas dependerán de muchos factores, entre los que se encuentran el momento evolutivo en el que ocurre la situación, la personalidad del niño, su apego con los padres, su posición en la familia respecto a otros hermanos… No obstante, encontramos unas conductas que suelen aparecer en muchos de los casos de celos infantiles. Son las siguientes:
Emocionales:
-Cambios en su estado de ánimo sin causa aparente. Su humor fluctúa según la percepción de atención que el niño recibe en momentos concretos.
-El niño experimenta emociones negativas respecto a su hermano y a las personas que interactúan con él: odio, resentimiento.
–Tristeza. Lloros frecuentes sin motivo aparente.
Conductuales
-Realiza conductas no deseadas, fruto de la mala gestión de sus emociones negativas: puede mostrar agresividad o pasividad.
-El niño experimenta una regresión en conductas y habilidades ya superadas; es frecuente que vuelva a hacerse pipí en la cama, que su habla se dificulte o que “desaprenda” habilidades que ya tenía aprendidas e interiorizadas. Su objetivo es reclamar esa atención que ya no percibe, no obstante, estas conductas desaparecerán tan pronto como la situación se normalice.
–Culpabiliza a otros (especialmente al hermano, a veces aunque no haya nacido aún) de sus errores.
-Puede darse, además, un empeoramiento en los resultados escolares, en la aceptación de normas y un retroceso en la autonomía personal.
Cómo abordar la situación
Esta situación demanda un abordaje temprano, a poder ser desde el inicio del segundo embarazo. El niño debe sentirse involucrado en los cambios que la familia realiza ante la llegada de un nuevo bebé, de manera que se sienta integrado y perciba la llegada de su hermano como una suma familiar, nunca como una resta.
Deberemos tener en cuenta que la rutina familiar cambia desde el momento de la noticia, pero cambiará todavía más tras la llegada del hermanito. Deberemos dejar un tiempo que todos podamos amoldarse a ella.
Para ello podemos tomar las siguientes medidas:
Durante el embarazo:
–Comunicar al niño que va a tener un hermano, cuanto antes mejor. En función de su edad y los conocimientos previos que posea, podemos explicarle en que consiste tener un hermano, cómo y dónde se forma. Cuando su desarrollo empiece a tomar forma y ya puedan percibirse sus movimientos a través de la barriga, podemos animar al niño a sentirlo antes de empezar la vida con él (acariciar la barriga, sentir sus movimientos, e incluso hablar con él).
–Involucrar al niño en la compra de mobiliario, ropa y productos para el nuevo bebé. Tener en cuenta sus gustos, animarle a ayudar a decidir. Todo lo que tenga que ver con el futuro hermano debe causarle buena impresión.
–Hablar con él sobre el tema siempre que lo necesite. Solucionar todas sus dudas de manera positiva.
-Hacerle ver que tener un hermano pequeño es una situación normal que muchos niños viven. Ejemplificar con familiares, amigos, compañeros del colegio…
-Conseguir el compromiso de cuidar y proteger al hermano, ayudar a los padres en su cuidado. Es una buena oportunidad para conseguir que el niño vaya adquiriendo cierta responsabilidad.
Tras el nacimiento:
–Propiciar el contacto entre hermanos, cuanto antes mejor. El primer contacto debe ser muy positivo. Si el niño lo ha percibido así, deberemos reforzar ese sentimiento.
-Ante la visita de familiares y amigos, pedirles que saluden con normalidad al niño antes de centrarse en el pequeño.
-La organización familiar es esencial para no despertar más celos de los necesarios; mientras la madre reclama los cuidados del pequeño, el padre puede pasar su tiempo con el hermano mayor, o al contrario.
-Cuando los celos se manifiesten, podemos recordarle los “privilegios” que tiene ser el hermano mayor, como “acostarse más tarde, poder jugar en la calle con sus amigos, subir a las atracciones de la feria…”
-Cuando se den rabietas provocadas por celos, deberemos ignorar estas conductas y sólo reforzar situaciones de calma. Así, el niño aprende que portándose mal no consigue la atención que creía poder conseguir.
-Generar buenos momentos para compartir todos juntos. De esta forma, estaremos generando emociones positivas compartidas.
Estas pautas básicas deben realizarse con constancia para conseguir los resultados esperados. Si, en la interacción con el hermano, ignoramos las conductas provocadas por celos, estaremos contribuyendo a que vayan desapareciendo. Si reforzamos sus conductas no adecuadas, estaremos contribuyendo a que se vuelvan a repetir.
Poco a poco podremos conseguir un buen clima familiar en el que nosotros, como padres, estemos a gusto y ellos, nuestros hijos, se sientan bien juntos.
Nota del Editor
Completamos el artículo con un excelente documento compartido por el Departamento de Orientación del Colegio San Vicente de Paul (Gijón) que bajo el título “Los celos infantiles. Causas, prevención y tratamiento”, ofrece un breve recorrido por cada una de las variables presentes en esta respuesta emocional, ilustrado con casos prácticos y consejos útiles para las familias.
►Recursos:
Los celos infantiles. Causas, prevención y tratamiento
►Fuentes:
Imagen cortesía de Amyheflinger vía morguefile.com
Me parece un buen artículo, felicitaciones. Sólo revisaría el tema de “ignorar” las rabietas porque me parece una estrategia ya superada en la actualidad de la psicología infantil y del desarrollo. Saludos.
Gracias Julio César por tu comentario. Trasladamos a la autora tu felicitación y tus sugerencias. Cordiales saludos!