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Cuando hablamos de habilidades sociales, en ocasiones nos viene a la mente, a nosotros los psicólogos, casos de niños y niñas que carecen de éstas.
No es difícil encontrarse por los parques a pequeños faltos de habilidades sociales, que tratan de solucionar conflictos con sus iguales mediante el insulto o la agresión o, directamente, no saben cómo dirigirse a un desconocido para pedirle un favor.
La infancia va seguida de la adolescencia. Y, lamentablemente, en la adolescencia aparecen conductas de riesgo como el consumo de drogas o el sexo sin protección. Aquí es donde tener o no tener habilidades sociales marca la diferencia entre estar metido en problemas o no estarlo.
Estilos de interacción
A la hora de reaccionar ante la conducta de otra persona, hay tres estilos. Dependiendo del estilo que elijamos para interaccionar obtendremos unas consecuencias positivas o negativas:
Pasivo: Acepto lo que dicen los demás y no defiendo mi opinión. Las personas que se guían por esta forma de comportamiento, tienden a ser sumisas y a aceptar todo tipo de proposiciones, opiniones y realidades.
Asertivo: Ser sincero y decir lo que piensas, respetando a los demás y escuchando, siempre, lo que opinen al respecto. Además, en este estilo se ayuda a los compañeros en caso de que haya algún tipo de conflicto, siempre utilizando los modales y las habilidades sociales de mediación. Nunca se recurre a la violencia o al insulto.
Agresivo: La persona que lo utiliza piensa que siempre tiene la razón. Ni escucha ni respeta a los demás, enfadándose y ofendiendo a las otras personas. Aquí es muy común el uso de insultos, agresiones físicas, amenazas y todo tipo de recursos destinados a dañar la integridad tanto física como psicológica de los demás.
Un chaval que durante su niñez o preadolescencia no ha adquirido una serie de habilidades sociales, tendrá dificultades para enfrentarse a determinados comportamientos durante la adolescencia. Es el caso del consumo de drogas o las conductas sexuales de riesgo.
Si un amigo le ofrece cannabis, utilizando frases como “venga colega, prueba esto, que todo el mundo lo hace y no pasa nada” o “si no lo pruebas eres un gallina”, probablemente ese chaval sea incapaz de rechazar “cortésmente” la proposición.
Pero ya no sólo tendrá problemas con el consumo de sustancias psicoactivas: también tendrá algún que otro conflicto cuando un amigo que no quiere ir sólo al cine le invite y, por cualquier motivo, no pueda ir.
“¿Cómo le digo a mi amigo que no quiero ir al cine, sin provocar en él un enfado?” Respuesta: usa la técnica del sándwich.
La técnica del Sándwich
Como muchos sabréis ya, consiste en utilizar, en primer lugar, un mensaje positivo. En segundo lugar, introducimos un mensaje negativo y, para acabar, lo hacemos con otro mensaje positivo. Ante el ofrecimiento de nuestro amigo de ir al cine, puede que a nosotros no nos guste esa película.
Se lo diríamos de la siguiente manera:
Ÿ“Gracias por la invitación para ir al cine” (mensaje positivo).
Ÿ“Pero no me gusta la película que van a proyectar” (mensaje negativo).
Ÿ“Seguro que encuentras a alguien que te acompañe. ¿Le has preguntado si puede ir a Juan?” (mensaje positivo).
Con la técnica del Sándwich evitaremos problemas cuando nos hagan una proposición que no nos gusta. Pero… ¿Y cuando nos ofrezcan drogas o cualquier tipo de elemento ilegal? Aquí entran en juego pensamientos como “debería contentar a todo el mundo” o “no les caeré bien si no hago lo que quieren”.
La necesidad de afiliación, de pertenecer a un grupo de iguales, tiene mucho peso a la hora de tomar una decisión en la adolescencia. Ante el ofrecimiento de elementos ilegales, la mejor opción es rechazarlos desde el primer momento y, en caso de que realmente le caigamos mal por el hecho de declinar la oferta, abandonar el grupo para buscar otro.
La salud y el bienestar es lo primero, y las drogas o la realización de conductas ilegales no favorecen que alcancemos ese bienestar.
Al tratar el concepto de habilidades sociales, no podemos olvidar las emociones. Para poder comunicarnos adecuadamente y conseguir entender lo que tratan de expresarnos nuestros compañeros, es esencial conocer las diferentes emociones que existen y, por supuesto, saber que su expresión es adaptativa. Ideas como “llorar es de débiles” siguen muy presentes en la actualidad.
Un adolescente que no sabe expresar sus emociones, en un período de cambios y tan inestable como es la pubertad, tenderá a tener problemas de autoestima.
Para concluir, es importante resaltar que al igual que matemáticas, castellano, inglés y música son asignaturas importantes en el colegio, también lo son las habilidades sociales.
Por ello, deberían dedicar una serie de sesiones a impartir habilidades sociales, empezando por enseñar cómo rechazar determinadas propuestas, tanto en la adolescencia como en la preadolescencia e incluyendo el aprendizaje emocional para transmitir a los alumnos cómo expresar sus emociones y cómo entender a sus compañeros cuando lo hacen.
Nota del Editor
Ofrecemos para su descarga un interesante documento publicado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia, que bajo el título “Habilidades sociales y de comunicación” ofrece un completo recorrido por las diversas variables a tener en cuenta en el desarrollo y puesta en práctica de estas habilidades, haciendo un especial hincapié en los componentes no verbales.
►Recursos:
Habilidades sociales y de comunicación
►Fuentes:
Imagen cortesía de Gonzak vía Flickr