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Los entresijos de la monogamia, o por qué somos básicamente monógamos

Monogamia
Psicopedia

La monogamia, ese vínculo exclusivo entre dos personas, ha sido durante mucho tiempo un tema de fascinación para psicólogos, antropólogos y biólogos por igual. ¿Por qué, en un mundo lleno de posibilidades, los seres humanos tienden a formar parejas duraderas? Esta pregunta, aparentemente simple, esconde una complejidad que nos lleva a explorar las profundidades de nuestra evolución.

En este artículo vamos a profundizar en las razones por las cuales la mayoría de los seres humanos tenemos una tendencia hacia la monogamia, con el objetivo de entender mejor qué factores contribuyen a esta característica propia de nuestra especie. Para ello, analizaremos una gran cantidad de estudios científicos relevantes que han investigado y arrojado luz sobre esta conducta. Estos estudios nos ayudarán a revelar las complejas interacciones entre la biología, la psicología y el entorno social que nos llevan a establecer relaciones de pareja duraderas y exclusivas.

Las Raíces Evolutivas de la Monogamia

Cuando pensamos en la monogamia es fácil caer en la trampa de verla como un constructo puramente cultural o religioso. Sin embargo, sus raíces se hunden profundamente en nuestro pasado evolutivo. Hace millones de años, nuestros ancestros primates se enfrentaron a un dilema: cómo garantizar la supervivencia de su progenie en un entorno hostil. La monogamia surgió como una estrategia adaptativa, permitiendo que ambos progenitores invirtieran recursos en el cuidado de las crías.

Un estudio publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” en 2013 sugiere que la monogamia en los primates evolucionó como una estrategia para prevenir el infanticidio. Los machos, al formar vínculos duraderos con una hembra, protegían a sus crías de otros machos que podrían eliminarlas para promover sus propios genes.

Este hallazgo arroja luz sobre cómo la monogamia pudo haber sido seleccionada naturalmente, sentando las bases para lo que eventualmente se convertiría en una característica predominante en nuestra especie.

El Papel de la Oxitocina en el Vínculo de Pareja

La biología también juega un papel crucial en nuestra tendencia hacia la monogamia, y en el centro de este fenómeno se encuentra una pequeña pero poderosa molécula: la oxitocina. A menudo llamada la “hormona del amor”, la oxitocina es responsable de muchos de los sentimientos y comportamientos asociados con el apego y la formación de vínculos.

Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro libera una cascada de oxitocina. Esta hormona no solo nos hace sentir eufóricos y conectados con nuestra pareja, sino que también refuerza el vínculo a largo plazo. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bonn, publicado en “Proceedings of the National Academy of Sciences” en 2012, demostró que la oxitocina hace que los hombres en relaciones monógamas mantengan una mayor distancia física de mujeres atractivas desconocidas. Este hallazgo sugiere que la oxitocina no solo promueve el vínculo, sino que también ayuda a mantener la fidelidad, un componente clave de la monogamia.

La Monogamia como Estrategia de Crianza

Uno de los argumentos más fuertes a favor de la monogamia humana se centra en las demandas de la crianza de los hijos. Los bebés humanos nacen increíblemente inmaduros en comparación con otras especies y requieren años de cuidado intensivo antes de alcanzar la independencia. Esta realidad biológica crea una presión evolutiva hacia la formación de parejas estables que puedan compartir la carga de la crianza.

La antropóloga Helen Fisher, en su libro “Anatomía del Amor”, argumenta que la monogamia surgió como una solución al problema de la crianza prolongada. Según Fisher, la formación de parejas duraderas permitió a nuestros ancestros dividir las tareas de manera eficiente: uno podía cazar o recolectar alimentos mientras el otro cuidaba a los niños. Esta división del trabajo no solo aumentó las posibilidades de supervivencia de la descendencia, sino que también fortaleció el vínculo entre los padres.

La Influencia Cultural en las Relaciones Monógamas

Aunque la biología y la evolución sientan las bases de nuestra tendencia monógama, sería un error ignorar el poderoso papel que juega la cultura a la hora de moldear nuestras prácticas de emparejamiento. A lo largo de la historia humana, diferentes sociedades han adoptado diversos modelos de relación, desde la poligamia hasta la poliandria. Sin embargo, la monogamia ha emergido como el modelo dominante en gran parte del mundo moderno.

Las normas sociales, las estructuras legales y las creencias religiosas han reforzado la idea de la monogamia como el ideal de relación. En muchas culturas, la fidelidad se considera una virtud, y la infidelidad es fuertemente condenada. Estas presiones sociales actúan como un poderoso incentivo para mantener relaciones monógamas, incluso cuando los impulsos biológicos puedan sugerir lo contrario.

Un estudio interesante publicado en la revista “Psychological Science” en 2015 exploró cómo las percepciones culturales influyen en la satisfacción de las relaciones monógamas. Los investigadores encontraron que las personas que creían que la monogamia era difícil reportaban menos satisfacción en sus relaciones que aquellas que la veían como algo natural. Este hallazgo subraya cómo nuestras creencias y expectativas culturales pueden influir profundamente en nuestras experiencias de pareja.

Los Beneficios Psicológicos de la Monogamia

Más allá de las consideraciones evolutivas y culturales, la monogamia ofrece una serie de beneficios psicológicos que contribuyen a su prevalencia. Una relación estable y de confianza proporciona un sentido de seguridad emocional que puede ser profundamente satisfactorio. Esta seguridad, a su vez, puede tener efectos positivos en nuestra salud mental y física.

Numerosos estudios han demostrado que las personas en relaciones monógamas tienden a reportar niveles más altos de felicidad y satisfacción con la vida. Un metaanálisis publicado en el “Journal of Marriage and Family” en 2012 encontró una fuerte correlación entre el matrimonio (una forma institucionalizada de monogamia) y el bienestar subjetivo. Los investigadores sugieren que esto puede deberse a varios factores, incluyendo el apoyo emocional, la intimidad compartida y la reducción del estrés asociado con la búsqueda constante de pareja.

Además, la monogamia puede proporcionar un sentido de propósito y continuidad en la vida. La idea de construir un futuro juntos, de compartir metas y sueños, puede ser increíblemente motivadora y satisfactoria. Este aspecto de la monogamia se alinea con nuestras necesidades psicológicas fundamentales de conexión y pertenencia.

La Neurociencia del Amor Monógamo

Los avances en neurociencia nos han permitido profundizar en los mecanismos cerebrales que subyacen al amor romántico y la monogamia. Estudios de neuroimagen han revelado que el enamoramiento activa regiones cerebrales asociadas con la recompensa y el placer, similares a las que se activan con el consumo de drogas adictivas. Esta similitud neurológica podría explicar por qué nos sentimos tan atraídos hacia una pareja específica y por qué tendemos a mantener ese vínculo a lo largo del tiempo.

Un estudio fascinante publicado en la revista “Frontiers in Human Neuroscience” en 2015 utilizó resonancia magnética funcional para examinar los cerebros de personas que llevaban décadas en relaciones monógamas satisfactorias. Los investigadores descubrieron que, incluso después de muchos años, ver una foto de la pareja activaba las mismas regiones cerebrales asociadas con el amor romántico y el apego que se observan en las primeras etapas del enamoramiento. El estudio sugiere que la monogamia a largo plazo puede mantener viva la chispa del amor romántico, contradiciendo la creencia popular de que la pasión inevitablemente se desvanece con el tiempo.

La Monogamia en la Era Digital

En la era de las redes sociales y las aplicaciones de citas, la monogamia enfrenta nuevos desafíos y oportunidades. Por un lado, la facilidad para conectar con potenciales parejas podría parecer una amenaza para las relaciones monógamas tradicionales. Sin embargo, también ha surgido una nueva forma de reafirmar y celebrar la monogamia a través de las redes sociales.

Un estudio publicado en el “Journal of Social and Personal Relationships” en 2019 exploró cómo las parejas utilizan las redes sociales para “marcar su territorio” y señalar su compromiso monógamo. Los investigadores encontraron que las demostraciones públicas de afecto en línea, como cambiar el estado de relación o publicar fotos de pareja, funcionaban como una forma moderna de reforzar el vínculo monógamo y disuadir a posibles competidores.

Además, la tecnología ha permitido nuevas formas de mantener la intimidad en relaciones a distancia, facilitando la monogamia en situaciones que antes habrían sido extremadamente desafiantes. Las videollamadas, los mensajes instantáneos y otras formas de comunicación digital permiten a las parejas mantener una conexión emocional constante, incluso cuando están físicamente separadas.

La Monogamia como Elección Consciente

A medida que nuestra comprensión de las relaciones humanas se vuelve más sofisticada, muchos psicólogos y terapeutas de pareja enfatizan la importancia de ver la monogamia no como una obligación o un estado predeterminado, sino como una elección consciente y continua. Esta perspectiva reconoce que mantener una relación monógama requiere esfuerzo, comunicación y compromiso constantes.

La Dra. Esther Perel, reconocida terapeuta de pareja y autora del libro “Mating in Captivity”, argumenta que la clave para mantener una monogamia satisfactoria a largo plazo es encontrar un equilibrio entre la seguridad y la aventura. Según Perel, las parejas exitosas son aquellas que logran cultivar un sentido de misterio y novedad dentro de la familiaridad de su relación.

Esta visión de la monogamia como una práctica activa más que un estado pasivo puede ser liberadora para muchas parejas. Les permite reevaluar y renovar su compromiso regularmente, adaptándose a los cambios en sus vidas y en sí mismos. También abre la puerta a conversaciones honestas sobre las expectativas, los deseos y los límites dentro de la relación.

Un Reflejo de Nuestra Complejidad

Es obvio que nuestra tendencia hacia la monogamia es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, evolutivos, psicológicos y culturales. Aunque nuestras raíces evolutivas y nuestra biología nos predisponen hacia la formación de vínculos duraderos, la forma en que expresamos y vivimos la monogamia está en constante evolución, influenciada por nuestro entorno cultural y tecnológico.

La monogamia sigue siendo una estrategia efectiva para la crianza de los hijos, proporciona beneficios psicológicos significativos y satisface nuestras necesidades fundamentales de conexión y seguridad emocional. Sin embargo, en el mundo moderno, la monogamia se está redefiniendo como una elección consciente y un compromiso activo, más que como una imposición social o biológica.

A medida que avanzamos, es probable que sigamos viendo una diversidad creciente en las formas en que las personas eligen estructurar sus relaciones. No obstante, la persistencia de la monogamia a lo largo de la historia humana y su prevalencia en diversas culturas sugiere que seguirá siendo una opción atractiva y viable para muchos.

Entender por qué somos básicamente monógamos no solo nos ayuda a comprender mejor nuestra naturaleza como especie, sino que también nos proporciona herramientas para cultivar relaciones más satisfactorias y significativas. Ya sea que elijamos la monogamia u otras formas de relación, este conocimiento nos permite abordar nuestras conexiones románticas con mayor conciencia, empatía y compromiso.

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