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Cuentan los biógrafos que Sigmund Freud decidió posfechar su obra “La interpretación de los sueños”, de Mil Ochocientos Noventa y Nueve a Mil Novecientos, para convertirla así en una obra del siglo veinte. No era consciente entonces de que sus teorías seguirían formando parte de nuestro acervo de conocimientos aún en el siglo veintiuno.
En su momento fue una obra pionera y controvertida que cambió para siempre la comprensión de la mente humana. Muchas de sus ideas e innovaciones conceptuales continúan siendo relevantes e influyentes hoy en día, y a continuación analizaremos algunas de sus principales aportaciones.
Los sueños son una realización de deseos reprimidos
Los sueños expresan instintos, impulsos y deseos que son reprimidos o que no logran satisfacerse durante el estado de vigilia. Estos deseos reprimidos encuentran una vía de expresión disfrazada o encubierta durante el sueño, cuando las defensas del yo se relajan.
Según Freud, el inconsciente aprovecha el estado onírico para representar simbólicamente y cumplir de forma alucinatoria aquellos deseos que resultan inaceptables o amenazantes para el ego. De este modo, el inconsciente logra burlar la censura y acceder a una satisfacción sustitutiva mediante los procesos del trabajo onírico.
Los sueños serían así una vía de escape y descarga para impulsos instintivos y anhelos insatisfechos, que permanecen activos en el inconsciente pero que no pueden manifestarse abiertamente durante la vigilia.
La distinción entre el contenido manifiesto y el contenido latente
Esta distinción pone de manifiesto que los sueños requieren de una interpretación. El contenido manifiesto es el material que recordamos, es decir, las imágenes, situaciones y personajes que aparecen explícitamente en el relato del sueño. Se trata del aspecto superficial y aparente del sueño.
Por otro lado, el contenido latente es el verdadero significado oculto que subyace al contenido manifiesto. Representa los pensamientos, deseos y conflictos inconscientes que han dado origen al sueño pero que se expresan de forma encubierta.
El contenido latente sufre una elaboración y distorsión mediante mecanismos como la condensación o el desplazamiento, dando así lugar al contenido manifiesto. La labor del psicoanálisis es reconstruir ese contenido latente a partir del análisis de los elementos del contenido manifiesto, revelando así el auténtico sentido del sueño.
La condensación
Se trata de un proceso mediante el cual múltiples pensamientos, ideas, deseos y recuerdos se fusionan y concentran en una única imagen o situación manifiesta en el contenido del sueño.
La condensación permite que diferentes elementos latentes del sueño, a menudo contradictorios entre sí, logren representarse simultáneamente a través de ciertas imágenes oníricas altamente cargadas de significado. Así, una sola imagen condensada puede expresar al mismo tiempo varios deseos, emociones o conexiones entre distintas experiencias vividas.
Este mecanismo resulta esencial en la labor de distorsión y disfraz que realiza el sueño, ya que posibilita que múltiples pensamientos inconscientes eludan la censura y accedan a una expresión encubierta en el escenario del sueño a través de imágenes simbólicas.
La condensación demuestra la capacidad altamente creativa e imaginativa que tiene el inconsciente para representar de forma compacta y eficiente una gran cantidad de contenidos latentes del sueño. Su análisis permite deshacer ese proceso creativo y reconstruir sus significados.
El desplazamiento
Es otro de los mecanismos mediante el cual los pensamientos, deseos y contenidos latentes del sueño no se manifiestan directamente, sino que aparecen disfrazados, distorsionados o sustituidos por otros elementos en el contenido manifiesto del sueño.
Así, los aspectos significativos del sueño no se representan abiertamente, sino que se expresan de forma indirecta a través de imágenes y situaciones aparentemente desconectadas o insignificantes.
Mediante el desplazamiento, la energía psíquica se desvía de los elementos esenciales y se invierte en aspectos triviales, permitiendo sortear la censura. De este modo, el análisis de los sueños debe centrarse no tanto en su cara manifiesta, sino en los vínculos asociativos entre las imágenes oníricas, para reconstruir el auténtico pensamiento latente que se halla desplazado y distorsionado.
La elaboración secundaria
Mediante este proceso los elementos latentes del sueño, ya distorsionados por los mecanismos de condensación y desplazamiento, son reorganizados en una narrativa más coherente y comprensible cuando el sujeto se dispone a recordar el sueño.
Durante la elaboración secundaria, el ego trata de imponer una cierta lógica y orden narrativo al material onírico muchas veces inconexo y absurdo generado por el inconsciente. Busca convertirlo en una historia con una apariencia de sentido para la consciencia de vigilia.
Así, la elaboración secundaria suaviza las incoherencias del contenido manifiesto, llena vacíos argumentales, agrega detalles racionales, y convierte el sueño en un relato relativamente estructurado, aunque su significado latente siga estando enmascarado.
Este proceso demuestra que la coherencia narrativa de los sueños que recordamos es una ilusión creada por el ego, y no refleja la auténtica naturaleza irracional e inconexa de los procesos oníricos inconscientes.
El lenguaje simbólico
Los sueños se expresan predominantemente a través de un lenguaje simbólico, es decir, emplean imágenes, objetos o situaciones concretas como símbolos para representar de forma encubierta conceptos abstractos, deseos, temores, etc.
Algunos de estos símbolos oníricos poseen un significado más o menos universal y constante, como ciertas representaciones sexuales evidentes. Sin embargo, gran parte de la simbología onírica es particular y única de cada individuo, fruto de sus experiencias personales.
El psicoanálisis debe interpretar estos símbolos individuales en el contexto del sujeto, y no aplicar claves simbólicas generales. Cada símbolo requiere ser analizado en relación a las asociaciones del propio paciente.
La censura onírica es la base de la distorsión de los sueños
Los sueños sufren una profunda distorsión y disfraz de sus contenidos latentes debido a la acción de la censura ejercida por otra instancia psíquica, que Freud llamo “el guardián del sueño”.
Este mecanismo actúa filtrando, reprimiendo o modificando los deseos inaceptables e inmorales que emergen del inconsciente durante el sueño. De este modo, la censura deforma y enmascara los impulsos reprimidos para sortear las resistencias del yo y la consciencia moral dominante.
De este modo, la censura onírica obliga a que los sueños nunca puedan expresar abiertamente los deseos reprimidos, sino que deban recurrir a elaboradas distorsiones y encubrimientos simbólicos. Es misión del psicoanálisis deshacer ese trabajo de distorsión censuradora mediante la interpretación.
Los residuos diurnos tienen un gran protagonismo
Freud observó que las experiencias, pensamientos, conversaciones y vivencias que tienen lugar durante el día anterior influyen frecuentemente en el contenido manifiesto de los sueños. Estos elementos diurnos, al quedar incompletos o insatisfechos, permanecen activos en la mente y pasan a formar parte de los contenidos latentes que darán forma al sueño.
Así, la materia prima de los sueños está constituida en parte por impresiones y huellas mnémicas recientes, que actúan como “residuos diurnos” que son retomados y elaborados de un modo nuevo durante el proceso onírico. El inconsciente se sirve de esos residuos para construir el escenario y las imágenes del sueño.
Por ello, en el psicoanálisis, es esencial explorar los acontecimientos y experiencias previas del soñante que puedan haber dejado huellas en su mente y contribuido a la configuración del contenido latente del sueño sujeto a interpretación.
Otras formaciones del inconsciente
La importancia de los mecanismos comentados tiene que ve con el hecho de que, estos mismos mecanismos psíquicos inconscientes que operan en la distorsión onírica, también están presentes en otras formaciones del inconsciente, como los actos fallidos, los lapsus, los chistes y los síntomas.
Procesos como la condensación, el desplazamiento o la elaboración secundaria intervienen tanto en la configuración de los sueños como en otros fenómenos en los que se manifiesta lo inconsciente de un modo encubierto.
Por ejemplo, en los actos fallidos, lapsus y chistes se produce una condensación de significados que encubre deseos reprimidos. Y en la formación de síntomas histéricos operan mecanismos de desplazamiento y conversión simbólica.
Esta continuidad entre los procesos oníricos y otros fenómenos aparentemente accidentales es fundamental, pues revela que en toda la vida anímica actúan constantemente complejos mecanismos inconscientes que es necesario desentrañar.
El valor terapéutico de los sueños
Una consecuencia de especial relevancia para la psicología, que se desprende de lo ya comentado, es que el psicoanálisis puede utilizar la interpretación de los sueños como un medio para acceder al inconsciente del paciente y aliviar sus neurosis y síntomas.
Freud descubrió que mediante el análisis de los sueños es posible identificar los deseos, miedos y conflictos reprimidos que subyacen en el psiquismo del sujeto. Al traer estos contenidos inconscientes a la conciencia, se puede liberar la energía psíquica bloqueada, relajar mecanismos de represión y resolver resistencias internas.
Así, la interpretación guiada de los sueños dentro del encuadre psicoanalítico cumple una función terapéutica, ya que permite externalizar y elaborar aspectos inconscientes del paciente que estaban generando malestar y síntomas neuróticos.
De este modo, el abordaje psicoanalítico del sueño se convierte en una vía regia para conectar con el inconsciente, transformarlo y promover cambios positivos en la vida anímica del sujeto.