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El vínculo humano-animal: Por qué compartir tu vida con una mascota

Vínculo animal-humano
Rosa Cirac

Por suerte, actualmente no es ningún secreto. Tampoco, a estas alturas, nadie se cuestiona mucho lo que significa, y la importancia que tiene, la relación que los seres humanos y los animales podemos llegar a establecer.

Huyendo de intentar encontrar de dónde viene esta relación (ya existen muchos autores y especialistas que se dedican a estudiar este punto) nos centraremos en lo que es, sin duda alguna, una realidad: las personas y los animales pueden establecer vínculos muy intensos y positivos.

Las Terapias Asistidas con Animales son un claro ejemplo de hasta qué punto existe un efecto positivo en la interacción de los animales con las personas. Pero, no hace falta buscar tan lejos, el vínculo que establecemos con nuestros animales de compañía puede ser muy intenso y nos puede proporcionar grandes beneficios a unos y otros.

Son diversos los estudios que han dado explicaciones físicas de lo que sucede en el cerebro durante las interacciones con las mascotas (aumentos y disminuciones de ciertas hormonas implicadas en el placer y el estrés)[1].

Y es que, hoy por hoy, el Modelo Biopsicosocial es uno de los más utilizados para comprender la naturaleza de esta relación. Cómo las influencias biológicas, psicológicas y sociales, que nos aporta la relación que establecemos con nuestra mascota, se combinan de manera que potencian nuestra salud y bienestar.

Pero ¿a qué nos referimos cuándo hablamos de estos tres tipos de influencias?

  • Por Influencias Psicológicas entendemos aspectos como los estados emocionales, la propia personalidad y el estado de ánimo.
  • Cuando hablamos de Influencias Biológicas, nos referimos a cambios fisiológicos como la presión sanguínea, la tasa cardiaca, la entrada en juego de ciertas hormonas (cortisol, oxitocina)…
  • Las relaciones sociales, la cultura e, incluso, el nivel socioeconómico, englobarían lo que entenderíamos por Influencias Sociales.

Mascotas y salud mental

Gran parte de la investigación relacionada con el bienestar humano se ha centrado en la depresión y el efecto que la interacción con la mascota tiene sobre ésta.

Sin entrar en definiciones de qué es la depresión y sus diversos tipos (en este momento, no es el tema) se podría enumerar una sintomatología que, en mayor o menor grado, suele estar presente en estas alteraciones emocionales: bajo estado de ánimo, pocas ganas de hacer nada, sensación de estar cansado continuamente, sensación de soledad, alteraciones en el apetito o en el orden de las comidas, baja autoestima…

La pregunta aparecería, entonces, en qué curiosa conexión aparece entre persona y animal que tiene un efecto beneficioso en la persona y en la superación de algunos de estos síntomas.

Por una parte, la mascota se convierte en alguien que depende de su dueño. ¿Esto qué puede significar? Pues significa que esa persona con sentimientos de soledad y baja autoestima, de pronto, se encuentra con un ser vivo que necesita de él o ella.

La ansiedad también ha sido ampliamente estudiada. Está demostrado científicamente que acariciar a una mascota reduce el estrés (aquí entrarían esas influencias biológicas y se hablaría de la disminución de la presión arterial y el ritmo cardíaco).

Tanto es así que, incluso, se han realizado experimentos en situaciones de alto estrés, para ver si la presencia de animales rebajaba la ansiedad. Pese a que solo son estudios aislados y no son representativos, parece que sí hay efectos sobre las hormonas relacionadas con el estrés[2].

También es importante tener en cuenta la secreción de oxitocina. No solo ejerce de amortiguador del cortisol (muy relacionado con el estrés y la ansiedad) sino que tiene un papel prioritario en las emociones, el establecimiento de vínculos sociales y la confianza[3].

No tenemos que olvidar que la mascota está siempre en casa cuando el dueño sale y tiende a recibirle con una gran alegría cuando vuelve, verdad? Se ha llegado a describir esta situación como algo que no tiene precio[4].

Si a esto le añadimos que, hay ciertos hábitos que la persona debe adquirir. Tales como:

  • Levantarse por la mañana, sin excusa.
  • Darle de comer.
  • Especialmente si hablamos de un perro: habrá que salir a pasear con él diversas veces a lo largo del día, con la intención de que pueda hacer sus necesidades y pueda pasear un mínimo de tiempo.

Con esto la persona de una forma indirecta, se verá inevitablemente obligada a salir, moverse, hacer ejercicio y, de una forma indirecta, a conocer gente. Por otra parte, puede forzar que vuelvan a aparecer las rutinas de las comidas (que se habían podido perder).  Ya que hay que poner la comida al peludo, ¿por qué no comer también, verdad?

Las ganas de salir al mundo y dar paseos pueden llegar a reactivarse. Puede que, en un principio, solo sea de manera obligada, porque no queda otra opción, vamos. Pero con el tiempo se convierte en algo que apetece hacer.

Eso sin contar, además, que da opción a conocer otra gente, hablar con otras personas que comparten su vida con un perro. Es decir, las ganas de recuperar relaciones sociales pueden aparecer de nuevo.

Para acabar, no olvidar que hay estudios que afirman que los perros tienen una gran capacidad empática. Se han realizado investigaciones donde se ha demostrado que el perro ha sido capaz de darse cuenta del estado anímico de una persona, teniendo más intención de aproximarse y de, incluso, intentar tranquilizar a las personas que estaban llorando[5].

A modo de conclusión

En resumen, que una persona que se siente sola, con el estado de ánimo bajo y baja autoestima de pronto se encuentra alguien que está siempre ahí, al que querer y cuidar y que se alegra infinito cuando ve entrar al dueño por la puerta y que parece entender cuando está triste. Alguien que relaja muchísimo cuando es acariciado.

Afortunadamente, no sólo podemos hablar de los beneficios de compartir la vida con un animal de compañía en las situaciones negativas. El aumento de bienestar, de la percepción de la calidad de vida, las ganas de activarse y cuidarse físicamente, también aparecen en aquellas personas que no tienen porqué estar pasando por un mal momento vital.

Un buen vínculo humano-animal mejora y potencia el bienestar y las ganas de disfrutar y compartir la vida, partamos de la línea base de la que partamos.

Todavía queda mucho camino por delante en lo que se refiere al estudio de esta conexión y a los beneficios que nos aporta. De hecho, queda mucho por estudiar en relación con los beneficios que nosotros les aportamos a ellos. En una relación bidireccional, el bienestar es mutuo, sin duda.

De lo que no hay ninguna duda, es de que una conexión inter-especies que lleva tantos miles de años solo puede traernos cosas buenas a unos y a otros. Por desgracia no siempre es así. Es por esto por lo que es imprescindible seguir estudiando y explicando estos beneficios. Es la mejor manera de concienciar de lo importante de este vínculo.


Referencias:
[1] Investigaciones de Gómez, Atehortúa & Orozco, 2007; Walsh, 2009ª.
[2] Experimento en la Universidad de Emory: http://www.noticias24.com/mascotas/noticia/7808/universidades-buscan-reducir-con-perros-el-estres-de-estudiantes/
[3] Handlin, L. et al. (2012). Associations between the psychological characteristics of the human-dog relationship and oxytocin and cortisol levels. Anthrozoos.
[4] Frase extraída tras diversas conversaciones con propietarios de perros en varios parques.
[5] Estudio de “La empatía del perro con el hombre”: http://www.doogweb.es/2012/06/09/la-empatia-del-perro-con-el-hombre-a-estudio/

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