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En el presente artículo vamos a abordar una realidad muy presente en nuestro día a día. Hablamos de cuando las parejas se separan, algo que en nuestro país, por desgracia, ocurre cada vez más a menudo.
A continuación vamos a profundizar en las causas que pueden motivar que esto suceda, así como a comentar aquellas prácticas que podemos poner en marcha para sobrellevar de la mejor manera posible esta situación.
Lo difícil de estar en pareja
No descubrimos nada si decimos que mantener la llama de una relación de pareja a veces se convierte en una tarea ardua, a la que hay que dedicar tiempo y cariño. A día de hoy, son miles las parejas que buscan consejo profesional para mejorar su situación.
Muchas logran reconducirla y volver a ser felices. Otras, en cambio, deciden separar sus caminos al ser incapaces de encontrar la solución a sus problemas.
¿Por qué es tan difícil estar en pareja entonces?
En primer lugar, se ha de mencionar que desde el momento en el que dos personas comienzan una relación, cada uno de sus miembros pone en juego toda una serie de creencias, hábitos, rasgos de personalidad y manías que han de encajar o al menos acercarse a las del otro. Cada uno, con sus particularidades, ha de lograr esa unión con el otro para que la relación funcione.
Aquí reside precisamente el gran problema al que todas las parejas han de enfrentarse. Si cada persona viene con su propio “yo” y además con algunos conflictos sin resolver, es más que probable que acabe proyectándolos en el otro, creándose a veces una combinación peligrosa.
Si, por poner un ejemplo, uno de los miembros de la pareja considera que es el otro quien debe resolver sus inseguridades, podemos estar ante el comienzo de toda una serie de malentendidos y disputas que pondrán en jaque la relación.
Por tanto, una de las claves para que una pareja funcione es que cada uno haya hecho anteriormente un profundo trabajo de autoconocimiento. Dicho de otra forma, que reconozca sus dificultades y trabaje para responsabilizarse de ellas, afectando lo menos posible a la otra persona.
Cuando llega el divorcio…
Tal y como mencionábamos anteriormente, en nuestro país existe un considerable aumento en el número de separaciones y divorcios. Esta situación nos confirma que no todas las uniones en matrimonio tienen un final feliz, y que muchas personas han de afrontar esos momentos tan complicados, muchas veces sin saber cómo.
Cuando una persona se separa, en ella ocurren una serie de cambios tanto a nivel físico como psicológico, los cuales pueden alterar su calidad de vida de un modo relevante. Tal es así, que muchos psicólogos han llegado a considerar el divorcio como un acontecimiento vital que genera un gran estrés, dadas sus características.
Desde ese momento, cada uno de los implicados ha de aprender a vivir de un modo distinto. Al principio, es posible que persistan sentimientos de culpa o incluso de indecisión sobre si se habrá elegido la opción correcta. Por otro, también pueden aparecer la tristeza o la pena acerca de la otra persona, al creer que se le ha hecho daño.
En cualquier caso, la persona necesitará centrarse en los aspectos positivos de la situación más que en los negativos, manteniendo una amplitud de miras suficiente para darse cuenta de que ha terminado una etapa, no la vida.
Es momento de abrirse al mundo y mostrarle lo mejor de uno mismo. Para ello no es necesario reemplazar a la anterior pareja con rapidez, sino más bien es la ocasión de ahondar en uno mismo, conectar con el propio deseo y continuar el camino con más sabiduría.
En cuanto a las emociones antes mencionadas, decir que no merece la pena darle vueltas a la cabeza tratando de encontrar al verdadero responsable de la ruptura, y mucho menos generalizar al resto de hombres o mujeres aquellas cosas que no nos gustaban de nuestra anterior pareja.
Ni es uno sólo el responsable de lo ocurrido, ni todos somos iguales. En cambio, sí que puede resultar muy útil una autorreflexión acerca de aquellas cosas que podrías haber hecho mejor, sin castigarte por ello.
¿Qué hacemos con los niños?
Al terminar una relación, es posible que existan hijos de por medio. La clave a este respecto es considerar que es muy fácil que acaben sintiéndose responsables de lo ocurrido, por lo que será fundamental explicarles claramente que ellos no han tenido nada que ver. Hay que dejar claro que les seguimos queriendo, y que la decisión ha sido exclusivamente de sus padres.
Por otra parte, hay que evitar a toda costa caer en el error de “utilizar” a un hijo en contra de la expareja. Este es un error cometido con mucha frecuencia, y que solo generará más odio y conflictos para el propio hijo.
En resumidas cuentas, aunque un divorcio puede parecer el final de nuestra vida, puede convertirse en una experiencia que aporte un gran aprendizaje.
Todo depende de la actitud que se esté dispuesto a tomar cuando suceda. Si logras tomarlo con paciencia y apertura mental, tendrás mucho terreno ganado.