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Las parafilias suponen conductas del ámbito sexual que se caracterizan por fantasías sexuales recurrentes e intensas, impulsos, y comportamientos que implican objetos inusuales, así como actividades o situaciones que no se consideran sexualmente excitantes para la gran mayoría de las personas.
La clasificación de las parafilias, según los criterios del DSM-IV (APA, 1995), incluye las condiciones clínicas de exhibicionismo, fetichismo, froteurismo, pedofilia, sadismo, masoquismo, fetichismo travestismo, voyeurismo, y una última categoría para otras parafilias no especificadas.
Para que un comportamiento parafílico sea considerado patológico, estos objetos, actividades o situaciones deben resultar necesarias para el funcionamiento sexual de la persona, deben causar una angustia significativa, así como acarrear problemas personales, sociales o profesionales.
La conducta parafílica ha sido denominada habitualmente como pervertida, y estos comportamientos pueden llegar a tener además consecuencias sociales y legales graves. Algunas parafilias como la pedofilia, el exhibicionismo, el voyeurismo o el sadismo son delitos penales en la mayoría de países del mundo, aunque no en todos.
La mayoría de las parafilias son raras y son más comunes entre los hombres que entre las mujeres en una proporción de 20 a 1. Sin embargo, la razón de esta disparidad no ha podido ser determinada con claridad.
Las conductas parafílicas suelen comenzar durante la adolescencia y continúan en la edad adulta. La intensidad y la frecuencia de las fantasías asociadas con la parafilia varían de una persona a otra, pero generalmente disminuyen a medida que la persona envejece.
Tener fantasías o comportamientos parafílicos, sin embargo, a menudo no es sinónimo de enfermedad mental. Las fantasías y conductas pueden existir en formas menos graves que no son disfuncionales y que no impiden el desarrollo de relaciones sanas, no perjudican a las personas y no constituyen delitos, limitándose a la fantasía durante la masturbación o las relaciones de pareja.
El término “parafilia” ha sido y es muy cuestionado como categoría diagnóstica incluida actualmente tanto en el DSM como en la CIE10. No somos ajenos a esta polémica cuyos argumentos en favor de su exclusión compartimos en gran parte.
Debe tenerse en cuenta que la idoneidad de una conducta sexual está sujeta a cuestiones de índole social, cultural y religioso, y estas variables influyen de manera notable en la consideración de una determinada conducta como normal o patológica. (En el siguiente artículo se hace una interesante argumentación sobre este asunto: El DSM IV y las Parafilias: Un argumento para su retirada)
No obstante, es una realidad clínica que existen comportamientos sexuales que son claramente disfuncionales, y que requieren por tanto de un diagnóstico ajustado y de unos protocolos de tratamiento adecuados.
En esta linea compartimos este documento en el que se repasan las diferentes categorías diagnósticas relacionadas con las parafilias, así como los tratamientos más eficaces para cada una de ellas según la evidencia científica y clínica.
►Recursos:
Parafilias: Evaluación y Tratamiento
►Fuentes:
M. Muse, G. Frigola – Cuadernos de Medicina Psicosomática Nº 65-2003. Imagen cortesía de Xenia
El mundo evoluciona, las parafilias hoy por hoy se definen como tendencias y/o inclinaciones del comportamiento sexual del individuo; lejos de ser señaladas como perversiones asi llamadas por Freud, las parafilias son casi que inherentes al ser humano pues todos buscamos el placer en todo lo que hacemos – Lo importante es establecer limites y asi determinar su patologia y tratamiento.
Cuando se habla de una parafilia, decimos de una conducta compulsiva y que ocasiona problemas sociales, familiares, laborales. Pero es de notar que la satiriásis (en los hombres y la ninfomanía en las mujeres) no aparece de manera expresa en éste artículo y si son, dentro del espectro de las parafilias trastornos comportamentales muy graves a tal punto que se descuidan aspectos formales del comportamiento adaptativo y se vuelca en la consecución del objeto del deseo, tanto así de abandonar a la familia, amistades, responsabilidades laborales, etc. y que a pesar del paciente alcanzar una edad adulta media, no se ve mejoría a esos trastornos.
También es cierto que la cultura tiene que ver a la hora del diagnóstico, pero cuando la compulsión llega al extremo de exponerse y comprometerse físicamente, socialmente y laboralmente no puede hablarse de un componente socio-cultural sino más bien de un trastorno comportamental grave que debe ser tratado por un equipo de especialistas multidisciplinario.
Gracias Rafael por tu excelente aportación. Saludos!