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La idea de levantarse y hablar delante de un grupo de personas puede poner en dificultades hasta a la persona con más confianza en sí misma. Incluso los actores exitosos, políticos, deportistas y músicos sufren de temblores en las manos, palmas sudorosas y palpitaciones cuando se enfrentan al público.
La verdad es que la ansiedad o miedo escénico es algo muy real y muy común, pudiendo llegar a convertirse en una condición clínica de cierta gravedad, clasificada como un trastorno fóbico específico.
Estar preparado es la primera estrategia para vencer al miedo escénico. No haber hecho previamente la tarea es la principal causa de ansiedad en estas situaciones.
En su libro “Liberarse de los miedos”, Joseph O’Connor recomienda cinco minutos de preparación por cada minuto de presentación o exposición pública. Ensayar el discurso en voz alta o hablar con alguien que puede darte instrucciones son buenas costumbres antes de una intervención pública.
También puede darse el caso de que estés muy preparado para tu aparición pública y sin embargo todavía te sientas sobreexcitado y con miedos. Esto no es raro. De hecho muchas personas se ahogan, pierden la voz o dejan de ejecutar tareas que antes dominaban.
No importa si has hecho discursos perfectos en el pasado, la falta de aire es causada por la incapacidad para manejar el estrés. Las situaciones estresantes pueden llegar a condenar incluso el intérprete más célebre.
¿Cuáles son las causas del miedo escénico?
Hay muchas causas potenciales del miedo escénico, y éstas serán diferentes de una persona a otra. Algunas personas son más susceptibles a la ansiedad relacionada con el desempeño, pero es importante recordar que nadie es inmune, ni siquiera los oradores más experimentados.
Incluso si nunca antes ha tenido miedo escénico, lo más probable es que algún día sientas un aleteo en el estómago o escuches un temblor desconocido en tu voz. ¿Podría una situación así desencadenar tu ansiedad por el desempeño? Probablemente sí. Reconocer las causas del miedo escénico te ayudará a vencerlo.
Estas son algunas de las causas comunes:
Falta de preparación. Seamos sinceros. Si no estás seguro de saber la letra de tu canción o el texto de tu discurso, probablemente te pondrás nervioso, y eso naturalmente te hace más susceptible a un ataque de pánico sobre el escenario. Por suerte, este es un factor que está bajo tu control: práctica práctica práctica.
Falta de experiencia. Si bien cualquiera puede tener miedo escénico, cuanto menos experiencia tengas, más probabilidades tendrás de tener ansiedad por el desempeño. La simple novedad ya predispone a tener cierta ansiedad anticipatoria. Además tienes menos recuerdos de actuaciones exitosas a los que recurrir, y también menos evidencia de que, en verdad, no hay nada que temer.
Miedo al fracaso. No se puede evitar esta realidad: enfrentarse a una audiencia es arriesgado. En gran medida porque siempre existe la posibilidad de equivocarse, y la gente estará allí para presenciar tu error. Por supuesto, esas mismas personas están allí para presenciar tu éxito mucho más probable, así que concéntrate en esa posibilidad.
Ansiedad previa. Algunas personas simplemente nacen ansiosas. Esa predisposición está ya integrada en la química de su cerebro. Si este es tu caso, tal vez debas considerarlo una suerte, porque es probable que ya hayas tenido que aprender a manejar tu ansiedad en otras situaciones. Puedes aplicar esas mismas técnicas aquí.
Altas expectativas. Cuanto más importante sea una actuación, concierto o discurso, más probable será que la ansiedad aparezca. Pero es importante mantener las cosas en perspectiva. Tu cuerpo puede sentir que este es un momento de vida o muerte, pero es casi seguro que eso no es cierto. Puede que haya mucho en juego, pero no tanto, así que trata de relativizar las consecuencias de un improbable fracaso.
Cómo superar el miedo escénico
Antes de que este miedo escénico llegue a convertirse en un trastorno psicológico, en cuyo caso es necesario contar con ayuda profesional, hay algunas formas de contrarrestar estos sentimientos de ansiedad:
1. Reconoce tus miedos. A menudo, cuando admites que estás nervioso, la ansiedad disminye. Una forma de hacerlo es haciendo uso de imágenes mentales. ¿Te imaginas a la gente burlándose o insultándote? Ahora, desconecta esa imagen negativa y formula una positiva, una que muestre el éxito de tu discurso.
2. Exagera los síntomas. Si sufres de temblores de las manos y las palmas sudorosas, trata de hacerlas temblar ya sudar más. Te darás cuenta de que pueden dejar de temblar y sudar. Si puedes aumentar los síntomas, puedes controlarlos.
3. Llega con tiempo suficiente. A veces, llegar temprano puede ayudar. La llegada anticipada te permite contactar previamente con tu público y te ayuda a ver sus caras amables de cerca, ganando así confianza.
4. Mantén el contacto visual. Cuando estés hablando, centra tu atención en una sola persona, manteniendo el contacto visual durante un momento, y pasa a la siguiente persona de forma natural. Conectar con el público de esta manera te ayudará a calmar la ansiedad.
Y en cualquier caso recuerda que respirar lentamente, con el diafragma, es siempre una buena idea para recuperar la calma, y que en general el público al que te dirijas estará siempre de tu parte.
Tener miedo escénico no significa que no estés destinado a actuar frente a un público o que no seas bueno en lo que haces. Con la práctica, puedes aprender a controlar tus síntomas y, después de un tiempo notarás que tu ansiedad por el desempeño es menos intensa o aparece con menos frecuencia.
Mientras tanto, siéntete orgulloso de estar enfrentando tus miedos. Ese coraje brillará cuando estés haciendo aquello que amas, y tu audiencia sabrá recompensarte por ello.