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Han sido muchas las herramientas y ejercicios que se han propuesto para estudiar la forma en la que nos comunicamos y relacionamos. Hoy os traemos una de ellas, quizá de las más populares, cuya riqueza y utilidad es especialmente amplia.
La ventana de Johari, la cual toma su nombre a partir de sus creadores, los psicólogos Joseph Luft y Harrington Ingham, ilustra de una manera clara y sencilla una serie de aspectos muy interesantes en relación a la interacción humana.
Desde la psicología cognitiva, se analiza el concepto de espacio interpersonal, en virtud de una serie de elementos que a continuación detallaremos.
Tal y como señala Fritzen (1987) , las aplicaciones de esta herramienta son muy diversas, y su estudio da lugar a toda una gama de posibilidades que nos orientan acerca de los distintos estilos de relación que se dan entre las personas.
Los cuadrantes de la ventana de Johari
Como una imagen vale más que mil palabras, vamos a ilustrar los componentes de esta ventana de un modo claro y fácil de entender:
Tal y como podemos observar, existen una serie de zonas o áreas de conocimiento en función del tipo de vínculo establecido con los demás.
Así, por ejemplo, hay aspectos de nuestra persona que nosotros mismos conocemos y los demás también perciben (área libre), elementos que conocemos de nosotros mismos pero que no hacemos visibles y, por tanto, son privados (área oculta); rasgos que desconocemos de nosotros mismos pero que los demás sí ven (área ciega) y elementos que resultan desconocidos tanto para nosotros como para los demás (área desconocida).
Aunque necesitemos unos minutos para comprender bien su funcionamiento y al principio parezca un trabalenguas, rápidamente nos damos cuenta de que existe todo un campo de aprendizaje si sabemos utilizar esta herramienta adecuadamente.
Analizando la ventana de Johari
A continuación nos gustaría detenernos a profundizar acerca de cómo se dan cada una de las relaciones entre las personas en función del área de la ventana en la que nos movamos.
Relaciones de área libre o pública
Cuando dos personas se mueven en esta área, predominan la aceptación y la empatía. La comunicación es clara, y cada uno de los integrantes se muestra tal y como es, sin reservas. La sinceridad estaría actuando como el motor principal en este tipo de encuentros.
Sin embargo, existe la parte negativa de que al ser demasiado claros y no guardarse nada, la persona puede sentirse en una posición de vulnerabilidad, generando enfados y malestar. También se deja de lado el misterio, y la relación puede “perder su chispa”.
Relaciones de área oculta
Cuando se da una interacción de este tipo, la cautela y el secretismo suelen ser la nota dominante. La persona tiene miedo de mostrarse tal como es, y actúa con reservas.
Una excesiva protección y el abuso de los límites, generalmente basados en el miedo o el temor al conflicto, devienen en un conocimiento empobrecido del otro.
En pocas palabras: las personas que se mueven en esta área nunca terminan de encontrarse con los demás.
Relaciones de área ciega
Esta área es el área del autodescubrimiento. Cuando estamos abiertos a lo que los demás nos aportan y que nosotros desconocíamos de nuestro ser, nuestro enriquecimiento personal es enorme.
De esta forma, a través de la interacción somos capaces de ahondar en nuestras virtudes y defectos de manera natural. El problema viene cuando no somos capaces de aceptar esa visión que nos dan los demás.
Desarrollar una actitud defensiva y excesivamente crítica puede hacer que las relaciones se rompan, y que acabamos por tener conflictos.
Relaciones de área desconocida
Como su propio nombre indica, esta zona está basada en el completo desconocimiento.
Se trata de una zona misteriosa, en la cual hacemos esfuerzos por descubrir cosas del otro que están ocultas y que ni él mismo conoce. Lo mismo hacemos con lo propio.
En cualquier caso, tomada como un juego y con una actitud abierta, hablamos de un área muy interesante para el conocimiento.
Cómo usar la ventana de Johari
Si habéis llegado hasta aquí quizá os preguntéis por la aplicación de esta herramienta o por algún ejemplo concreto de su utilización.
Una de las formas más habituales de uso tiene que ver con la elaboración de un listado de características propias. Posteriormente, se pide a personas de confianza que hagan lo mismo acerca de uno mismo.
Más tarde, compararemos y englobaremos todas las percepciones (propias y ajenas) en nuestra ventana de Johari. Gracias a esto tendremos una interesante visión acerca de lo que vemos, lo que ven y lo que no se ve. Este simple ejercicio nos aportará una perspectiva interesante de cómo son nuestras relaciones.
Generalmente es en las organizaciones donde suele utilizarse este tipo de instrumentos, tratando de valorar el trabajo de los distintos empleados y líderes, así como su espectro de relaciones dentro de la organización.
Desde aquí os animamos a realizar vuestra propia ventana de Johari.
Referencias:
La ventana de Johari: ejercicios de dinámica de grupo, de relaciones humanas y de sensibilización Fritzen, Silvino José (1987)