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La prevención del suicidio desde los medios de comunicación

prevencion del suicidio
Laura Tormo
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Se dice que la prensa es el cuarto poder. Su capacidad para influir en la opinión pública va más allá de la revelación de información comprometida o la denuncia de abusos.

Por eso, organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideran a los profesionales de la comunicación parte implicada en la prevención del suicidio (la llamada “muerte silenciada”).

Hablar del tratamiento del suicidio en los medios de comunicación es hablar de dos efectos. Por un lado, del incremento de las muertes por suicidio observado tras la aparición de ciertas noticias relacionadas con el suicidio, lo que se conoce como efecto Werther.

El nombre recuerda a la oleada de suicidios que hubo después de que Goethe publicase una obra en la que su protagonista, Werther, se suicida.

Pero no todo son malas noticias (nunca mejor dicho). También se ha descrito el papel protector de los medios de comunicación al abordar el tema del suicidio. Es el efecto Papageno, en alusión a uno de los personajes de La flauta mágica de Mozart al que consiguen disuadir de que no se suicide.

Aunque las evidencias sobre la influencia positiva de los medios de comunicación en la prevención del suicidio no son tan sólidas como las que hay respecto a otras estrategias (p. ej., restringir el acceso a medios letales), eso no significa que su papel sea nulo.

La realidad del suicidio

El papel de los medios de comunicación en la prevención del suicidio

Cabe distinguir entre los reportajes que tratan el suicidio en general y las noticias sobre suicidios concretos.

Al hablar del suicidio en términos generales, se recomienda:

  • Proporcionar datos de fuentes fiables. Es necesario acudir a organismos que ofrezcan ciertas garantías en la obtención de datos como la OMS o EUROSTAT, ya que no en todos los sitios se registran igual las muertes por suicidio; si bien, la tasa de suicidios tiende a estar subestimada. Una vez obtenidos los datos, hay que interpretarlos con cautela.
    En este sentido, ante una subida notable del número de suicidios, es mejor utilizar expresiones como aumento o incremento en vez de epidemia u ola de suicidios.
  • Mencionar signos de alerta. Algunos comportamientos como desprenderse de objetos personales o cerrar asuntos pendientes pueden ser señales de conductas suicidas. Conocerlos es vital para detectar el problema y actuar a tiempo.
  • Abordar los mitos. Existen varios mitos sobre el suicidio (como el de que preguntar a alguien por su intención de suicidarse puede incitarle a hacerlo) que no favorecen ni la búsqueda de ayuda por parte de las personas con ideas suicidas, ni la comprensión de este problema para dar una respuesta adecuada.

A la hora de informar sobre un suicidio, hay que tener en cuenta lo siguiente:

  • En páginas interiores. No es aconsejable dedicar la portada o las páginas principales a la noticia de un suicidio, ni poner titulares llamativos.
  • No entrar en detalles. Es recomendable limitarse a dar información relevante, sin adentrarse en el método utilizado o las circunstancias que rodearon la muerte y sin incluir imágenes o notas de despedida, ya que podría producirse una identificación con la persona de la que se habla y un aumento de los suicidios por el mismo método. Esto es especialmente importante si se trata de personas adolescentes.
  • No presentar el suicidio como la solución a un (único) problema. El suicidio no debe verse como la solución a un problema. Además, por muy grave que pueda parecer la situación a la que se enfrentó una persona fallecida por suicido, nunca debe considerarse como la causa del suicidio. El suicidio es un fenómeno complejo en el que intervienen varios factores.
    Decir que alguien se quitó la vida cuando estaba a punto de ser desahuciado o porque sufría acoso es tratar el suicidio desde una perspectiva simplista, que no ayuda ni a quienes no ven una salida a sus problemas, ni a los que han intentado suicidarse o han perdido a un ser querido por el suicidio.
  • Lamentar la muerte de la persona sin culpabilizarla (o buscar culpables) ni ensalzarla por lo ocurrido. Así, no se incurre en la estigmatización, la simplificación o la mitificación.
  • Informar sobre los recursos disponibles para la persona que está pensando en el suicidio o que está preocupada por alguien con ideas suicidas. Del mismo modo que, en algunos países, cuando se habla de casos de violencia de género, se menciona un teléfono de ayuda, es importante que las personas con pensamientos suicidas o sus allegados sepan dónde pueden acudir (líneas telefónicas, asociaciones, etc.).
  • En caso de que se hable de una persona famosa, no caer en el sensacionalismo. Esto pasa por aplicar las pautas descritas en los puntos anteriores sin entrar en rumores. No hay que tener miedo a hablar de suicidio por temor a un efecto contagio. ¡Al contrario! Tomar conciencia del potencial de la palabra para derribar mitos y ofrecer soluciones es el primer paso para lanzarse crear contenidos que promuevan cambios positivos.

Y como Fray Ejemplo es el mejor predicador, si piensas en el suicidio, pide ayuda a un profesional o cuéntaselo a alguien de confianza. También puedes contactar con el Teléfono de la Esperanza o la Fundación ANAR en caso de menores.

Nota del Editor

Compartimos para su descarga el documento “Prevención del suicidio, un instrumento para profesionales de los medios de comunicación”, editado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como parte de una serie de instrumentos dirigidos a grupos sociales y profesionales específicos particularmente relevantes para la prevención del suicidio.


Recursos:
Prevenir el suicidio, un instrumento para…
Fuentes:
Imagen cortesía de Pixabay.com


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