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Hablar sobre nadar no es lo mismo que nadar. Por mucho que seamos precisos en la descripción de movimientos y técnicas, una explicación teórica no puede compararse a la experiencia de tirarnos al agua, mojarnos y nadar en ella.
Numerosos estudios coinciden en que la experiencia en primera persona es la manera más completa, real y duradera de aprender algo, porque lo aprendido a través de la vivencia es mucho más difícil de olvidar.
Los aprendizajes más valiosos se originan en lo que vivimos, ya que experimentar hace que la enseñanza sea más amplia y garantiza su registro a niveles más profundos.
El aprendizaje intelectual o teórico es importante en algunos ámbitos y puede servir como base para completar un aprendizaje vivencial, pero en algunas disciplinas el quedarnos en el plano racional sin materializar lo aprendido, nos dejará la lección a medias.
Enfoques vivenciales en crecimiento personal y psicoterapia
Podemos acudir a conferencias, charlas y talleres teóricos, podemos leer artículos de psicología y libros de autoayuda que aunque seguro nos resultarán útiles para aprender conceptos y despertar importantes preguntas, nunca podrán sustituír el aprendizaje que supone el trabajo en primera persona.
En el ámbito de la psicoterapia, entender una dificultad o saber qué es lo que la origina no equivale a gestionarla o saber iniciar el camino para su integración o transformación.
Cuando sólo se trabaja el problema o síntoma desde lo racional, el aspecto emocional (que es el origen de la mayoría de nuestras dificultades) suele quedar relegado a un segundo plano o abordarse de manera superficial.
Hablar sobre nadar en lugar de tirarse al agua
Hay estilos terapéuticos que trabajan en el plano mental y otros que realizan una mirada más allá del intelecto y tienen un enfoque experiencial. En este segundo grupo entrarían el conjunto de terapias humanistas dentro de las que se encuentra la terapia Gestalt.
La manera más integradora y eficaz de abordar problemáticas es la de añadir a la parte mental la experimentación de las emociones y el cuerpo. Con la vivencia emocional y corporal, más allá de entender el por qué siento algo, descubriré el cómo y el qué siento, siendo éstos puntos de partida más activos y enriquecedores a partir de los que poder tomar parte en su resolución.
En este sentido, las técnicas Gestalt facilitan el contacto vivencial de las diferentes emociones para acercarnos a ellas de una manera más completa y profunda. Por ejemplo, más que ofrecer teorías y permanecer en el plano mental hablando sobre algo, se invita a la persona a realizar algún ejercicio para vivenciar y descubrir en sí misma cómo experimenta el tema tratado y trabajarlo sobre sus propias sensaciones.
La persona es un todo formado por mente, emoción y cuerpo, por lo que en Gestalt se fomenta el equilibrio de estos tres centros vitales como base para el bienestar. Por esta razón se le da relevancia sobre todo a lo emocional pero también a lo corporal, muchas veces olvidado en algunos enfoques terapéuticos.
Atender las sensaciones corporales puede abrir interesantes líneas de trabajo o completar las ya iniciadas. Si experimentamos nuestro cuerpo con conciencia, encontraremos una manera más completa de saber cómo sentimos nuestras emociones y cómo se conectan a nuestro organismo, ampliando los registros a más niveles y mejorando enormemente la toma de conciencia y el resultado terapéutico final.
El necesario aprendizaje vivencial del terapeuta
Pretender solucionar problemas emocionales o cambiar actitudes vitales sólo a través del trabajo intelectual sería como realizar un curso de natación por internet.
Un aprendizaje vivencial en el ámbito profesional de la salud, la ayuda y las relaciones humanas aporta un grado de profundidad, conocimientos y empatía hacia el paciente/cliente que creemos muy necesario y tristemente ausente hoy día.
Más allá de la empatía, otro aspecto importantísmo en estas profesiones es el de realizar una completa formación en gestión de las emociones y en autoconocimiento. Estas herramientas ayudan al/la profesional a manejar las resonancias personales que pueden despertarse con el ejercicio de su profesión.
También permite que pueda ser empática y emocionalmente cercano sin dejarse llevar por el sufrimiento o problemática de su paciente, garantizando su capacidad de sostener tanto las propias emociones como las del paciente sin perder objetividad ni profesionalidad.
Llevado al terreno psicoterapéutico, un/a buen/a terapeuta necesita primero ser paciente y vivir el proceso por el que va a acompañar a sus clientes para poder hacerlo de una manera más auténtica, ética y profunda. También necesita trabajar primero sus propias dificultades, para no correr el riesgo de encontrar en su cliente alguna cosa no resuelta de sí mismo y que eso entorpezca el proceso terapéutico.
Tomando de nuevo el ejemplo inicial, desde nuestro punto de vista un terapeuta que no se ha trabajado en profundidad a nivel personal, es como un profesor de natación que nunca ha estado en una piscina.
En Bcn Gestalt notamos un interés cada vez mayor por parte de profesionales de la medicina, la enfermería, la enseñanza, la psicología y el trabajo social en realizar nuestros cursos e iniciar procesos terapéuticos personales.
Los profesionales de la salud y la ayuda cada vez estamos más concienciados de lo necesario que resulta realizar un trabajo personal profundo y disponer de herramientas en este sentido para crecer como personas y como consecuencia, mejorar en nuestro ejercicio profesional y ofrecer una atención más completa, eficaz y humana.
►Recursos:
Terapia Gestalt: La vía del vacío fértil
►Fuentes:
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