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Potenciar es la clave de la productividad de nuestras capacidades mentales.
En muchas ocasiones hablamos del “círculo de confort” para ampliarlo y hacer que nuestro malestar ante situaciones que no conocemos sea cada vez menos limitante y nos permita hacer del mundo un lugar cómodo, sin acotarlo por miedos.
Del mismo modo funciona nuestra capacidad intelectual, es cierto que la predisposición genética tiene mucho que decir en esto, pero todos tenemos potencial aunque sea diverso, por lo que no debemos delimitar la producción de conocimiento sino facilitarlo.
La naturaleza nos da infinitas clases de flores predispuestas a crecer, pero todas comparten la necesidad de agua y luz para estar en todo su esplendor y eso es lo que debemos hacer con el conocimiento, regarlo y darle luz, como elementos facilitadores.
Durante la infancia, se nos ayuda a crear el tronco de nuestro conocimiento, se nos enseña el lenguaje como hilo conductor de todo lo que esta por llegar a nuestra mente en forma de ideas.
Plantearos que una vez que dominamos algo, sólo nos queda avanzar a partir de ese punto, creando ramas y engranajes sustentados en el saber previo, que llegarán cada vez más alto.
A medida que avanzamos podemos utilizar las conexiones que hace nuestra mente, llevándonos a comparaciones o distinciones con ideas ya elaboradas previamente que al pasar por el filtro de nuestro conocimiento permitan crear un brote de sabiduría nuevo.
Dedicándole atención a cada brote, podemos engendrar y crear una nueva “flor” que como las reales no es eterna, así que con centrarnos en ella sólo el tiempo necesario para disfrutar de lo que nos aporta y aprender de ella es suficiente para utilizarlo.
Tenemos que adquirir la responsabilidad de cuidar nuestra mente nosotros mismos, podando ideas que creemos impuestas y que ya no compartimos, para dejar paso a nuevas teorías que generen ramas y hojas que mantengan nuestra mente en plena ebullición.
Cualquier persona nace siendo una semilla del saber, que aún no sabe nada, así que la formamos, regándola e iluminándola con lo que ya sabemos los que estamos a su alrededor.
Formamos unas raíces que sustentan todo lo que su mente esta por crear, y ahí esta la clave del desarrollo intelectual, en podar, regar, cuidar, fertilizar cada idea, cada conocimiento, dejar que surjan brotes nuevos y prestarles toda la atención necesaria.
Mientras nace todo brote es pequeño, toda idea es sólo eso, una idea, que tu puedes convertir en algo real con tus acciones, recogiendo en cada acción nuevas ideas que llegan a nuestra mente y crean un engranaje de saber como trampolín de nuestras capacidades.
Da igual que tu potencial sea mucho sino lo cuidas y no creas.
Un bonsái puede llegar más alto que la semilla de un roble que jamás estuvo expuesto a la luz y el agua.
►Recursos:
Mapas mentales. Claridad de ideas al alcance de la mano.
►Fuentes:
Imagen cortesía de Dasoaz vía Flickr.com