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El tema de hoy es el último de los eneatipos, el número nueve. A continuación, vamos a tratar de describir sus puntos clave y también sus debilidades, así como aportar algunas ideas acerca de cómo suavizar sus características en aras de una mejor calidad de vida.
¿Cómo es un eneatipo nueve?
Para que lo entendamos de forma clara y sencilla, diremos que un número nueve sería alguien que sigue al pie de la letra la famosa frase cristiana “niégate a ti mismo”. Es decir, hablamos de una persona que prefiere sacrificar su propio yo en aras de una convivencia armoniosa con los demás.
Este aspecto es clave, ya que a raíz de esta especie de invisibilidad, la capacidad de autoafirmación y de exploración del propio deseo de un número nueve es prácticamente nula.
Una de las cosas que más les asusta tiene que ver con los conflictos. Estas personas hacen todo lo posible porque todo marche bien, aún a costa de su propio interés.
De algún modo, para ellos la ira y las desavenencias son aspectos a evitar al máximo, y es por eso por lo que acaban anulándose como personas. Es como si hicieran una especie de pacto con el mundo: “yo me amoldaré a vosotros, pero no quiero tener problemas ni sufrir daño”.
La consecuencia lógica de todo esto es acabar asumiendo que su propia opinión no es importante, y que muchas veces es mejor callar y no expresarla. Es por esto por lo que tienden a ser grandes oyentes, ya que prefieren centrarse en los demás antes que arriesgarse a decir algo que pudiera incomodar.
En relación con lo que antes mencionábamos sobre el deseo, un número nueve por lo general no sabe hacia dónde va. La mejor comparación sería la de una boya flotando en el mar dejándose arrastrar por la corriente, sin la determinación suficiente para tomar las riendas de su propia vida.
Para lograr esto, la capacidad de negación ha de ser importante, pues cada vez que surja un deseo relevante, este ha de ser enterrado.
Para ellos, estar en paz es lo único que importa, y es por eso por lo que muchas veces muestran verdaderas dificultades para decir no. Poner límites y defender lo propio se convierten en una auténtica misión imposible.
¿Cómo se llega a ser un número nueve?
Para que una persona acabe teniendo los rasgos de un número nueve, parece obvio que han debido existir una serie de circunstancias que le hayan llevado a ello. Aunque parecen existir rasgos de personalidad heredados, gran parte de ellos tienen que ver con el puro aprendizaje.
De esta forma, parece claro que un eneatipo nueve ha necesitado ser un mediador desde temprano. Quizá a causa de vivir situaciones familiares conflictivas, lidiar con un padre o madre que demandaba de sus continuos consejos o quizá a causa de algún otro problema de esa índole, la persona acaba desarrollando el rol de pacificador.
Además, poco a poco la persona aprende que su propio yo no es importante, y que lo realmente esencial es el lograr estar armonía con el otro y amoldarse.
¿Cómo puede evolucionar un eneatipo nueve?
Como cualquier transformación, desprenderse de alguno de los rasgos de este eneatipo lleva tiempo y esfuerzo. Es por eso por lo que, una vez que la persona ha sido capaz de ver por sí misma cuáles son los aspectos a mejorar, se hace fundamental que se ponga manos a la obra.
Los dos puntos quizá más recomendables a nivel general para lograrlo son:
Aprende a poner límites y conectar con tu propio deseo
Recuperar el propio terreno del yo y dejar que se exprese es una tarea esencial para crecer. Para ello, muchas veces será necesario poner límites y decir “no” a los demás, porque ello significará decirte “sí” a ti mismo.
No hay que tener miedo de romper el molde que los otros parecen querer imponernos. Cada uno de nosotros tiene sus propios planes y sueños, y no hay nada de malo en querer perseguirlos.
¡Actívate!
Muchas veces un número nueve tiende a procrastinar y dejar las tareas para más adelante, por miedo precisamente a tomar el control y conectar con lo propio. Es por eso por lo que es tan importante ponerse al día con todo aquello que se ha quedado en el cajón de cosas pendientes.
Por cada cosa que se haga y que sea fruto del propio yo, más aumentará éste, algo que nada tiene que ver con la prepotencia ni el orgullo.
En resumidas cuentas, la clave está en ser capaz de vivir en paz sin que ello implique negar quien se es.