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Tengo TDAH, y así es cómo me relaciono

TDAH y relaciones
Psicopedia

Vivir con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es como montar en una montaña rusa emocional todos los días. A veces me siento imparable, lleno de energía y creatividad, y otras veces me siento abrumado por la más mínima tarea.

Pero si hay algo que realmente marca la diferencia en mi vida es cómo el TDAH afecta mis relaciones con los demás. En este artículo, quiero compartir mi experiencia personal sobre cómo, durante más de treinta años, me he relacionado con el mundo que me rodea teniendo TDAH.

El desafío de mantener conversaciones

Una de las áreas donde más noto el impacto del TDAH es en las conversaciones. A menudo, me encuentro luchando por mantener el hilo de lo que se está diciendo. Mi mente tiende a divagar, y antes de darme cuenta, estoy pensando en algo completamente diferente mientras la otra persona sigue hablando. Es como si mi cerebro fuera un televisor con el mando roto: los canales cambian solos sin que yo pueda evitarlo.

Además, tengo la tendencia a interrumpir a los demás. No es que quiera ser maleducado, es que cuando se me ocurre algo, siento la urgencia de decirlo inmediatamente, como si temiera que la idea se me fuera a escapar si no la expreso en ese mismo instante. He aprendido que esto puede resultar molesto para los demás, así que intento controlarme, aunque no siempre lo consigo.

Un estudio publicado en el Journal of Attention Disorders encontró que los adultos con TDAH tienen más dificultades para seguir las normas sociales en las conversaciones, como respetar los turnos de palabra o mantener el tema de conversación. Esto confirma mi experiencia personal y me hace sentir menos solo en mis luchas diarias.

La montaña rusa emocional en mis relaciones

Otra característica del TDAH que afecta profundamente mis relaciones es la inestabilidad emocional. Mis emociones son intensas y cambiantes, lo que puede resultar desconcertante para las personas que me rodean. Un momento puedo estar eufórico y al siguiente, profundamente frustrado o triste.

Esta montaña rusa emocional puede poner a prueba incluso las relaciones más sólidas. Mi pareja, por ejemplo, ha tenido que aprender a navegar por mis altibajos emocionales. A veces, incluso yo mismo me sorprendo de la intensidad de mis reacciones.

La impulsividad, otro rasgo común del TDAH, también juega un papel importante en mis relaciones. A menudo digo o hago cosas sin pensar en las consecuencias, lo que puede llevar a malentendidos o conflictos. He tenido que trabajar duro para desarrollar estrategias que me ayuden a pensar antes de actuar, aunque no siempre tengo éxito.

La lucha contra el olvido y la desorganización

Si hay algo que caracteriza mi vida con TDAH es la constante batalla contra el olvido y la desorganización. Olvidar fechas importantes, perder objetos o llegar tarde a citas son situaciones que, lamentablemente, se repiten con más frecuencia de lo que me gustaría admitir.

Esto puede ser especialmente frustrante en mis relaciones personales y profesionales. He olvidado cumpleaños de amigos cercanos, he perdido documentos importantes en el trabajo y he llegado tarde a reuniones cruciales. Cada vez que esto sucede, siento una mezcla de vergüenza y frustración. ¿Por qué no puedo ser más organizado? ¿Por qué mi cerebro me traiciona de esta manera?

Para combatir esto, he desarrollado un elaborado sistema de recordatorios y listas. Mi teléfono está lleno de alarmas y notas, y mi casa está cubierta de post-its. Puede parecer exagerado, pero es la única forma que he encontrado para mantener cierto orden en mi caótica mente.

Un estudio publicado en la revista Neuropsychiatric Disease and Treatment sugiere que las dificultades en la función ejecutiva, como la planificación y la organización, son características centrales del TDAH en adultos. Saber esto me ha ayudado a ser más comprensivo conmigo mismo y a buscar estrategias más efectivas para manejar estos desafíos.

La hiperfocalización: bendición y maldición

Uno de los aspectos más fascinantes y a la vez frustrantes del TDAH en personas adultas es la hiperfocalización. Es la capacidad de concentrarse intensamente en una tarea o tema de interés durante horas, olvidando todo lo demás. Puede sonar como una habilidad increíble, y a veces lo es, pero también tiene su lado oscuro.

Cuando entro en estado de hiperfocalización, puedo ser increíblemente productivo. He pasado noches enteras trabajando en proyectos, creando arte o investigando temas que me apasionan. En esos momentos, me siento imparable, como si tuviera superpoderes.

Sin embargo, esta misma capacidad puede ser perjudicial para mis relaciones. He perdido la noción del tiempo mientras trabajaba en algo, olvidando citas importantes o ignorando a las personas a mi alrededor. Mi pareja a menudo bromea diciendo que cuando estoy hiperfocalizado, podría estallar una bomba a mi lado y yo ni me enteraría.

La hiperfocalización también puede llevarme a descuidar otras áreas importantes de mi vida. He pasado días obsesionado con un nuevo hobby, olvidando comer, dormir o cumplir con mis responsabilidades. Es un arma de doble filo que he tenido que aprender a manejar con cuidado.

Buscando la comprensión y el apoyo

Vivir con TDAH puede ser un desafío constante, especialmente en lo que respecta a las relaciones interpersonales. A lo largo de los años, he aprendido que la comunicación abierta y honesta es fundamental. Explicar a las personas cercanas cómo funciona mi mente y cómo el TDAH afecta mi comportamiento ha sido crucial para fomentar la comprensión y la paciencia.

He tenido la suerte de contar con amigos y familiares que han hecho el esfuerzo de entender mi condición. Su apoyo ha sido imprescindible en mi viaje para manejar el TDAH. Sin embargo, también he experimentado relaciones que se han deteriorado debido a los desafíos que presenta el trastorno.

Una de las lecciones más importantes que he aprendido es la importancia de buscar ayuda profesional. La terapia y, en algunos casos, la medicación, pueden marcar una gran diferencia en el manejo de los síntomas del TDAH. Además, he descubierto que conectar con otras personas que tienen TDAH puede ser increíblemente reconfortante y útil. Compartir experiencias y estrategias con personas que entienden exactamente por lo que estoy pasando ha sido una fuente invaluable de apoyo y comprensión.

Estrategias que he usado para mejorar mis relaciones

A lo largo de los años, he desarrollado varias estrategias que me han ayudado a mejorar mis relaciones a pesar de los desafíos que presenta el TDAH. Estas son algunas de las técnicas que he encontrado más útiles:

  1. Practicar la escucha activa: Me esfuerzo conscientemente por mantener el contacto visual y repetir mentalmente lo que la otra persona está diciendo. Esto me ayuda a mantener la concentración durante las conversaciones.
  2. Usar recordatorios visuales: Tengo un calendario grande en mi pared donde anoto todas las fechas importantes, citas y eventos. Verlo todos los días me ayuda a mantenerme organizado y a no olvidar compromisos importantes.
  3. Establecer rutinas: He descubierto que tener una rutina diaria me ayuda a mantener cierta estructura en mi vida, lo que a su vez mejora mis relaciones. Por ejemplo, tengo un tiempo designado cada día para responder mensajes y llamadas, lo que evita que me olvide de mantener el contacto con amigos y familiares.
  4. Practicar la mindfulness: La meditación y los ejercicios de atención plena me han ayudado enormemente a controlar mi impulsividad y a ser más consciente de mis emociones.
  5. Ser honesto sobre mis limitaciones: He aprendido a ser abierto sobre mi TDAH con las personas cercanas a mí. Les explico que a veces puedo parecer distraído o olvidadizo, pero que no es por falta de interés o cariño.

Estas estrategias no son infalibles, y aún tengo días difíciles, pero me han ayudado significativamente a mejorar mis relaciones y a sentirme más en control de mi vida.

El lado positivo: los superpoderes del TDAH

A pesar de los desafíos, el TDAH también tiene sus ventajas, y con el tiempo he aprendido a apreciarlas y a utilizarlas en mis relaciones. Algunos investigadores incluso hablan de los “superpoderes del TDAH”. Aunque puede sonar exagerado, hay ciertas características asociadas con el TDAH que pueden ser verdaderas fortalezas:

  1. Creatividad: Mi mente siempre está generando ideas nuevas y originales. Esto puede ser muy valioso en situaciones sociales, ya que a menudo puedo aportar perspectivas únicas a las conversaciones o encontrar soluciones creativas a problemas.
  2. Entusiasmo y pasión: Cuando algo me interesa, mi entusiasmo es contagioso. Puedo hablar durante horas sobre mis pasiones, lo que a menudo lleva a conversaciones profundas e interesantes con los demás.
  3. Empatía: La intensidad emocional que experimento me ha hecho muy empático. Puedo conectar profundamente con los sentimientos de los demás, lo que fortalece mis relaciones.
  4. Espontaneidad: Mi impulsividad a veces se traduce en espontaneidad, lo que puede hacer que las relaciones sean más divertidas y emocionantes. Soy el primero en sugerir una aventura improvisada o en hacer algo fuera de lo común.
  5. Resiliencia: Vivir con TDAH me ha enseñado a ser resiliente. He aprendido a levantarme después de los fracasos y a seguir intentándolo, una cualidad que valoro mucho en mis relaciones.

Un estudio publicado en el Journal of Attention Disorders sugiere que los adultos con TDAH a menudo muestran altos niveles de creatividad y pensamiento divergente. Esto respalda mi experiencia personal y me recuerda que el TDAH no solo presenta desafíos, sino también oportunidades únicas.

Abrazando mi neurodiversidad

Vivir con TDAH y navegar por el mundo de las relaciones interpersonales no siempre es fácil. Hay días en los que me siento frustrado por mis limitaciones y cansado de luchar contra mi propio cerebro. Sin embargo, con el tiempo he aprendido a aceptar e incluso a abrazar mi neurodiversidad.

El TDAH es una parte fundamental de quién soy. Ha moldeado mi personalidad, mi forma de pensar y mi manera de relacionarme con el mundo. Si bien presenta desafíos únicos en mis relaciones, también me ha dotado de cualidades que valoro profundamente: mi creatividad, mi entusiasmo, mi capacidad para pensar de manera diferente.

He aprendido que la clave está en la autoaceptación y en encontrar estrategias que funcionen para mí. No se trata de “curar” el TDAH, sino de aprender a vivir con él de la mejor manera posible. Esto implica ser paciente conmigo mismo, celebrar mis fortalezas y trabajar constantemente en mis áreas de mejora.

También he descubierto la importancia de rodearme de personas que me acepten tal como soy, con todos mis altibajos, mis distracciones y mis momentos de brillantez. Estas relaciones basadas en la comprensión y el apoyo mutuo son invaluables.

Al final del día, mi mensaje para otros que viven con TDAH es este: no estás solo. Tus luchas son válidas, pero también lo son tus fortalezas únicas. Con paciencia, autocompasión y las estrategias adecuadas, es posible construir relaciones significativas y satisfactorias.

Y para aquellos que conocen o aman a alguien con TDAH, les pido paciencia y comprensión. Detrás de nuestras distracciones y nuestro aparente caos hay mentes brillantes y corazones que aman profundamente. Con su apoyo, podemos brillar aún más.

Vivir con TDAH es un viaje continuo de autodescubrimiento y crecimiento. Tiene sus desafíos, sí, pero también sus recompensas. Y en lo que respecta a las relaciones, he descubierto que la honestidad, la comunicación abierta y el amor propio son las mejores herramientas para navegar este camino único que es vivir con un cerebro que funciona un poco diferente.

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