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La mayoría de nosotros ha sido en algún momento de su vida condicionado para sentirse culpable.
Esta culpa proviene generalmente de la familia, los amigos, la sociedad y/o la religión que, consciente o inconscientemente, nos enseña a sentirnos culpables por pensar o actuar de una manera determinada.
De niños nos recuerdan constantemente nuestro mal comportamiento, y cuando hacemos algo mal, nuestros padres o maestros se apresuran a transmitirnos lo decepcionados que están con nosotros.
El objetivo de esta culpa impuesta desde el exterior no es otro que cambiar tu comportamiento haciendo que te sientas mal por lo que hiciste.
Una vez que nos han hecho sentir lo suficientemente culpables, padres, maestros y educadores nos enseñan a escapar de la culpa para de ese modo recuperar su aprobación.
La culpa se convierte así en una herramienta extremadamente poderosa para manipular el comportamiento, estando fuertemente relacionada con la necesidad de aprobación externa.
¿Por qué aparece la culpa?
La razón principal por la que la culpabilidad se instala en nosotros se reduce a menudo a los condicionamientos simples que recibimos de pequeños.
Por lo general se nos enseña a buscar la aprobación de nuestros padres. Cuando hacemos algo “bueno” nuestros padres nos premian con alabanzas y recibimos su aceptación, cuando hacemos algo “malo” esta alabanza desaparece y se reemplaza por desaprobación.
Dado que prácticamente todos los niños desean fuertemente recibir amor y aceptación por parte de sus padres, la necesidad de aprobación de los padres es algo que los niños se esforzarán por conseguir de manera constante.
El resultado es que con el tiempo nos condicionamos fuertemente a buscar la aprobación de los demás por las cosas que decimos y hacemos. Esto nos lleva a la falsa convicción de que tenemos que hacer y decir lo que los demás esperan de nosotros a fin de recibir su aprobación.
La necesidad de aprobación externa
Cuando hacemos o decimos algo que otros consideran como inaceptable se activa en nosotros esa necesidad profundamente arraigada de aprobación externa que nos enseñaron desde niños.
Aunque la persona que desaprueba nuestras acciones no es ya nuestro padre o nuestro maestro, el simple hecho de recibir la desaprobación desencadena automáticamente un deseo de ganar de nuevo la aprobación perdida.
Como consecuencia, y con el fin de evitar la desaprobación, la mayoría de nosotros (a través de nuestro condicionamiento prematuro) se alineará con todo lo que es popular, común o deseable.
Normalmente intentaremos no decepcionar a aquellas personas que consideramos relevantes en nuestra vida. Por lo general, estos serán la familia, amigos cercanos, compañeros de trabajo, y en general los grupos que se denominan comúnmente como “grupos de referencia”.
Con el fin de ser aceptados por ellos, terminamos haciendo las cosas que sabemos que van a aceptar y aprobar. De este modo pretendemos reducir el riesgo de desaprobación social.
El sentimiento de desaprobación
La culpa puede por tanto definirse como esa incómoda sensación que se experimenta cuando se hace algo que sabemos dará lugar a la desaprobación de los que nos importan.
Es un subproducto de nuestras acciones en conflicto, ya sea con un código interno o con la moral impuesta externamente. El resultado de este conflicto se traduce en sentimientos de culpa.
Así es como la culpa puede llegar a ser un medio muy eficaz de influir en el comportamiento de alguien, ya que activa nuestra necesidad infantil de ser aprobado por los demás, sirviendo al mismo tiempo como el motivador que anima a que cambiemos nuestro comportamiento mediante la activación de otra tendencia muy humana: el deseo de evitar el dolor y como consecuencia experimentar placer.
La aceptación de los demás nos evita el dolor que nos causa la culpa.
La culpabilidad y la preocupación
Las cosas que haces y la forma en que vives tu vida, en términos generales puede dividirse en dos categorías: “lo bueno” y “lo malo”. Cuando haces cosas buenas recibes la aprobación de los demás y cuando haces cosas malas recibes la desaprobación.
Por lo tanto, la culpa tiende a aparecer como resultado de hacer “cosas malas” o no hacer “cosas buenas”.
Para agravar la influencia que la culpa ejerce sobre nosotros, esta se asocia a menudo con la preocupación que dedicamos a los demás o a nuestras propias acciones.
La mayoría de nosotros considera que no sentirse culpable por una supuesta “mala acción” significa que la acción misma o sus consecuencias no nos importan, lo que consecuentemente nos convierte en malas personas.
Por supuesto, la implicación subyacente detrás de esta lógica es que para llegar a ser una “buena persona” hay que demostrar cierta preocupación por los demás hasta el punto de alinearse con lo que ellos consideran bueno o malo, o lo que es lo mismo, hay que ajustarse a las necesidades y deseos de los que te rodean.
Sin embargo, la realidad es que no sentirse culpable por algo no significa necesariamente no preocuparse por ello, simplemente supone vivir la vida según tu propio código moral (lo que tu crees que es bueno y correcto) en lugar de por un código moral impuesto desde el exterior (lo que la sociedad, los amigos y la familia creen que es bueno y correcto).
Superar con éxito la culpa por lo tanto, comienza por defender tus creencias, deseos y necesidades, sin ser influenciado por lo que piensan, desean o necesitan los demás. De otro modo siempre serás vulnerable a la culpa impuesta externamente por las convenciones o las personas que te rodean.
¿Por qué me siento culpable según la ciencia?
Puede parecer una locura, pero la investigación en neurociencia muestra que nuestros cerebros realmente nos recompensan por sentirnos culpables.
A pesar de sus diferencias, el orgullo, la vergüenza y la culpa activan circuitos neuronales similares. Curiosamente, el orgullo es la más poderosa de estas emociones al desencadenar la actividad en estas regiones, excepto en el núcleo accumbens, donde ganan la culpa y la vergüenza.
Esto explica en gran medida por qué puede ser tan atractivo acumular culpa y vergüenza en relación nosotros mismos: estamos activando el centro de recompensa del cerebro.
Pero la culpa tiene además una función social poderosa en términos de vigilar nuestro comportamiento.
La investigación publicada en Harvard Business Review muestra que las personas propensas a la culpa trabajan más y se consideran mejores líderes.
Las personas que son propensas a la culpa tienden a trabajar más duro y a desempeñarse mejor que las personas que no lo son, y se las percibe como líderes más capaces.
De hecho, las personas que a menudo se sienten culpables son percibidos también como mejores amigos, amantes y empleados.
Así que hay una buenas razones según la ciencia por la que nos sentimos culpables, claro que las desventajas de la culpa resultan ser mucho peores que los beneficios.
Evidencias sobre la culpa
A lo largo de los años son muchos los estudios que han extraído conclusiones relevantes sobre la culpabilidad, su desarrollo como emoción básica en el ser humano y las consecuencias de ésta sobre la conducta:
- La aparición del sentimiento de culpa se vincula al desarrollo de la conciencia moral del sujeto.
- La mayor o menor intensidad de la respuesta emocional de culpa depende de las diferencias individuales y de las pautas educativas.
- Las personas introvertidas y con rasgos obsesivos tienden a vivir la culpa con mayor intensidad.
- Mientras que los estilos educativos centrados en el castigo físico provocan respuestas agresivas, los estilos orientados al castigo psicológico (“Ya no te quiero”, “No ves cuánto nos haces sufrir”) provocan sentimientos de culpa intensos.
Preguntas frecuentes sobre la culpa
Desde un punto de vista psicológico, la culpa es una emoción que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado, ya sea por acción o por omisión.
Además de cumplir una función social en términos de vigilancia del comportamiento, la culpa activa circuitos neuronales relacionados con el centro de recompensa del cerebro, lo que nos predispone fisiológicamente a la culpabilidad.
De forma resumida, estas cinco acciones te ayudarán a lidiar con la culpa:
– Deja de magnificar
– Asume que tú no eres tus acciones
– Practica la autocompasión
– Pide disculpas cuando sea necesario
– Pregúntate si puedes aprender algo de lo sucedido.
Nota del Editor
Se completa el artículo con el estudio “¿Qué nos hace sentir culpa?”, firmado por Itziar Etxebarría y Judith Pérez (Universidad del País Vasco) cuyo objetivo fue analizar con cierto detalle la gran diversidad de eventos que pueden provocar sentimientos de culpa en una muestra de jóvenes y adultos de ambos sexos. Sus conclusiones son de los más interesantes.
¿Qué eventos dirías tu que nos provocan culpa con mayor frecuencia?
►Recursos:
¿Qué nos hace sentir culpa?
►Fuentes:
Imagen cortesía de Pixabay.com
Yo no me culpo por nada, lo que hice lo hice y ya, no puedo vivir con culpas, no hay maquinas del tiempo para volver al pasado y arreglarlo, solo me queda aprender de mis errores y no cometerlos hoy.
Excelente articulo, hoy en terapia, ya que estoy tratando de superar una ansiedad instalada por esta pandemia, descubrimos que el gran detonante de mi ansiedad (ataques de panico) es la culpabilidad de disfrutar de gustos que me doy a mi y a mi familia, cuando hay tanta gente sufriendo a nuestro alrededor (una sobredosis de empatia) afianzada ya que desde pequeña en mi familia hemos sido dadores y de siempre compartir con los que necesiten, sin embargo luego de fallecer mi papa, siento que por ser la mayor esto ha pasado directamente a mi y debido a que la situacion financiera no es igual, no siento que he podido continuar con este compartir y siento que no merezco gastar en cosas para mi y mi familia con el mundo en crisis. Apenas dandome cuenta de esta situacion, espero ir sanando
En primer lugar, respeto y admiro lo bien cultivados que son vuestros textos.
Mi caso es muy parecido al de la chica joven, sobre dependencia con su madre.
Pero en el mio varía, que soy mayor y enferma, a mi madre le funciona mejor la cabeza que a mí, xq mi enfermedad me afecta en paralelo física como mentalmente, de forma que me siento muy condicionada a ella moralmente, aunque vivimos independientemente. Ella siempre me ha comprendido y orientado estupendamente,su apoyo ha sido siempre fuerte, implacable y muy honesto, por lo que hemos sufrido con la violencia doméstica,pero ahora esta malhumorada y rabiosa y no la comprendo. Me dice cosas verdaderamente hirientes.
Pero quiero ayudarla porque pienso, que sufren mucho x los Dolores y la batalla que sufrimos con la pandemia, y lo que no lo es, y encontrar lo mejor para sus necesidades, ya que tiene 83 años, y está en plan negacionista a tope.
Con lo cual me hace sentirme débil, menospreciada, confundida, y me baja la moral. Tenemos claro que no irá a una residencia,o quizá cuando no haya más remedio, pero las busquedas de servicio de ayuda a domicilio, me está costando mucho trabajo y dudas, en lo que ella no ayuda, porque no quiere ningún cambio, y que yo siga haciendolo todo, cosa imposible.
Os lo cuento porque es real, y un buen ejemplo, además de que somos buenas personas, con un fin común que hoy en día x desgracia, a todos nos llega, y solo buscamos, llevar una calidad de vida digna.
Pero como no soy omnipotente, y con muchos defectos,me gustaría vuestro punto de vista, porq me siento muy culpable por no ser capaz.
Muchas gracias a todos
Excelente articulo, debemos ser mas asertivos y tomar decisiones firmes. tomando en cuenta los beneficios y las consecuencias sin sentirnos culpables
Vivimos un tiempo donde reina la culpa. En lugar de aceptar que las cosas malas suceden, en un afán por evitarlas, se carga la responsabilidad a la gente. Como todo tiene que ser de color de rosa, si no tienes un buen trabajo, si no cobras x, si te roban en el metro, si alguien se porta mal contigo…; en definitiva, si las cosas no salen “bien”, es siempre “tu culpa”. Por no haberlo previsto, no haberlo adivinado, sorteado, evitado… Es una locura. Esta “literatura” del “tú controlas tu vida” es dañina. Hace creer a la gente que es omnipotente y que puede con todo. Hasta puntos imposibles, pues no puedes controlar cómo actúan los demás. Te conviertes en víctima y verdugo de todo. Se hace realmente imposible vivir de esta manera.
Utilizar la culpa como herramienta de cambio, supone centrarse en lo negativo del actuar de otro y finalmente lleva al desgano “hago lo que me dicen por dejar contento o cerrarle la boca”, yo creo en lo personal que echar mano a la responsabilidad como habilidad de hacerse responsable es lo mejor, recompensa de manera mucho más enriquecedora, es más trabajo, implica un seguimiento y por lo tanto menos inmediato que la culpa…
Yo suelo sentirme culpable de todo lo que pasa a mi alrededor. Y no creo que tenga que ver nada con mi familia o mis costumbres. Mis padres son las personas más increíbles que conozco, son buenos y comprensivos y jamás me recriminaron nada. Sin embargo yo observo a los demás, su sufrimiento, su dolor, en lo que fallan y creo que soy yo el responsable de todo eso.
Exelente artículo.
A través de mi experiencia, se nos ha educado haciéndonos desear ser responsables, educados, trabajadores, altruistas… Estos valores o algunos de ellos pueden coincidir con las creencias de la persona, pero generalmente se nos imponen antes de que podamos elegir por nosotros mismos.
Si de pequeños no somos responsables (ej: no hemos realizado las tareas para casa), se nos reprende hasta hacernos sentir como el ser más despreciable y mísero sobre la faz de la tierra.
Así pues, la culpa sería una forma de transmitir valores, enseñanzas, “características de personalidad”… Un “buen método” de educar/manipular, creo que incluso más efectivo que el miedo, porque se teme a algo, generalmente externo a ti de lo que te puedes intentar esconder. Pero la culpa… la culpa es algo que se encuentra en tu interior y que no deja de atormentarte.
Como última aportación, me gustaría señalar que este mecanismo se sigue reforzando bastante en la actualidad, más de lo que creemos, no tan sólo en cosas más o menos triviales como qué ropa escogemos o nuestro plan para ese fin de semana. La sociedad puede llevarte a aceptar grandes cargas vendiéndote ese sentimiento de culpa. Me gustaría dar un ejemplo de una persona cercana: una amiga huérfana de padre y sin hermanos/as, la salud de su madre está altamente deteriorada y ya no se vale por sí misma. Mi amiga no quiere hacerse cargo de su madre porque ve como cada día ella misma se va cavando su propia tumba saltándose todo aquello que le aconsejan los médicos. Si ella la cuidara hasta que fallezca, probablemente emplearía todos los años de su juventud y no tendría una vida. ¿Es eso justo para ella? En mi opinión, no. Pero esa chica tuvo sentimientos de culpa con respecto a ello hasta que pudo expresar libremente lo que sentía y una persona externa le libró de esos sentimientos de culpa, permitiéndole actuar como ella consideraba adecuado.
Buenísimo artículo el de la culpa. No puede ser la conciencia moral de preocuparnos por los demás una herramienta de manipulación de nuestra conciencia.
Gracias Verónica por tu aportación.
Sin duda se trata de una emoción que puede llegar a ser bastante tóxica y que por tanto debemos aprender a mantener a raya. Saludos!
Ser culpable y ser responsable se utilizan de manera indistinta y así a veces lo sienten las personas.(Aunque son conceptos relacionados en ocasiones,realmente son diferentes)
Las personas son consideradas responsables de sus actos y de sus capacidades y a veces la gente más cercana son quienes conocen esos puntos fuertes y débiles.
La fortaleza del vínculo relacional con esa gente cercana,determinará la mayor o menor fuerza del sentimiento de culpa, y la capacidad de manipulación que unos puedan tener sobre los otros .(Relaciones sociales, familiares, laborales, sentimentales ….)
Cuando denigran o menosprecian nuestros puntos fuertes (aquellos en los que sabes que eres bueno y lo siente así) y señalan,constantemente,puntos débiles (que en realidad no son débiles pero lo maximizan para que la persona crea que en realidad lo son:
Ej :
Diferencias de pensamiento,ser despistado,ser espontáneo,ser”demasiado abiert@”…..cualquier cosa que se les ocurra por disparatada que sea)
Entonces,es cuando generan una indefensión,pero también el sentimiento de culpa y la responsabilidad de hacerlo mejor,ya que hacen sentir a la persona;que todo el peso de la buena o mala marcha de la relación o del trabajo recae sobre ella…pero aquellos que manipulan,nunca se ven satisfechos de los esfuerzos de los otros,de manera que el manipulado,siempre acaba estando a su disposición.
El modus funciona primero con el machaque hacia los puntos que se consideran fuertes y cuando consiguen bajarles la autoestima con eso,siguen tirando piedras diciéndo aquello que se debe mejorar(a veces solo consiste en dar importancia a menudencias)
Una vez que la persona está confundida o perdida:El manipulador se presenta como el sabio que dice lo que hay que hacer:el salvador.La droga del “salvador” mata,pero las personas manipuladas no lo creen porque han “aprendido” a depender de ella y se establece un mecanismo similar al de las adicciones.
Gracias Patricia por tu aportación. Es un buen modo de ilustrar cómo la culpa se instala en las relaciones de dependencia.