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Ya hemos hablado antes en Psicopedia de Inteligencia Emocional. Incluso hemos compartido algunos documentos de gran interés práctico a la hora de incluir esta variable en nuestro comportamiento y devenir diario. (Véase por ejemplo “Inteligencia emocional. Guía práctica para la familia”)
Aunque demasiado a menudo abusamos de su uso, y pese a que autores como Goleman hayan pretendido convertirla en su particular becerro de oro, no podemos ser ajenos a su importancia como concepto que ha integrado los factores no cognitivos en la definición y explicación más tradicional de la inteligencia humana.
La Inteligencia emocional suele definirse como la capacidad de comprender, gestionar y expresar efectivamente las propias emociones y sentimientos, así como reconocer y anticipar con éxito las de los demás.
Se trata de una habilidad absolutamente esencial en la formación, el desarrollo y la mejora de las relaciones personales, y a diferencia del cociente intelectual, que no cambia de manera significativa durante toda la vida, nuestra Inteligencia Emocional puede evolucionar a medida que crecemos y aprendemos.
El experto en comunicación y autor de algunas obras relevantes en este ámbito, Preston Ni, ha identificado una serie de factores que considera claves para desarrollar la inteligencia emocional, y que me ha parecido interesante compartir:
La inteligencia emocional y la capacidad de reducir las emociones negativas
Tal vez el aspecto más importante de la Inteligencia Emocional sea la capacidad para gestionar con eficacia nuestras propias emociones negativas, para que no lleguen a abrumarnos o afectar a nuestras decisiones.
Con el fin de cambiar la forma en que sentimos acerca de una situación, primero tenemos que cambiar nuestra forma de pensar en ello. Preston utiliza dos ejemplos:
1. Reducir la Personalización Negativa. Se trata de evitar llegar a una conclusión negativa inmediatamente cuando estamos valorando negativamente el comportamiento de alguien. En su lugar, debemos proponernos múltiples formas de ver la situación antes de reaccionar.
Por ejemplo, puedo pensar que mi amigo no devolvió mi llamada porque me está haciendo caso omiso, o puedo considerar la posibilidad de que ha estado muy ocupado.
Cuando evitamos la personalización de los comportamientos de otras personas, podemos percibirlos de manera más objetiva, reduciendo de este modo la posibilidad de malentendidos que muy a menudo nos complican la vida.
2. Reducir el miedo al rechazo. Una manera eficaz de gestionar el miedo al rechazo es proporcionarte a ti mismo múltiples opciones en situaciones importantes. De este modo, pase lo que pase tendrás alternativas razonables. Se trata de evitar poner todos los huevos en una misma cesta emocional mediante la identificación de un Plan B viable, e incluso un plan C.
La capacidad de mantener la calma y manejar el estrés
La mayoría de nosotros experimentamos algún nivel de estrés en la vida. El modo en que manejamos las situaciones estresantes pueden marcar la diferencia entre ser asertivo frente a una situación, o por el contrario ser reactivo. Cuando estamos bajo presión, lo más importante es mantener la calma. Preston nos ofrece para ello dos consejos rápidos:
1. Si te sientes nervioso o ansioso, pon agua fría en la cara y busca un poco de aire fresco. Bajar la temperatura puede ayudar a reducir nuestro nivel de ansiedad. También evitar las bebidas con cafeína u otros estimulantes similares reducirá nuestro nivel de estrés.
2. Si estás nervioso, deprimido o desanimado, intenta ejercicios aeróbicos intensos. La forma en que usamos nuestro cuerpo afecta en gran medida la forma en que sentimos. Al experimentar la vitalidad del cuerpo la confianza también crecerá.
La capacidad de ser asertivo y expresar emociones difíciles también es inteligencia emocional
“Ser lo que somos exige que podamos hablar abiertamente sobre las cosas que son importantes para nosotros, que tengamos una posición clara sobre dónde nos encontramos en problemas emocionales importantes, y que aclaremos los límites de lo que es aceptable y tolerable para nosotros en un relación”. Harriet Lerner
Hay momentos en la vida en los que se hace importante establecer nuestros límites adecuadamente. Estos pueden incluir el ejercicio de nuestro derecho a estar en desacuerdo (sin ser desagradables), a decir “no” sin sentirnos culpables, el establecimiento de nuestras propias prioridades, conseguir lo que merecemos, y protegernos de la coacción y el daño.
Uno de los métodos a considerar cuando se necesita expresar emociones difíciles es la conocida técnica XYZ – Me siento X cuando haces Y en la situación Z. Estos son algunos ejemplos:
“Creo firmemente que debería recibir el reconocimiento de mi empresa teniendo en cuenta la calidad de mi trabajo.”
“Me siento incómodo cuando esperas que lo deje todo para estar contigo.”
Es importante evitar el uso de oraciones que comienzan con “tú” y siguen con una acusación o un juicio. Este tipo de lenguaje pone al oyente a la defensiva, y hace menos probable que se abran a lo que tienes que decir.
La capacidad de ser proactivo y no reactivo ante una persona tóxica
La mayoría de nosotros encontramos personas no razonables en nuestras vidas. Es relativamente fácil dejar que una persona desafiante nos afecte y nos arruine el día. Preston nos ofrece de nuevo algunas claves para afrontar este tipo de situaciones:
1. Cuando estás enojado y molesto con alguien, antes de decir algo que podrías lamentar más tarde, toma una respiración profunda y cuenta lentamente hasta diez (Todo un clásico ¿verdad?).
En la mayoría de las circunstancias, en el momento en que llegues a diez, habrás encontrado una mejor manera de comunicar tu punto de vista sin necesidad de complicar el problema. Si aun sigues molesto o irritado después de contar hasta diez, toma un tiempo fuera si es posible, y retoma el tema después de que te calmes.
2. Un modo muy útil de reducir la reactividad es tratar de ponerse en el lugar del otro, aunque sea tan sólo por un momento., intentando valorar la dificultad de su situación.
Es importante tener en cuenta que las declaraciones de empatía no excusan el comportamiento inaceptable, pero nos recuerdan que las personas hacen lo que hacen presionados por sus propios problemas.
Mientras estamos siendo razonables y considerados, los comportamientos de los demás dicen mucho más sobre ellos que sobre nosotros. Por de-personalización, podemos ver la situación con más objetividad, y llegar a mejores formas de resolver el problema.
La inteligencia emocional y la capacidad de recuperarse ante la adversidad
La vida no siempre es fácil, y el modo en que elegimos nuestra forma de pensar, sentir y actuar en relación con los desafíos de la vida establece la diferencia entre la esperanza frente a la desesperación, el optimismo frente a la frustración, y la victoria frente a la derrota.
Desde hace algún tiempo, venimos llamando a esta capacidad “resiliencia”, y también encontrarás en Psicopedia un buen número de artículos sobre ella. Con cada situación desafiante que nos encontremos, debemos hacernos preguntas como “¿Cuál es la lección aquí?”, “¿Cómo puedo aprender de esta experiencia?”, “¿Qué es más importante ahora?”.
Cuanto mayor sea la calidad de las preguntas, mayor será la calidad de las respuestas. Hacernos preguntas constructivas, basadas en el aprendizaje y en nuestras prioridades, nos ayudará a obtener la perspectiva apropiada para hacer frente a la situación en cuestión.
La capacidad de expresar emociones íntimas en relaciones cercanas
La capacidad de expresar de manera eficaz las emociones es esencial para el mantenimiento de relaciones personales cercanas. En este caso, “eficaz” significa compartir sentimientos íntimos con alguien en una relación adecuada, de manera que alimente la relación y resulte constructivo, así como ser capaz de responder afirmativamente a la otra persona si hace lo mismo.
El Psicólogo John Gottman llama a la expresión de las emociones íntimas “una oferta”. Esta oferta puede ser cualquier método de conexión positiva entre dos personas que desean una relación cercana. Por ejemplo:
Oferta verbal: “¿Cómo te va?” “Cómo te sientes?” “Te amo.” “Me gusta cuando hablamos de esta manera.” “Me alegro de que estemos pasando este tiempo juntos.” “Lo siento.”
Oferta no verbal: El contacto visual positivo, los abrazos, la sonrisa, las caricias.
Oferta conductual: Ofrecer comida o bebida, hacer un regalo o un favor. Participar en actividades compartidas que crean un vínculo más estrecho.
Según la investigación realizada por Gottman las relaciones saludables pujan entre sí hasta cientos de veces al día. De tal modo que la oferta constante y consistente es crucial en el mantenimiento y desarrollo de relaciones cercanas y personales.
Como ves, en la base de la mejora de nuestra inteligencia emocional se encuentran una serie de habilidades básicas, que están acaparando por otra parte la atención de la mayoría de estudios e investigaciones recientes, pero que en realidad han estado siempre presentes en nuestro repertorio de recursos tanto personales como profesionales.
Habilidades como resiliencia, asertividad, empatía o empoderamiento. A ellas me referí en el artículo “Cinco términos imprescindibles reinventados por la psicología actual”, que te invito a releer y que espero te resulte interesante.
►Recursos:
El Cerebro y la Inteligencia Emocional: Nuevos descubrimientos
►Fuentes:
Adaptado de How to Increase Your Emotional Intelligence ― 6 Essentials Imagen cortesía de Gloria García vía Flickr.com