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Provoca un interés notable entre los científicos descubrir las razones que sostienen la permanencia en convivencia de una víctima con su maltratador o el retorno tras el abandono.
Las investigaciones estudian la dependencia emocional como variable relacionada con la prolongación de la convivencia en pareja con el agresor. Pero,¿Es la dependencia emocional un rasgo previo de la mujer que permanece en situación de violencia o es la dependencia emocional el resultado de la prolongación de un maltrato continuado y profundo?
El círculo del maltrato y el retorno con el agresor
En las intervenciones que abordan de manera integral (desde el punto de vista médico, psicológico, jurídico y social) la problemática de las mujeres que padecen maltrato por parte de sus parejas se plantea frecuentemente una dificultad, la derivada de la fase del ciclo de la violencia en el cual se encuentra la mujer en ese preciso momento.
Las estrategias elegidas para el fortalecimiento individual y prevención de recaída de las mujeres víctimas de violencia perpetrada por sus parejas se encuentran con el freno producido por los retornos al círculo del maltrato y el regreso de la mujer con su agresor.
Conocer qué elementos encontramos en la base de esas conductas y cómo se gesta la dependencia emocional del agresor puede ayudarnos a avanzar en el camino hacia la superación de esta violencia.
Los autores que tratan la cuestión se dividen en dos líneas de investigación:
En la primera se encuentran aquellos que sostienen que estos comportamientos tienen un fundamento psicopatológico, que “aún no ha sido catalogado como un trastorno mental o de la personalidad” (Castelló, 2005:11) y proponen la creación de un trastorno de la personalidad específico mediante el diagnóstico de la dependencia emocional como rasgo.
Sin embargo, las mujeres maltratadas, permanezcan o no con el agresor constituyen un grupo heterogéneo, hecho que dificulta el establecimiento de un perfil preciso de personalidad.
En la segunda encontramos a quienes describen el cuadro de dependencia emocional como un estado, resultado de un proceso prolongado de subordinación y maltrato.
Sostienen que muchas de las características de las mujeres maltratadas hay que contemplarlas más como consecuentes del sufrimiento que causa el maltrato a lo largo del tiempo que como antecedentes de él (Amor,P. y Echeburúa,E, 2006:131).
En estas conductas intervienen características como la dependencia emocional derivada del dominio y el maltrato, la pérdida de autoestima, la vulnerabilidad psicológica y pérdida de poder, y la indefensión aprendida así como factores vinculados a la permanencia y la significación de la violencia simbólica.
Las conclusiones de los estudios sobre dependencia emocional (puesta en relación con la violencia de género) pueden ser de gran utilidad a la hora de formular estrategias dirigidas a la prevención de la violencia secundaria, violencia posterior a la ruptura.
Una violencia que se repite en el tiempo, de manera continuada, ya que la dependencia emocional puede permanecer como una secuela una vez finalizada la relación e influir en la vuelta de la víctima a una relación nociva y dañosa.
Manifestaciones de la violencia de pareja
La violencia de pareja adopta diferentes manifestaciones. La mayoría de las veces la violencia física solo aparece cuando la mujer se resiste a la violencia psicológica. E, inclusive, la mujer puede no tener conciencia de estar sufriendo abuso.
Cuando la violencia física no parece intencionada la mujer no siempre la reconoce como tal, sobre todo en sus inicios (pequeños empujones, agresiones menos graves…) (Hirigoyen, 2006). Las teorías referidas a la dependencia emocional y a las repercusiones psicopatológicas del maltrato intentan explicar la permanencia en convivencia con el maltratador.
Tanto las teorías de la unión traumática (Dutton y Painter, 1981) como la del castigo paradójico (Long y McNamara, 1989) y la de la intermitencia (Dutton y PAinter, 1993) sostienen que en la relación de pareja hay una intermitencia entre el buen trato y el mal trato.
La teoría de la unión traumática y el modelo de la intermitencia enfatizan la asimetría de poder entre el hombre(agresor) y la mujer (víctima). Según estas teorías la intermitencia entre los tipos de trato en sus formas más extremas es uno de los factores que intervienen en la perpetuación de la relación abusiva.
El modelo del castigo paradógico presentado por Long y McNamara va más allá de la teoría del ciclo de la violencia descrito por Walter en 1979.
La mujer prolonga su permanencia en el maltrato por las contingencias de reforzamiento que se establecen en función de un patrón cíclico de interacción que está consolidado en el tiempo en cinco fases: formación de la tensión, descarga de la tensión por el maltratador, escape de la víctima, arrepentimiento el agresor y vuelta de la víctima a la relación.
En la teoría de la indefensión aprendida (Seligman, 1975;Walker, 1979), la víctima (más que decidir de manera voluntaria si desea permanecer con el agresor o no) se mantiene inmóvil dentro de la relación, sin la esperanza de que la violencia acabe, y sin ver otras alternativas a las que pueda acceder, a pesar de que la violencia de la pareja acaba cronificándose y aumentando en frecuencia y severidad con el transcurso del tiempo.
El apego
Algunos autores relacionan los conceptos propios de la dependencia interpersonal con el apego ( Bartholomew y Larsen, 1992), concluyendo que la dependencia emocional está muy relacionada con el estilo de apego “preocupado”.
La dependencia emocional conforma un estilo de apego caracterizado por gran ansiedad con un fuerte deseo de intimidad con los otros. En la dependencia emocional el sometimiento no es un fin sino un medio (para preservar la relación, para contentar a la pareja idealizada, por el miedo a la ruptura).
En la dependencia emocional se da una prioridad absoluta a la pareja sobre cualquier otra cosa, mediante el establecimiento de relaciones basadas en la subordinación y la sumisión. Una vez establecida la violencia crónica como pauta frecuente de relación puede producirse en la víctima una dependencia emocional, también denominada “apego paradójico” (Saltijeral,Ramos y Caballero , 1998).
Muchas mujeres consideran que deben seguir luchando para que su pareja cambie. No encuentran una explicación ni un por qué a la violencia que sufren llegando a culparse a si mismas de provocarla como forma de resolver su disonancia.
En el caso de la violencia psicológica la manipulación puede proseguir mucho después de la separación, por medio del derecho de visita. Las emociones, bajo la constante acción de la violencia pueden devenir en “tonos emocionales de base impuestos· que se pueden prolongar más allá de la finalización del maltrato” (Escudero, 2005:61).
Una variante del síndrome de Estocolmo es la constituída por el Síndrome de Estocolmo doméstico (SIES-d) que desarrolla Andrés Montero y según el cual se consideraría un trastorno de adaptación, responsable de la defensa que la mujer realiza hacia su agresor.
La mujer desarrollaría este síndrome como una manera de proteger su propia identidad. Se da un proceso disociativo que llevará a la víctima a negar la parte más violenta de su agresor desarrollando un vínculo emocional con el lado que percibe más positivo.
Cuando una mujer víctima de violencia se reconoce o se ve nombrada tanto explícita como implícitamente como masoquista, se está obviando que el maltrato y la violencia atrapan a sus víctimas, las deterioran, quitan capacidades y las desregulan.
En la violencia de género el maltratador se erige en objeto exclusivo, dirigiendo toda la atención de la mujer hacia él a través de distintas técnicas (actos violentos, aislamiento emocional y social, maltrato impredecible, estrategias de arrepentimiento).
La indefensión aprendida tras el maltrato repetido y continuo
El modelo psicológico pone énfasis en la búsqueda de los motivos por los que una mujer maltratada no rompe con su pareja para evitar ser objeto de maltrato (Blázquez, 2010).
En el maltrato de pareja, la víctima aprende a vivir con miedo y acaba por creer que el cambio es imposible. Detrás del maltrato hay un profundo desgaste psicológico que va deteriorando la personalidad de la víctima (Martos, 2006).
Hay una tendencia a que las mujeres maltratadas no informen sobre su victimización por diversos motivos: miedo a su agresor (que ejerce un tiránico poder sobre ella), dificultades para recordar aspectos relacionados con la victimización (amnesia psicógena, estados disociativo), por creencias deformadas con sentimientos de culpa o vergüenza o por historia negativa a partir de revelaciones previas-absolución del agresor en algún juicio.
La experiencia de los maltratos repetidos produce síntomas de estrés postraumático capaces de modificar los esquemas cognitivos de las mujeres (Calvete, 2007).
El estado psíquico causado por la cronicidad de la violencia sufrida puede implicar cambios en su personalidad que las hace, a su vez, más indefensas y vulnerables a sufrir nuevas victimizaciones.
En este punto, la posición en la pareja es fundamental: la superioridad de la posición ocupada por el maltratador (que ha ido desproveyéndola de cualquier dosis de poder) provoca una situación de desesperanza en la que no se vislumbra ninguna salida y que afianza la dependencia emocional y física de la víctima respecto de su agresor.
Existen múltiples factores socioeconómicos asociados de forma habitual a la permanencia de la mujer con el agresor: la dependencia económica, el aislamiento familiar y social y la existencia de hijos pequeños.
Sin embargo, la percepción de la falta de control de la situación, la baja autoestima y la dependencia emocional de la víctima (derivada de un proceso ascendente, lento y progresivo de maltrato) pueden ser factores más significativos para explicar la continuación en la convivencia con el agresor que las variables socioeconómicas.
Conclusiones
En la mujer víctima de maltrato, la dependencia emocional previa (como rasgo de su personalidad) será un factor que dificultará grandemente la ruptura definitiva, siendo un indicador de riesgo para la reanudación de la relación de pareja.
La aparición de la dependencia emocional vendría provocada por factores de tipo cultural (roles de género), historia personal de la mujer, tipo de apego y asunción de papel receptivo sumiso derivado de una autoestima precaria. La presencia del mito del ideal romántico y el mito de la perdurabilidad supondrán la manifestación de necesidad emocional.
La dependencia emocional, entendida como la necesidad extrema de afecto, derivará en un emparejamiento con vinculación afectiva excesiva, con una prioridad absoluta de la relación. Este deseo producirá un efecto contradictorio en el que la mujer puede llegar a repetir el mismo patrón de conductas con el retorno a la relación de maltrato.
No solo se puede producir el retorno con dicho varón agresor. Además,en el caso del establecimiento de una nueva relación de pareja, pueden volver a repetirse con otro varón sucesivamente los comportamientos violentos y volver a otra relación con agresiones.
En la dependencia emocional la mujer ha interiorizado las palabras de su agresor, se adapta al punto de vista del agresor perpetuando su idealización y la prolongación de la relación.
Sin embargo, circunscribirnos exclusivamente a una personalidad dependiente de la víctima obviaría la figura del agresor. Dejaría de lado el hecho de que es el varón quien protagoniza y ejerce la violencia y que la violencia no es causada por la mujer.
Presupondría que mujeres con dependencia emocional como rasgo de personalidad se vincularían siempre a varones maltratadores, hecho que no se produce.
Señalamos la importancia de continuar profundizando en el estudio en el futuro, tanto para conocer más profundamente los mecanismos intervinientes en el sostenimiento de estas conductas como por la relevancia de los resultados a la hora de tomar decisiones en la intervención con estas mujeres.
La violencia de género constituye un problema social al cual no debemos dar la espalda.
►Recursos:
Lectura recomendada: ¿Por qué víctima es femenino y agresor masculino?
Mis respetos a la mujer que vive estás circunstancias.Lo siento como propio porque tengo madre y amigas a las que adoro.
Y por supuesto que existe la dependencia emocional.Es la base del maltrato en el que también el hombre soporta situaciones de maltrato real.Ya sea por mayor sensibilidad,falta de realidad o necesidad de estar con sus hijos.
Es una lastima comprobar cómo los hombres somos invisibles y “pagamos” justos por pecadores y en silencio el maltrato psicológico de la mujer, sin defensa social ninguna y con todo el peso de una ley que es desigual.
El hombre es el gran olvidado.Y no es una opinión caprichosa, es una realidad que vivo de cerca y que no se quiere ver.Para proteger al 50% de la población se ha desprotegido legal,social y políticamente al otro 50%.
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Este artículo ha sido redactado desde el punto de vista de la ciencia, con referencias- artículos científicos que sus autores-as publicaron tras realizar investigaciones.
Por ello estaría muy agradecida a quien en sus comentarios enuncian opiniones contesis contrarias( p.e.que la violencia de género es un “invento de las mujeres” o ” que “no existe la dependecía emocional”), citen sus fuentes y aporten datos verificables y validados si los hubiere y no solo dar opiniones.
Agradezco por el articulo, ilumina y orienta sobre la vivencia de violencia en mujeres.
Gracias a Ud,Fátima por su comentario
¿Por qué suponen que sólo las mujeres son víctimas de dependencia emocional? Yo soy hombre, tengo una pareja mujer desde hace 4 años y siento que desde hace al menos 6 meses soy víctima de su constante aislamiento; trata a sus amigos y amigas mejor que yo, les presta más atención a lo que ellos tienen que decirle. Cuando le propongo algo tan sencillo como ver una película en la computadora me dice que no, igual cuando le propongo salir o básicamente hacer cualquier cosa que signifique compartir un momento juntos, pero con sus amigos muy rara vez tiene esos peros. A pesar que me ha ayudado en un momento de extrema dificultad económica, jamás tiene más de 20-30 minutos para compartir conmigo. Esto ha pasado SIN EXCEPCIÓN todos los días desde hace meses. Sin embargo me habla con cierto tono de cariño e incluso tiene detalles materiales conmigo, pero a nivel afectivo CERO, me he sentido el hombre más solo del mundo y nunca había experimentado esa desoladora sensación con ninguna otra pareja. ¿Califica eso como dependencia emocional? o ¿Es esto algún tipo de abuso emocional de su parte?.
Gracias por su comentario,Roberto:
En el artículo que hemos publicado nos referíamos exclusivamente a la dependencia emocional presente en las relaciones de pareja donde se da maltrato, segúnla definición de violencia de genero en la legislación española en el momento de redacción del artículo . Esto es, la ejercida por varones sobre mujeres.
Respecto a las preguntas que me traslada relativas a su caso personal, mi recomendación es que acudan a un-a profesional para que pueda hacer una valoración completa de lo que nos traslada.Usted muestra su malestar ante una situación que percibe como falta de atención y que no le satisface. Acudir a un psicológo o psicóloga -a fin de valorar con todos los detalles su caso- pudiera ayudarle a sentirse mejor o ,a ambos, a mejorar en su relación.
Un cordial saludo,
Verónica Rodríguez Negro
Excelente artículo!!! Recomendado leerlo!!!
Muchas gracias Juan Ruiz Diaz Burian.
Mi intención es que resulte de utilidad para quienes desean saber un poco sobre la violencia contra las mujeres.
a usted Verónica!!!! Ya lo he recomendado a personas interesadas en el tema!! No soy psicólogo profesional pero me interesa informarme sobre este y otros temas relacionados al comportamiento humano!! He realizado una charla sobre violencia doméstica y de género en conjunto con profesionales del Ministerio público de Paraguay y mi club de voluntariado dirigido al público general!!
Muy honrada,Juan .La implicación de los hombres en este problema es de gran trascendencia.Le animo a continuar en su interés.Un cordial saludo.
Excelente el artículo. Deseo preguntarte algunas cosas referidas a la afectación de los hijos. Cuál es la intervención posible., cuándo estos son tomados de aliados o rehenes. Cuándo la violencia se perpetúa a través de los hijos, dificultando la separación, en tanto son utilizados para replicar la violencia.
Gracias Verónica.
Gracias Margarita. Pido disculpas por no haberle respondido antes.Deben estar desactivadas las alertas de comentarios de este artículo, ya que no había leído su comentario hasta ahora ( 31 julio 2017).Si lo desea puede escribirme a: [email protected] y podemos intercambiar puntos de vista de una manera más extensa. Un cordial saludo
buenos dias Veronica soy estudiante de psicología y en estos momentos estoy trabajando en mi tesis tu informacion me ha sido muy util pero me gustaria preguntarterte algunas cosas y obtener mas informacion es posible que me envies tu correo muchisimas gracias
Disculpa mariagracia.No he leído hasta hoy mismo tu entrada.
Encantada ,si en algo pudiera serte de apoyo en tu tesis( entiendo que es el TFG).
Te adjunto mi dirección mail del colegio oficial de la Psicología de Bizkaia donde puedes contactarme:
[email protected]
Pingback: Dependencia emocional: Una adicción destructiva
Como jurista implicado en la materia
puedo decir que se trata de un articulo riguroso y serio. Enhorabuena Veronica!!
Agradezco los comentarios realizados.Me gustaría seguir recibiendo más comentarios a fin de poder establecer una comunicación con intercambio de puntos de vista.
Buen artículo… personalmente me inclino más por la línea de Echeburúa, aunque la dependencia como factor predisponente no puede obviarse en lo absoluto. Realizo actualmente investigación en este tipo de víctimas de violencia, usando Rorschach (SC de Exner) y aparece, preliminarmente, la presencia de dependencia emocional, pero no en un grado que se esperaría inicialmente. Para quienes conozcan los sistemas de codificación extendida en Ro., aparece en especial los relacionados con tratar de aminorar la expresión de conflicto (“baby talking”).
En más 600 casos que he evaluado (no todos con Rorschach, obviamente) la presencia de trastornos de personalidad (eje II en DSM IV) es absolutamente menor, sí mucha depresión y TEPT (y varios casos sin trastorno, aunque a veces cueste creerlo a primera vista).