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Hoy en día existen innumerables formas de hacer terapia. Tal es así, que si distintas personas de las que están leyendo este artículo decidiesen acudir mañana al psicólogo, con casi total seguridad estos tendrían enfoques distintos en su trabajo.
Psicoanálisis, Gestalt, Cognitivo-conductual, Sistémica, Estratégica, Logoterapia, etc. Todas y cada una de estas corrientes tienen visiones distintas y utilizan métodos diferentes, aunque comparten un mismo objetivo: aliviar el sufrimiento humano.
Hoy nos detenemos a analizar una forma particular de trabajar con personas, ideada originalmente como una forma de terapia grupal y que podríamos englobar dentro de la corriente humanista, aunque su aplicación puede ser útil desde cualquier enfoque.
Hablamos del psicodrama.
¿En qué consiste el psicodrama?
El psicodrama es una forma de hacer terapia en la cual los pacientes representan de una forma activa determinados acontecimientos o escenas de su propia vida, generalmente problemáticas o que les causan dificultades.
De esta forma, la puesta en marcha de dichas escenas confiere al asunto en cuestión un cariz más visual y profundo, facilitando la extracción de un significado para la persona y sirviendo de modelo para el resto de observadores.
Hablamos, por tanto, de una forma de hacer teatro, en la cual tanto el cuerpo como las verbalizaciones cobran una importancia que van mucho más allá del simple pensamiento simbólico acerca del tema en particular.
Para que lo entendamos con un ejemplo, una escena a trabajar bien podría ser la de alguien extremadamente extrovertido en su vida real, el cual ha de entrar en una tienda de zapatos para, acto seguido, pedir al dependiente unos cuantos calzados.
Para sacarle jugo el asunto, el guión de dicha escena bien podría exigir que la persona termine por no decantarse por ninguno, trabajando así el hecho de “decir no”.
Como podemos apreciar, existe una connotación de afrontamiento en la escena anterior, en la cual no está permitido el juicio externo, pues todos forman parte de un grupo de terapia.
Esta representación permite al paciente observarse a sí mismo y beneficiarse de un feedback externo, el cual resulta infinitamente más útil que el tratamiento del problema únicamente a nivel simbólico, tal y como se haría en una sesión de terapia tradicional.
“La actuación dramática es un estado interior intermedio, un intermediario entre la fantasía y la realidad”. (Emunah, 1994)
¿Para qué se utiliza el psicodrama?
El psicodrama es considerado un tipo de terapia válida para una amplia gama de trastornos, desajustes y problemas del ámbito clínico y emocional. En particular resulta de gran utilidad en problemas como fobias, ansiedad, depresión, dificultades de pareja, etc.
Como salvedad, ha de destacarse que resulta contraindicado en algunos casos de psicosis, ya que podría ser contraproducente.
Tal y como se deduce de lo expuesto, el psicodrama ayuda a que la persona sea más consciente de su vivencia emocional a través de las representaciones, además de tener la oportunidad de ampliar su repertorio de respuestas ante determinados problemas de su vida cotidiana.
En resumidas cuentas, su especial utilidad reside en su enorme poder terapéutico, el cual actúa como potenciador de la psicoterapia individual al uso.
Fases de la psicoterapia
A grandes rasgos, y sin ánimo de profundizar demasiado en el procedimiento en sí, la psicoterapia consta de tres fases bien diferenciadas:
- Caldeamiento: en esta fase, compartida por el propio teatro e incluso por otras disciplinas como la deportiva, los participantes rompen el hielo y comienzan a relajarse y dejarse fluir. Para ello, el director o moderador del grupo utiliza distintas técnicas para que los miembros se relacionen entre ellos y se sientan más cómodos antes de pasar a la acción.
- Acción dramática: aquí es donde ocurre el psicodrama propiamente dicho. Una persona, o un grupo de ellas, son instados por el director a representar una determinada escena convenientemente elegida en función de las necesidades de los participantes. Inicialmente, suele pedirse a los actores que se comporten de manera espontánea y natural, tal y como lo harían en la vida real. Posteriormente, y tras la tercera fase que a continuación detallaremos, resulta viable una intervención más guiada y reflexiva.
- Eco grupal: como su propio nombre indica, aquí el o los participantes se nutren de los consejos, observaciones y puntos de vista del resto de observadores. Gracias a ellos, se hace posible una introspección profunda, así como la correspondiente incorporación de nuevas formas de actuar en el registro personal del actor.
Comentario final
En resumidas cuentas, el psicodrama es una técnica muy eficaz, aunque desgraciadamente no demasiado utilizada en la práctica. La explicación a este hecho reside en las dificultades logísticas (especialmente de espacio) para representar las escenas.
Asimismo, no todas las personas con problemas están dispuestas a exponerse al juicio de otras personas que apenas conocen para darle vida a sus traumas, por lo que muchas de ellas deciden reservarlo al ámbito de lo privado.
En cualquier caso, la gran mayoría de las personas que se animan a desarrollarla solo tienen palabras positivas para definir la experiencia.
Referencias
- Emunah, R. (1994). Actuando de verdad: terapia dramática, proceso, técnica y actuación ». Levittown.
- Blatner, A. (1996). Actuando. Aplicaciones prácticas de métodos psicodramáticos. (3 ° edición). Nueva York.