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Hablaremos en este artículo de las coincidencias, el destino, el azar o como queramos llamarlo. Y vamos a hacerlo desde un punto de vista científico, o al menos todo lo científico que algo tan difícil de demostrar nos permite.
¿Crees que las cosas ocurren por casualidad? ¿Piensas que no hay nada de especial cuando nos encontramos con alguien, a pesar de que esta persona cambie el rumbo de nuestra vida? ¿Crees que hay algo de mágico detrás de todo esto, o se trata sencillamente de nuestros deseos por ver las cosas de manera misteriosa?
Sea cual sea tu opinión, déjame contarte que las coincidencias y los sincronismos han sido estudiados por muchos en el pasado. Muchas personas antes que nosotros se han hecho este tipo de preguntas, y muchas de sus respuestas tenían que ver con el poder de los dioses, el puro azar o las misteriosos habilidades de algunas personas.
¿Qué es eso del inconsciente colectivo?
Uno de los estudiosos y quizá el más famoso que se preguntó acerca de todo esto fue el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, el cual aportó su famoso concepto del inconsciente colectivo y lo relacionó con los encuentros sincronísticos, manifestando que estos reflejaban algo que iba “más allá de la razón”.
Dicho concepto haría referencia a una dimensión que está más allá de la consciencia, y que resulta común a la experiencia de todos los seres humanos, estableciendo una especie de marco común donde las cosas suceden.
No descubrimos nada nuevo al utilizar la palabra inconsciente. Los psicoanalistas, en especial Sigmund Freud esbozaron sus teorías en base a este concepto.
El término “colectivo” no hace sino ahondar en la dimensión suprapersonal del individuo, la cual se adquiere a través de sus experiencias y de su relación con otros. Hablamos, por tanto, de una especie de plataforma compartida, constituida por arquetipos, los cuales moldean nuestra propia individualidad.
¿Qué tiene esto que ver con las coincidencias?
Vayamos por partes. Una vez supuesto que existe una especie de vínculo común entre todos nosotros, tal y como si todos estuviéramos nadando en el mismo mar, parece lógico pensar que puedan existir determinadas atracciones o sucesos que coinciden en el mismo tiempo y espacio.
Al parecer, y siguiendo siempre a Jung, determinadas personas, canciones, libros o cualquier otro tipo de símbolos que aparecen en nuestra vida en un momento preciso y que adquieren un gran significado, serían manifestaciones inconscientes en pos de una transformación.
Sería como si una forma superior de organización (algo más que el inconsciente individual) tomase el mando y nos lanzase hacia dichos encuentros de forma brusca, impactante y, sobre todo, sugerente de un cambio.
Cabe destacar aquí que las principales características de estos encuentros sincronísticos son su brusquedad, el gran efecto emotivo que crea en el individuo cuando la vive y su potencial transformador.
Un caso real de sincronicidad
Para que entendamos mejor de lo que estamos hablando, me gustaría contaros el caso real de una mujer, cuyo sueño siempre había sido inaugurar un café en Quebec (Canadá), de modo que luchó por lograr su sueño durante mucho tiempo.
Unos días antes de que el proyecto viese la luz, esta persona decidió contar con la prensa para el día del estreno, con idea de dar publicidad al lugar. Sin embargo, los periodistas le exigían que contratase a una persona famosa para acudir al estreno como requisito para asistir.
En poco tiempo, la mujer trató de contactar con el famoso poeta y escritor Félix Leclerc, la persona ideal para aquella situación según su punto de vista. Sin embargo, por más que trató de dar con él no lo logró. Por desgracia, el tiempo se le echaba encima y no había conseguido a nadie para la inauguración…
La misma tarde del estreno, algo la impulsó a dar un paseo en coche. Era una tarde fría, y los coches se agolpaban a ambos lados de la carretera. De repente, sin esperarlo, vio como un coche pasaba a bastante velocidad justo por delante suya y se iba a estrellar contra unos barriles de protección de la carretera.
Al ir a asistirle, cual fue su sorpresa al descubrir a la persona que salió ilesa del coche. ¡Era Félix Lecrerc! Realmente increíble. Finalmente acabó aceptando acudir al café esa noche.
Buscando una explicación
¿Cómo se explica este tipo de coincidencias? ¿De verdad el azar puede dar cuenta de sucesos de este tipo? Honestamente, cuesta mucho creer que este tipo de sucesos sean fortuitos. Más bien parece como si de alguna forma, nuestra particular conexión con el resto del mundo fuese tan sutil e inconsciente que la intuición fuese la única vía para acceder a ella.
¿Y si algo superior a nosotros y que no podemos ver estuviera manejando los hilos de nuestra vida? ¿Podría ser que, sin saberlo, fuésemos nosotros mismos en nuestra colectividad humana los principales directores de orquesta?
¿Juega Dios algún papel en todo esto, o es más bien esa enorme forma de inteligencia encubierta que busca el crecimiento a lo que deberíamos llamar Dios?
Espero que estas cuestiones os hagan reflexionar…