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Mi hijo no quiere dormir solo

Mi hijo no quiere dormir solo
Daniel Lobato López
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Vamos a tratar un tema que seguro generará un amplio debate, lo cual en sí suele ser positivo, puesto que varios puntos de vista acerca del mismo tema contribuyen al aprendizaje y al conocimiento.

Hablamos de la idoneidad de “obligar” a nuestros hijos a dormir solos en su habitación lo antes posible y de qué hacer cuando estos lloran desconsolados en la noche.

Por otro lado, profundizaremos en los motivos por los que los pequeños llegan a pasarlo tan mal cuando están lejos de sus padres, y nos preguntaremos acerca de si es conveniente atender a sus llamadas de forma inmediata o es mejor esperar.

Comencemos por el principio…

Para comprender bien la realidad de lo que vamos a hablar, es conveniente aclarar que el ser humano es uno de los mamíferos que nace con una masa encefálica más pequeña.

Para que lo entendamos, una cría de vaca o de caballo cuenta al nacer con un cerebro que representa entre un 60% y un 80% del total que desarrollará, mientras que nosotros apenas alcanzamos el 25%.

¿Qué significa esto? Este dato nos da una idea de lo verdaderamente dependientes que somos al nacer, y nos habla de la cantidad de meses que vamos a necesitar para adaptarnos al nuevo mundo.

Y es que el principio puede ser aterrador para una criatura que acaba de aterrizar en la vida, máxime después de haber estado nueve meses en el vientre materno completamente protegido y atendido. No es de extrañar, por tanto, que este proceso de adaptación se traslade durante algún tiempo a las noches y a su soledad.

“Pero yo he leído que hay que dejarlo dormir solo cuanto antes”

Tal y como decíamos al principio, existen diferentes posturas acerca de este asunto. Posiblemente habrá padres que están convencidos de que lo mejor es que duerman con su hijo hasta que este tenga ocho años y otros que lo dejaron solo pocos días después de nacer.

En este artículo nos posicionamos en el término medio, no por prudencia sino por idoneidad, y trataremos de aportar algunos conceptos acerca de los extremos.

La medicina, y la pediatría como una de sus ramas, es muchas veces una ciencia muy lógica. Y la lógica nos dice que dejar que nuestro hijo duerma con nosotros durante demasiado tiempo le generará problemas a la larga.

Hemos de tener en cuenta que el pequeño necesita ir poco a poco ganando la seguridad y la confianza en sí mismo, algo que muchas veces solo da el ser capaz de afrontar la soledad (y la noche). Parece razonable, por tanto, considerar que no es lo más adecuado satisfacer las necesidades de nuestro hijo continuamente hasta edades avanzadas.

Si nos vamos al otro extremo, el polémico método Estivill aboga por dejar dormir solos a nuestros hijos lo antes posible, aunque llore, chille o vomite. Volviendo a la lógica y enlazando con lo anterior, no parece muy razonable dejar a un pequeño pasando un mal rato a edades tan tempranas, especialmente por su completa falta de conciencia de la situación.

Es posible que tú sepas que le dejas en una habitación cerca tuya, pero él podría estar viviéndolo como haber sido abandonado en una cueva oscura, pues apenas sabe ni dónde están sus manos…

En lo que a este segundo punto respecta, nos gustaría aportar datos de una investigación realizada en 2012 acerca de esta realidad. En ella se estudió la presencia de cortisol (la hormona del estrés) tanto en los padres como en los niños que eran dejados llorando solos en su habitación.

En los momentos de llanto, estos niveles eran muy elevados tanto en los padres como en los hijos. Sin embargo, lo realmente curioso de los resultados era que cuando los niños aprendían a quedarse dormidos solos sin llorar, días más tarde sus niveles de cortisol seguían elevados.

Estaban experimentando lo que podríamos denominar “angustia fisiológica”. Esto nos hace pensar que, además de repercusiones emocionales por el malestar vivido, existe un correlato físico y de salud importante.

Entonces, ¿qué hago?

Como decíamos, los pequeños son seres dependientes al principio, que irán ganando autonomía y confianza con el paso del tiempo. Es normal que por las noches, cuando son muy pequeños, sufran terriblemente al estar solos.

También lo es que, al crecer un poco, comiencen a ver monstruos o sombras peligrosas en su cuarto gracias a su portentosa imaginación…

Teniendo en cuenta todo esto, lo más razonable parece ser utilizar el sentido común. No hay una edad exacta para aplicar las cosas, y va a depender mucho de la intuición y el seguimiento de los padres hacia el niño. Todo siempre enfocado en lo mejor para él, no en lo más conveniente para nosotros.

Por tanto, si somos capaces de adoptar un apego seguro con ellos, en el sentido de hacerles sentir que estamos ahí, pero también animándoles a hacer cosas por sí mismos y a ir afrontando sus miedos, a buen seguro que notaremos efectos positivos en su forma de dormir.

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