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Las cosas no me van bien aquí, me iré fuera. ¡Una nueva aventura, vivir en el extranjero!. Mejoraré mi CV y volveré. Será como cuando fui de Erasmus. Seguro que irá bien. Os echaré de menos pero iré viniendo…
Estas son frases, ejemplos de aquello que piensan y comentan aquellas personas que deciden vivir en el extranjero, salir fuera a probar mejor suerte. Una oferta de trabajo, una esperanza de mejora, un sueño de una nueva vida, una huida del pasado….
Los motivos son varios pero es una realidad que cada vez hay más personas de todas las edades que deciden iniciar su vida en otro país con ilusión y esperanza. Sin embargo, no todo es como nos lo imaginamos.
Existen personas con una gran capacidad de adaptación y resiliencia que afrontan estos retos de manera sorprendente. No obstante, hasta la persona más resiliente en ocasiones sufre a lo largo de esta nueva etapa ya que un cambio de tal envergadura, nos guste o no, crea estrés en la persona.
Dejar tu hogar e irte a otro país no es una decisión fácil, pero además, implica reconocer y aceptar un duelo de nuestra vida pasada. ¡Sí, un duelo! Dejamos atrás lo conocido, los amigos, la familia, nuestra rutina, etc. y nos aventuramos en un mundo desconocido donde hemos de crearnos un nuevo yo.
Durante este proceso de asimilar la pérdida del pasado y reubicarnos, las personas pueden experimentar muchos sentimientos angustiosos que complican aun más esta situación, ya de por sí, difícil.
Soledad, nostalgia, tristeza, frustración, apatía,… son algunos de las emociones que las personas expresan en estas circunstancias.
Por ello mismo, te planteo una serie de recomendaciones que te ayudarán a mitigar este primer impacto:
1. Mantén una mente abierta
Intenta aprender del lugar, estilo de vida, cultura, lengua,… Este hecho no significa olvidar de dónde venimos y perder nuestra identidad, sino que nos permite aprender a valorar ambas situaciones y crear nuevas oportunidades para crecer, madurar y extraer lo positivo de la nueva situación.
2. Ten una mentalidad positiva
Los pensamientos negativos se retroalimentan ellos mismos. Si pensamos que todo nos va mal, nuestros sentimientos y nuestras conductas, reforzarán la situación haciendo que cada vez nos sintamos peor.
Por eso mismo, es necesario estar alerta a cuando aparecen este tipo de pensamientos y analizarlos con perspectiva. ¿Hasta qué punto son verdad? y si lo son… ¿qué opciones tenemos para cambiar la situación?.
3. No te aísles
Intenta realizar actividades que te gusten junto a otras personas. Las nuevas tecnologías y las redes sociales pueden facilitarte este punto, buscando grupos y/o actividades que aparezcan en tu zona. Existen talleres, cursos, deportes, etc, que pueden ser de tu interés y te puede permitir conocer a otras personas.
4. Mantente ocupado
La inactividad por sí misma, aumenta la apatía y la desidia. Por ello mismo, es importante no quedarse encerrado en casa, estirado con el sofá y la manta. Es necesario salir al aire libre, leer, dibujar, tocar un instrumento, buscar nuevas formas de ocupar el tiempo, etc.
Aunque al principio pueda resultar una tarea tediosa, si nos resulta agradable, el hecho de mantenernos activos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo.
5. Pregúntate ¿qué depende de ti y qué no?
En cualquier experiencia nueva, hay variables que no podemos controlar directamente. Si nos responsabilizamos de todo aquello que nos rodea, podemos sentir la frustración por no conseguir los objetivos planteados aunque éstos no dependan de nosotros mismos.
Es necesario ser realista con los objetivos así como nuestro papel en cada una de las circunstancias que nos rodean. Por ejemplo, encontrar el trabajo que quieres no solo depende ti, sin embargo, si no aplicas ni envías currículum, es prácticamente imposible conseguir trabajo.
Por lo tanto, para evitar sentirse frustrado, es necesario valorar todos los factores que pueden intervenir en la situación actual, teniendo en cuenta los internos y los externos.
Por último, como cualquier otro proceso de adaptación, la decisión de vivir en el extranjero requiere de un tiempo, por lo que hemos de darnos ese margen. Sin embargo, el tiempo no es excusa para no hablarlo ni exteriorizarlo. Poder expresar cómo estamos y sentir que las personas nos comprenden, también nos ayuda a adaptarnos a una realidad diferente.
Queridos ‘aventureros’, después de mi experiencia (40 años en el centro-europeo-austria –ciudad- nivel medio alto social y cultural – —y— ahora 30 años en el extranjero – sur de España – pueblecito con ‘su nivel’ soc.-cult.-intelectual)
me atrevo de reflexionar sobre algunos puntos: ‘Recomiendo’, pero SIN creer tener ‘verdades’:
ANTES de la realización concreta:
– ACLARARSE(se!) lo mejor que posible: p.ej.: – la finalidad ( trabajo, aventura, desarrollo personal, etc.), – el tiempo planificada (‘para algún tiempo’ vs ‘para siempre) – responsabilidades familiares (económicos y sentimentales) – razones personales en relación con la decisión (¿huida espontánea … o …proyecto bien reflexionado?)
– PREPARAR(se!) ‘técnicamente’ : idioma (!), cultura, papeleo (seguro médico, visado, etc.), – …posibilidades económicas (mínimo de reserva -ref. tiempo de estancia) / …, preparar posible posterior mudanza (selección ‘importancia’ de objetos)
VARIABLEs – no siempre previsibles: – elegir bien el ‘tipo’ del nuevo lugar: pensando en el cambio de ‘entorno social-cultural’ -p.ej. vida antes en ciudad – vs – vida nueva en pueblo —o viceversa – ————– y ———————-
PREPARARSE para un eventual REGRESO (por arrepentimiento, problemas, o decisión reflexionada, etc.): Mínimo económico de RESERVA – y NO ‘quemar totalmente las naves’ en la ‘patria’.
Bullshit