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Salud emocional y embarazo

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Lola Gonzalez Moya
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Durante décadas, la atención a las mujeres embarazadas y puérperas se abordó  casi exclusivamente desde la perspectiva del modelo biomédico.  Esto ha supuesto una focalización del proceso de gestación, restringida a los aspectos más fisiológicos que deja de lado todos los componentes psicoemocionales y la forma como condicionan la experiencia de la madre y de su futuro bebé.

No ha sido hasta el último tercio del siglo XX en que empezaron a aparecen los primeros estudios científicos sobre el impacto del estado emocional de la madre en todo el proceso de desarrollo y la importancia del establecimiento del vínculo afectivo de calidad para el futuro del individuo.

La posibilidad de intervenir en situaciones de riesgo durante esta etapa abre nuevas expectativas para la prevención de problemas de desarrollo, emocionales y conductales durante la infancia y la adolescencia.

En el embarazo las madres experimentan una gran variedad de estados emocionales, consecuencia, en gran parte, de la tormenta hormonal que se desencadena, pero, también, de la  reactivación de procesos psicológicos anteriores no resueltos (Bibring y Valenstein, 1976).

En condiciones normales, si la madre se siente suficientemente respaldada, puede transitar por los diversos estados emocionales, sin más consecuencia que el malestar inmediato que en ella despiertan.  No obstante, si la madre percibe un entorno poco favorecedor, si está sometida a fuertes tensiones o ha padecido episodios anteriores de depresión y ansiedad,  es aconsejable consultar a un especialista para descartar niveles de patología que puedan tener consecuencias en el bebé.

Durante el embarazo y el primer año de crianza se establecen las estructuras neurológicas primordiales del individuo. Este desarrollo se rige por unos procesos genéticamente controlados, pero susceptibles a las condiciones del entorno que determinan unas experiencias, experiencias que alcanzan al feto a través de la madre.

El bebé forma parte del medio intrauterino, recibiendo constantes mensajes del cuerpo en el que habita.  En esta comunicación química y propioceptiva entre madre y bebé, van codificadas emociones y experiencias vitales que irán modelando las bases neurológicas del nuevo ser.

Hay una consistente evidencia científica sobre los efectos de la depresión, el estrés y la ansiedad de la madre durante el embarazo y el desarrollo neurológico del feto, efectos  que varían según la etapa de embarazo en la que se encuentre y que se asocian con retrasos en el desarrollo motor, desordenes cognitivos y de conducta (Huizink y col, 2002, 2003) y problemas emocionales (O’Connor y col, 2002).

Por otra parte, uno de los principales factores de protección para el nuevo ser es el establecimiento de un fuerte  vinculo emocional madre-hijo que favorece en la madre una habilidad especial para responder a las necesidades de su bebé (Ainsworh, 1979).

Sin embargo, estas relaciones pueden verse afectadas por las dificultades emocionales y de salud mental de la madre (Brokington et al, 2006). La organización psíquica del niño depende de forma dramática de la respuesta que ofrezcan sus cuidadores a sus necesidades, así por ejemplo Cohn y Tronick encontraron una alta correlación entre las respuestas de la madre a las emociones de su hijo y el comportamiento de este.

Una multiplicidad de investigaciones confirman la influencia positiva del vínculo seguro en el desarrollo emocional y cognitivo del niño (Landry y cols, 2006; Marrone, 2009; Fonagy, Steele y Moran, 1991). En condiciones normales, el vínculo de apego se empieza a establecer durante el embarazo y va fortaleciéndose y desarrollándose una vez ha nacido el bebé, con la lactancia, el contacto y el conocimiento mutuo, sin embargo, hay situaciones que se escapan a esta evolución normal y requieren de una intervención específica para su construcción.

Guidano enfatiza la importancia del vinculo en la construcción del self y afirma “una de las características del apego en el sistema humano es que se trata de un proceso autorreferencial que permite construir un sentido de si-mismo consistente, estable y continuo en el tiempo.   El niño se puede reconstruir como persona a través de la actitud de los padres, por la manera como se relacionan con él y expresan sus emociones hacia el”.

Ser padres es un suceso vital que abre un espacio caracterizado por cambios transcendentales en la vida de las personas que afectan a nivel emocional, familiar, de pareja, etc.  Cambios que requieren de procesos de adaptación que no siempre son fáciles de realizar.

La Psicología Perinatal se orienta a la promoción de la salud de la madre y del recién nacido en el seno de la familia, durante la etapa de concepción, embarazo, parto, puerperio y crianza.  La importancia de hacer un buen acompañamiento en el área perinatal, sobre todo en situaciones difíciles, representa un factor de protección para optimizar las condiciones y sentar las bases de la salud psicoemocional del nuevo ser.


Recursos:
La comunicación materno-filial en el embarazo
Fuentes:
Ainsworth MD (1979)  Infant–mother attachment. Am Psychol 34:932–937. Brockington IF, Aucamp HM, Fraser C (2006a) Severe disorders of the mother–infant relationship: definitions and frequency. Arch Women’s Ment Health 9:243–251. Cohn JF, Tronick EZ (1983) Three-month-old infants’ reaction to stimulated maternal depression. Child Dev 54:185–193. Fonagy, P., Steele, H., Moran, G. (1991). The capacity for understanding mental states: the reflective self in parent and child and its significance for security of attachment. Infant Mental Health Journal. vol. 12, nº 3: 200-217. Guidano, V.F. y Quiñones, A. (2001). El modelo cognitivo-postracionalista. Hacia una reconceptualización teórica y crítica. Edit. Desclée de Brower. Bilbao. Huizink, A.C., Robles de Medina, P.G., Mulder, E.J., Visser, G.H., Buitelaar, J.K., 2002. Psychological measures of prenatal stress as predictors of infant temperament. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry 41, 1078–1085. Huizink, A.C., Robles de Medina, P.G., Mulder, E.J., Visser, G.H., Buitelaar, J.K., 2003. Stress during pregnancy is associated with developmental outcome in infancy. Journal of Child Psychology and Psychiatry and Allied Disciplines 44,810–818. Landry SH, Smith KE, Swank PR (2006) Responsive parenting: establishing early foundations for social, communication, and independent problem-solving skills. Dev Psychol 42:627–642. Marrone, M. (2009). Teoría del apego. Un enfoque actual. Edit. Psimática. Madrid. 2ª Edición. O’Connor, T.G., Heron, J., Golding, J., Beveridge, M., Glover, V., 2002. Maternal antenatal anxiety and childrens behavioural/ emotional problems at 4 years: report from the Avon  Longitudinal Study of Parents and Children. The British Journal of Psychiatry 180, 502–508. Imagen cortesía de TipsTimesAdmin vía Flickr.com

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