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Cefalea orgásmica y pre-orgásmica: un acercamiento psicológico

cefalea orgasmica
Facundo Tardivo

Se habla de cefaleas para referir molestias y dolores localizados en algún sector de la cabeza, generalmente es utilizado como sinónimo de “dolores de cabeza”.

La actividad sexual de los seres humanos al igual que en algunos animales como el delfín o los bonobos (chimpancés pigmeos), no se reduce solamente a un fin reproductivo, sino que conlleva acciones que generan sensaciones de placer y satisfacción entre otras.

Es considerada por gran parte de la población como una de las actividades humanas más placenteras, ya que fomenta la unión y genera un mejor estado de ánimo.

Los mayores beneficios son a causa de la liberación de endorfinas que se produce durante la actividad sexual, en ésta existe mayor flujo sanguíneo en la cabeza, más neuronas se ponen en funcionamiento y se observa mayor actividad cerebral, lo que lleva a aumentar la protección de enfermedades cardiovasculares (neutraliza las hormonas del estrés relacionadas con éstas).

También mejora la calidad del dormir tanto en su conciliación como en su calidad y previene el cáncer de próstata y aumenta la fertilidad: a mayor actividad sexual, mayor calidad del esperma.

En la actualidad, se considera que aproximadamente el 1% de la población mundial ha padecido unos dolores fuertes en la cabeza durante una relación sexual por lo menos una vez en su vida. Estas molestias pueden surgir en el momento pre-orgásmico (30% aproximadamente) u orgásmico (70% restante), en el hombre por ejemplo, durante la eyaculación.

Este tipo de cefaleas es generalmente benigno, aunque muchos de sus padecientes han consultado a un médico por el temor de un aneurisma o posible hemorragia cerebral. Al respecto, también debe considerarse un alta “cifra negra”, es decir casos no registrados o consultados a una unidad o agente de salud por vergüenza o algún temor relacionado a la detección de algún problema orgánico.

En cuanto al curso de éste malestar, las personas suelen padecerlo de forma instantánea por primera vez en el desarrollo o culminación de la actividad sexual con una duración de varias horas de intenso dolor –“como un rayo en la cabeza”- o –“el peor dolor de cabeza que sentí en mi vida”- para luego ir mermando pudiendo desaparecer del todo o continuando el malestar y dolor por varios días más o incluso semanas, pero con una intensidad mínima o mucho menor. En términos de intensidad o cuantificación del dolor, es en la cefalea orgásmica en la cual ocurre la peor y más explosiva sensación de malestar.

Estos dolores suelen desaparecer en su gran mayoría como aparecieron: de forma repentina y sin aparecer nunca más en el transcurso de la vida. Los padecientes logran una mejoría mediante la abstinencia sexual durante algunas semanas, previo fracaso de los esperables efectos analgésicos de fármacos para aliviar dolores de cabeza o cefaleas.

Esta situación se observa en mayor proporción en personas del sexo masculino respecto al femenino, en aproximadamente 4 a 1: cada un suceso femenino, cuatro sucesos masculinos. Mayormente aparece por primera vez entre los 25 y 35 años de edad. Hasta el momento se desconoce el origen biológico, físico o químico de éste síndrome: no se ha encontrado causa orgánica alguna que origine el dolor.

Un abordaje psicológico

La actividad sexual históricamente estuvo influenciada por el zeitgeist de cada momento histórico (es decir su clima intelectual y cultural) y por las representaciones sociales de cada sociedad en particular.

En sociedades patriarcales existen expectativas tanto hacia hombres como hacia mujeres por su condición propiamente dicha: roles a cumplir, funciones, deberes, etc.

Si bien a través de las últimas décadas en el mundo occidental han acontecido hechos que han producido modificaciones en pos de una mayor equidad de género, tanto desde las acciones legales (ámbitos laborales por ejemplo) como sociales e individuales, estos cambios no marcan un quiebre entendido éste como un punto que marca un antes y un después, sino que quedan vestigios o rasgos de costumbres, creencias y actitudes cuyos núcleos duros están muy fijados y formados y que requieren un mayor cantidad de tiempo y acciones para que poco a poco se vayan disolviendo o mutando en pos de la mencionada equidad de género.

En referencia a éstas expectativas que se esperan de manera más acentuada como ya mencionamos en sociedades patriarcales, del rol masculino se esperan valores cómo el poder, el estatus, la fortaleza y la competencia. Éstos valores correspondientes a dichas expectativas no quedan exentos en el ámbito sexual: más precisamente el poder, la fortaleza y la competencia.

Lo mencionado nos lleva a enfocar la cuestión en términos individuales y subjetivos, es decir de índole psicológica y psicosociológica ya que nos referimos a una actividad en dónde hay un Otro que también participa.

La representación “sexo” en este contexto se encuentra íntimamente ligada en términos inconscientes -pero algunas ocasiones conscientes- a las ya mencionadas características como competencia, fortaleza y poder.

Haciendo una descripción en términos prácticos, el hombre pone en juego ante la relación sexual dichos valores de manera similar a una evaluación, en dónde espera de sí cumplir con lo esperable -o lo que percibe como esperable por parte de ella, del Otro, siendo cierto o no-, estar a la “altura de las circunstancias”, demostrar su potencia, su virilidad, su resistencia, y ocupando una posición de sujeto omnipotente (¿u objeto?) en dónde todo lo puede ante esa demanda percibida como tan valiosa y determinante para mantener su imagen o simplemente buscar ser idealizado por parte de aquella persona que participa junto a él en ésta actividad.

Aquí aparece lo inminente, lo precipitado y lo explosivo: las condiciones están dadas para una implosión orgánica manifestada en una cefalea, dolores de cabeza, ¿casualidad? quizá no, quizá causalidad: simplemente porque aquí es el lugar del cuerpo dónde están en continuo movimiento los mecanismos psíquicos responsables de lo anteriormente mencionado.

“Para ella, la angustia no está sino delante del deseo del Otro (…)”; “Para él, lo angustiante será en cambio la posibilidad de no poder”.

El cuerpo habla.


Recursos:
Tu sexo es tuyo: disfruta de tu sexualidad
Fuentes:
Imagen libre de derechos cortesía de Pixabay.com

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