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Cómo afecta la siesta a nuestro cerebro

siesta
Jose Manuel Garrido

Es bien conocido que dormir bien proporciona una gran cantidad de beneficios para la salud. Estos pueden incluir una mejor función cardiaca, el mantenimiento hormonal y la reparación celular, así como la estimulación de la memoria y la mejora de la función cognitiva.

Básicamente, dormir proporciona al cuerpo la oportunidad de hacer frente a todo lo que pasó durante el día, repararse y restablecerse para mañana.

Los beneficios de la siesta

Los estudios e investigaciones realizados sobre la siesta han mostrado una mejoría en la función cognitiva, el pensamiento creativo y el rendimiento de la memoria.

La idea de que debemos dormir en periodos de ocho horas es relativamente reciente. La población del mundo duerme en diversas y sorprendentes maneras. Millones de trabajadores chinos siguen poniendo sus cabezas en sus escritorios para una siesta de una hora después del almuerzo, por ejemplo, y las siestas durante el día son comunes desde la India hasta España.

Las siestas pueden incluso tener un beneficio físico. En un estudio realizado con 23.681 hombres griegos durante más de seis años, los participantes que dormían siesta tres veces por semana tenían un riesgo 37% menor de morir de enfermedades del corazón. Por no hablar de una serie de otros resultados positivos que se pueden producir a partir de las siestas regulares.

Los expertos del sueño han descubierto que las siestas diurnas pueden tener otros muchos beneficios: aumentar la vigilancia, aumentar la creatividad, reducir el estrés, mejorar la percepción, aumentar la resistencia y las habilidades de precisión, mejorar la vida sexual, ayudar a perder peso, reducir el riesgo de ataques al corazón, despejar el estado de ánimo y mejorar la memoria.

La influencia de la siesta sobre la memoria

Las siestas se han demostrado beneficiosas en el proceso de aprendizaje ayudando a retener mejor la información. Al parecer, las siestas ayudan a nuestro cerebro a consolidar los recuerdos:

Las investigaciones indican que cuando un acontecimiento se registra por primera vez en el cerebro, en el hipocampo, sigue siendo “frágil” y se olvida fácilmente, sobre todo si se le pide al cerebro que memorice más cosas. Hacer la siesta, empuja a los recuerdos al neocortex, una zona de “almacenamiento más permanente”, lo que les impide ser “sobre escritos”.

La influencia de la siesta sobre el aprendizaje

Tomar una siesta también ayuda a borrar la información almacenada temporalmente en el cerebro, y lo prepara para absorber la nueva información que se presente. Un estudio de la Universidad de California pidió a los participantes que completaran una tarea difícil en torno al mediodía, lo que les obligaba a memorizar una gran cantidad de nueva información. Alrededor de las 14:00, la mitad de los voluntarios se echó una siesta mientras que el resto se mantuvo despierto.

Por la noche reanudaron la tarea, y se encontró que el grupo que tomó la siesta obtuvo mejores resultados que aquellos que estuvieron despiertos. De hecho, el grupo de la siesta presentó una ejecución superior a la obtenida por la mañana.

El investigador principal, el Dr. Matthew Walker concluyó que los hallazgos apoyan la idea de que el sueño es un proceso necesario, que borra la memoria de almacenamiento a corto plazo, ayudando con ello a adquirir la nueva información.

El mismo equipo de investigación había encontrado que estudiar toda la noche antes de un examen en realidad disminuye la capacidad del cerebro para absorber la información en casi un 40%, lo cual tiene sentido a la luz de esta investigación más reciente sobre el efecto de una siesta en la capacidad de aprendizaje del cerebro.

La siesta ayuda a evitar el agotamiento mental

Un estudio de la Universidad de Massachusetts mostró cómo la siesta puede ayudar al cerebro a recuperarse del ‘burnout’ o sobrecarga de información:

Para ver si la siesta podría mejorar la discriminación visual, un equipo dirigido por Robert Stickgold, neurocientífico de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, utilizó a estudiantes universitarios privados de sueño a los que hizo mirar una pantalla de vídeo llena de barras horizontales.

Periódicamente, tres barras diagonales brillaban en la parte inferior de la pantalla, y los estudiantes tenían que responder sobre la orientación de estas barras. Se calificó el desempeño de los estudiantes a lo largo de 1.250 ensayos durante cada sesión.

El resultado fue que los estudiantes que no hicieron siesta fueron empeorando su desempeño en el transcurso del día. Por contra, los que tomaron una siesta de 1 hora volvían a sus niveles originales de rendimiento en la siguiente prueba.

Un estudio similar mostró que una siesta de 60 a 90 minutos podría ser tan buena como una noche completa de sueño para el aprendizaje de una habilidad de percepción visual. Parece que nuestros ojos descansan más que ningún otro órgano cuando estamos dormidos.

¿Qué pasa en el cerebro durante la siesta?

Algunas investigaciones recientes han encontrado que el lado derecho del cerebro es mucho más activo durante una siesta que el lado izquierdo, que se mantiene bastante tranquilo mientras estamos dormidos. A pesar del hecho de que el 95% de la población es diestra, siendo el lado izquierdo de sus cerebros el dominante, el lado derecho es claramente el hemisferio más activo durante el sueño.

El autor del estudio, Andrei Medvedev, concluyó que el lado derecho del cerebro se ocupa de la ‘limpieza’ mientras estamos dormidos. El estudio se centró en la forma en que se activan diversas partes del cerebro mientras los participantes dormían.

Así, mientras el hemisferio izquierdo se toma un tiempo para relajarse, el lado derecho está limpiando sus áreas de almacenamiento temporal, empujando la información hacia el almacenamiento a largo plazo y solidificando de este modo sus recuerdos del día.

¿Cómo obtener el máximo provecho de tu siesta?

El truco para sacar lo mejor de tu siesta parece estar en averiguar qué tipo de siesta te conviene. Desafortunadamente, esto toma mucho tiempo de ensayo y error, pero definitivamente vale la pena. Estos son algunos consejos para ayudarte a obtener el máximo rendimiento de tu siesta:

1. Saber cuánto tiempo tardas en dormirte

Si tratas de tomar una siesta durante un período específico de tiempo, necesitas tener en cuenta la cantidad de tiempo que tardas en dormirte. No es fácil determinar este dato, pero existen ya algunas aplicaciones de móvil que te ayudarán a obtenerlo. Una vez que tengas una idea aproximada, es un factor importante a la hora de limitar tu siesta temporalmente.

2. No dormir demasiado

Dormir demasiado te dará la sensación de despertar aturdido y aún más cansado de lo que estabas antes. La Dra. Sara C. Mednick autora de “¡Toma una  siesta! Cambia tu vida”, dice que la inercia del sueño ocurre cuando despiertas de un sueño profundo, de ondas lentas.

Dado que la temperatura cerebral y el flujo de sangre al cerebro disminuyen durante esta etapa del sueño, es chocante que de repente despiertes y experimentes tasas mucho más altas de la actividad cerebral. Por tanto no hay ningún beneficio para la siesta de más de 90 minutos, ya que sólo va a comenzar otro ciclo de sueño.

La autora recomienda limitar la siesta a 15 minutos, ya que un periodo más largo puede provocar la comentada inercia del sueño. Hay cierto consenso en la investigación acerca de la conveniencia de una siesta de 15-20 minutos, tal vez con una taza de café antes para despertar con más energía, o bien dormir durante un ciclo de sueño completo de 90 minutos, despertando antes de que comience el próximo ciclo.

3. Elegir el momento adecuado del día

Dormir la siesta cuando los niveles de energía se reducen de forma natural puede ayudar a sacar el mayor provecho a tu siesta. Esto es por lo general en algún momento después de la comida para aquellos de nosotros que trabajamos en un horario tradicional.

Debido a los ciclos naturales de nuestros ritmos circadianos, nuestra energía se reduce considerablemente dos veces durante un período de 24 horas. Un pico de la somnolencia suele aparecer en mitad de la noche, y el otro, 12 horas más tarde, justo en mitad de la tarde.

Si tienes falta de sueño de la noche anterior, sentirás este descenso de energía con más fuerza y serás más propenso a dormir la siesta. En lugar de luchar contra ella con café o con bebidas energéticas, prueba una pequeña siesta para refrescar tu cerebro antes de continuar con la actividad.

4. Practicar

La mejor manera que he encontrado para mejorar la siesta es practicar. Averiguar lo que funciona para ti puede tomar algún tiempo, pero merece la pena. Así que trata de experimentar con diferentes horas del día, diferentes longitudes de siesta y diferentes maneras de despertar. Antes o después encontrarás tu siesta ideal, ese paréntesis reparador que tanto beneficia a nuestro cerebro.


Recursos:
Dormir bien para Dummies
Fuentes:
Adaptado de How Naps Affect Your Brain and Why You Should Have One Every Day Imagen cortesía de Toni Blay vía Flickr.com

2 comentarios en “Cómo afecta la siesta a nuestro cerebro”

    1. Jose Manuel Garrido

      Gracias Juan Pedro. Ciertamente es un artículo interesante, aunque se trata de una adaptación del texto que se recoge en las fuentes. Sería injusto llevarme el mérito. Saludos!

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